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viernes, 19 de abril de 2024
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El ‘Man’ en la encrucijada

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Parado en varias encrucijadas se halla Eduardo Javier Gómez Haedo, más conocido como el ‘Man’, el frontman cordobés de la voz grave y profunda que lidera Lina Blues y que en estos apasionantes días en los que será papá por primera vez (ver aparte), debe decidir varias cosas: si se radica en nuestra ciudad con su mujer y su hijo o regresa a su Córdoba natal; qué rumbo marcarle a Lina, y si procurarse un nuevo trabajo o continuar cual impasible último vigía en Bolívar de Electroingeniería S.A., la empresa que llevaba adelante la construcción de la línea de 132 kv, una obra parteaguas que está parada hace dos largos años.

Mientras quita pétalos a la flor de su futuro y celebra que este manojo de encrucijadas lo haya rescatado de un letargo que ya comenzaba a intoxicarlo, el ‘Man’ hace y deshace el recorrido Bolívar-Córdoba, con un pie acá y el otro allá, y el corazón repartido en las dos estaciones del trayecto.

Mañana, 15 de junio, Gómez Haedo cumplirá cuatro años en Bolívar. En 2015, cuatro noches después de llegar, el cordobés celebraba su cumpleaños 33 con una bien regada cena en el restorán Cristóbal. Solo, aún no conocía a nadie. Pronto sus cosas cambiarían, y ahora están a punto de volver a cambiar.

Pero vayamos por partes, dijo el saltarín senador Pichetto, que (casi) siempre cae peinado.

Si recluirse para componer, arreglar y afinar un plan para salir a tocar, o seguir trajinando los escenarios locales con un menú de covers de clásicos nacionales y mundiales del rock y el pop, es una de esas disyuntivas. Gómez Haedo quiere lo primero: cuenta con muchos temas sin arreglar, casi listos para ser horneados, y otros tantos bosquejos de letras que descansan en carpetas y pretende moldear. Sus compañeros de Lina Blues, ansían persistir en la ruta. Para ello el colectivo dispone de una batería multipropósito de probada eficacia en bares, integrada por piezas de REM, Dire Straits, Pappo. Fue lo que tocaron el sábado pasado en Dublin. El breve set de gemas del Carpo, con el carismático Eric Rivero Roldán como cantante invitado.

 

¿Y cómo se arregla eso?

-Dialogando (sonríe). Dialogando, y cediendo todos un poco. Los muchachos tocando un poco menos de lo que querrían, y yo un poco más. (Aclara que no es que no quiere tocar, sino que en esta etapa de Lina prefiere lo ya mencionado.) Los muchachos y la muchacha de la banda son: Rubén Gallo, en guitarra; su hija, Denise, en coros; Andrés Los Arcos, en bajo; Johnny Gadea, en batería, y Claudio González, en teclados y armónica.

 

FEBO ASOMA

En lo que sí coinciden es en que llegó el momento de grabar el primer disco de Lina. Si se embarcan en el proyecto, cabe inferir que se impondrá la idea del cantante de dejar la ruta un tiempo. Ese álbum estaría compuesto totalmente por canciones propias, y sería registrado en un estudio foráneo: el local El Trébol Rojo, el primero al que fueron a consultar, recién podría recibirlos en noviembre, un plazo insoportable para la ansiedad del ‘Man’.

Blues, hard rock y country son los estilos a maridar. De country, Gómez Haedo no tiene “ni influencias”, sin embargo al componer “me voy para ese palo, no sé por qué”. Lo que escucha, sí se filtra, sólo a través de algunos rayos: Slash es uno de sus favoritos, en cualquiera de sus proyectos. Lo mismo que Led Zeppelin y Deep Purple, dos de las tres ‘vacas sagradas’ del hard rock (la otra es Black Sabbath, la probeta del thrash metal, la vertiente más extrema de la música dura). En estos días también bucea en el funky blues, que tampoco se cuela en sus composiciones, por ahora. Si es por tirar links, ese pan necesario de la crítica musical, el cordobés se ve transitando por la huella trazada por Lenny Kravitz, que “puede ir desde el pop al hard rock, sin dejar de pulsar la cuerda del blues”. Blues es lo que está componiendo hoy, como casi siempre, “y también me han salido algunas baladas”, agrega. 

En vivo, Lina mecha versiones de pop ochentoso, “pero en sí la banda no tiene canciones pop”, aclaró el vocalista.

Chino Castro

Tiempo nuevo

Vas a ser papá…

Me enteré hace muy poco. Fue una noticia muy agradable, muy dulce. Recontra feliz estoy. Me tomó de sorpresa. Si bien estaba en los planes de la pareja, no pensábamos que llegaría tan rápido. El 19 de junio, día de mi cumpleaños, tendremos la primera ecografía.

Su compañera, Alejandra, vive en Villa Ascasubi, el pueblo donde se crió el ‘Man’, quien por su lado mudó su hogar cordobés a la ciudad capital. Justo ahora, como si caminara al revés de las cosas que le van sucediendo. Por eso debe decidir qué hacer, y esa es otra de las encrucijadas en las que se debate: si radicarse definitivamente en Bolívar, junto a Alejandra, que es radióloga, y el hijo en camino, o volverse a Córdoba. “Nuestro hijo es un detonante, algo tengo que cambiar: o vienen ellos o me voy yo”, asevera, tajante.

Claro que para afincarse aquí en plan familiar, para él una escena a estrenar, debería también resolver otro intríngulis, el último que plantearemos aquí: si continúa dentro de las filas de Electroingeniería en calidad de último operario en la ciudad, a cargo de básicos menesteres administrativos mientras espera que se retome la construcción de la línea de 132 kv, virtualmente parada hace dos años y sin miras de recomenzar, o se busca otra cosa. “No quiero ni para mí ni para mi familia seguir a la distancia”, subraya.

Gómez Haedo es licenciado en Seguridad e Higiene en el Trabajo, forma parte hace catorce años de Electroingeniería pero trabaja en su profesión desde antes. Por el tipo de labor que desempeña su vida ha estado signada por el nomadismo, pero ahora se impone variar: vio a demasiados compañeros de trabajo perderse la infancia de sus hijos por estar siempre fuera de casa, y arrastrar por ello un sentimiento de culpa, o que sometieron a su familia a un constante peregrinar de ciudad en ciudad, lo que impide a un niño gestar amigos.

Ninguna de las dos alternativas le gustan, por eso es hora de resolver.

 

Infiero que querés quedarte acá.

-La verdad que sí. A Alejandra le gustó Bolívar cuando vino hace quince días. Le gustaron la gente, el lugar, la tranquilidad de la ciudad; se sintió muy cómoda. Sería una buena opción para los dos quedarnos aquí.

“Necesitaba estas variantes, mi vida estaba muy estancada. Igualmente, cuando llegué a Bolívar hace cuatro años ya experimenté cambios: no estaba haciendo nada de música, y tener que radicarme acá se constituyó en el detonante que me impulsó a volver al ruedo”, afirma el cantante mientras mira por el ventanal de Dublin, como si su pasado reciente fuera un fantasma que deambula en la plaza de enfrente.

Por lo demás, asegura que en Bolívar percibió algo distinto, nuevo para él: fue la primera vez que sintió ganas de quedarse a vivir en una ciudad a la que arribaba por trabajo. “Acá sí me quedaría, me dije. Por eso si tengo que irme, dejaré un pedazo importante de mi vida. Conocí gente muy buena, hice amigos de verdad, y eso te marca para siempre”.

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