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jueves, 18 de abril de 2024
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Sol, playa y películas contra el frío de la ciudad

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Una rotunda dosis de música surf y afines recibimos el sábado en la sala de Artecon, en una de las noches más frías del año que Los Jinetes del Surf se encargaron de descongelar con prestancia instrumental, cohesión grupal y el fatalmente contagioso swing que porta el estilo rockero que cultivan, cruzado en su plan por el western, el country y hasta por cierto nervio rockabillesco.

 

El sexteto toca música instrumental, nadie sabe nada pero todos sabemos todo, ya que lo que propone convoca a una instantánea empatía, como nos pasa con esas personas que creíamos conocer de antes.

El viaje que proponen Los Jinetes nos paseó por las playas californianas de principios de los sesenta, donde el surf estableció guarida y desarrolló musculatura hasta llegar al pináculo de su fama mundial a través de su vertiente más comercial y pop (vocal, además). (A esa cima lo llevaron Los Beach Boys, banda a la que la historia del rock le calzó el incómodo y acaso injusto traje de respuesta americana a The Beatles.) Y de ahí, el periplo nos convidó el recuerdo de viejas películas de vaqueros, esas en las que aparecía Clint Eastwood cuando aún lo consideraban un actor con menos gestos que Messi durante el Himno, mirando en lontananza sobre su estoico corcel mientras cavilaba sobre una decisión importante. La espiral musical también abrió ventanas hacia films más cercanos en el tiempo, como los de Quentin Tarantino y en especial Pulp Fiction, en el que el genial director desempolvó a Dick Dale, líder de The Ventures y considerado uno de los padres del surf.

Fue un recital sin concesiones en términos estilísticos, pero a la vez amable, porque a poco de escuchar entendés que el repertorio estará integrado por páginas de las que conocemos todos pero quizá sin saber de dónde. Profusión de piezas de The Ventures (dedicarse al surf y no caer en The Ventures, sería como dedicarse al rockabilly y no curtir Stray Cats), un par de Los Iracundos y hasta la versión del tango El choclo que tocaba Bingo Reyna, conformaron el setlist desplegado luego de la certera apertura con A shot in the Dark, según la versión original de Henry Mancini en 1963. Todo estaba aún por hacerse tras la presentación que les brindó el actor José María Alabart, pero se haría con les privilegiades testigos a resguardo de tanto frío en una cápsula de tiempo, con una imaginaria tabla de surf en las manos, una camisa floreada y el corazón mirando hacia una playa californiana.

Acumularon más de treinta canciones en casi una hora y media de show, despachadas sin intervalos al mejor estilo Ramones o Divididos, en una alegre cabalgata hacia el centro de la playa. (El menú completo está detallado en el coqueto volante que la producción entregó al público.) Temas breves y concisos, con ese punch que impacta en la espina dorsal y, si aún algo de sangre corre por tus venas, te hace sacudir el cuerpo. Un corpus cancionero singular en este ‘barrio’ de la pampa en el que no hay proyectos que encaren por el wing por el que la banda ha decidido cabalgar, en una saludable militancia que en primer lugar es estética.

Los Jinetes del Surf son los bolivarenses Juan Pedro Garavano, en guitarra; Jeremías García, en bajo; Pancho D’Augerot, en batería; el ‘Místico’ Crosa (de 9 de Julio), en guitarra, y Joaquín Marrone (de Chivilcoy), en percusión. Más el también bolivarense Bernardo Villanueva, en saxofón, que no fue de la partida en este concierto.

El combo tiene base en La Plata. En ese perenne hervidero artístico, sus integrantes estudian música y chamuscan sus pestañas investigando en las raíces de lo que ampliamente conocemos como rock, y esto se evidencia en una performance en vivo cada vez más sólida y con un norte más claro, favorecida en este caso por el excelente sonido provisto por MB, de Hernán Moura y Lorenzo Blandamuro. Cada cual atiende su juego y así el equipo logra ser mejor que cada uno de sus componentes, en un delicado equilibrio que todo colectivo artístico debería preservar pero a veces se rompe, habida cuenta de que el ego, combustible vital de aquel que ha decidido mostrar su alma, está siempre listo para colar su venenosa cola. En este armado, la consiste base rítmica integrada por García-D’Augerot-Marrone ‘juega’ para el lucimiento de los exquisitos violeros Garavano y Crosa, y todos conformes, contentos y ganadores.

Dio marco una muy buena cantidad de público, la sala de Artecon lució casi ‘sold out’.

Organizaron y produjeron Daniela López y Hernán Moura, con el aporte económico de firmas comerciales de la ciudad.

 

Si siempre elevamos una plegaria a algún dios pagano para que sea rock, hoy le pediremos que sea surf, para que en nuestros corazones siga saliendo el sol.

Chino Castro

 

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