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viernes, 19 de abril de 2024
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El chofer de los funcionarios políticos, entre la necesidad y los cuestionamientos

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Cada vez que surge el debate sobre si, por ejemplo, los intendentes deben tener chofer, aparecen frases del estilo “¿es necesario?”, “¿no es un gasto más de la política?”, “¿no es una ostentación?”, y tantas otras que llevan a pensar que si cualquier ciudadano puede conducir su vehículo, los intendentes también pueden hacerlo sin ayuda, o los diputados, o los senadores, o los gobernadores o los presidentes.

El fallecimiento de Jorge Cortés, intendente de la vecina ciudad de Henderson, reabre este viejo debate. Nada garantiza que si Cortés llevaba chofer el accidente no se hubiese producido; pero sí es cierto que quien conduce atiende las cuestiones de manejo y el resto puede dedicarse a otras cosas, a conversar, a dormir, a no estar atento precisamente a la conducción del vehículo.

Una ciudad no tiene en cuenta muchas veces lo importante que es su intendente y hasta qué punto debe cuidarlo, hasta que lo pierde. Hoy le toca a Henderson, a los que lo votaron el pasado 11 de agosto y a los que no, perder al hombre que conducía los destinos del municipio. Y si bien siempre por estos tiempos se habla de equipos, todo equipo tiene una cabeza fuerte, y en el caso que estamos tocando, Cortés era el principal dentro de un esquema de varios; pero el más importante de su grupo, sin dudas.

En Bolívar hemos tenido varios casos de funcionarios provinciales o nacionales nacidos en estas tierras que tuvieron chofer, que se venían los fines de semana traídos por un chofer y regresaban a Buenos Aires o La Plata con el mismo chofer que los venía a buscar. En varias ocasiones, y en distintas épocas, escuchamos críticas varias al respecto, como que era un gasto innecesario, sin necesidad.

Es más, algunos funcionarios en otro momento se iban en sus autos particulares hasta Saladillo y desde allí sus choferes los trasladaban hasta el lugar de destino. Y al regreso volvían a Saladillo y desde allí emprendían la vuelta en su auto particular. Tenían chofer buena parte del viaje pero no toda, y el murmullo no se sentía, porque como dice el refrán “ojos que no ven…”.

El punto está en la importancia de ese funcionario. El intendente debe tener un chofer, eso no se discute, más cuando la ciudad está a 320 kilómetros de Buenos Aires y a 400 de La Plata, los principales lugares a los que debe ir a gestionar una o dos veces por semana, como suele ocurrir por estos días.

También se debe entender que el mundo de la política cambió, que hoy más que nunca la frase “Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires (o en La Plata, según el caso)”, está más vigente que nunca. Intendente que no se mueve, sea del mismo color político de Nación o Provincia, difícilmente llegue a tiempo al reclamo de obras incluidas en presupuestos cada vez más famélicos en los tiempos que corren.

Los más viejos dirán que los primeros intendentes de la vuelta a la democracia no tenían tanta necesidad de viajar permanentemente y es cierto, todo iba a otro ritmo. Incluso muchos se acordarán que Juan Carlos Simón (1995-2009) viajó durante años casi siempre solo en un Renault 12 color gris que funcionó hasta hace poco, sin airbag, sin ABS, sin dirección asistida, nada de nada. A veces es cuestión de suerte, y en otras hay que ayudarla para que nada ocurra.

Los últimos dos intendentes que ha tenido Bolívar han sido quizás los que más han viajado a gestionar, tales los casos de Eduardo “Bali” Bucca y Marcos Pisano. El hoy diputado nacional gusta de manejar él; aunque en ocasiones hacía que su auto lo condujera un experto en el rubro, el piloto Luis Mori. En el caso del actual mandatario, generalmente viaja conduciendo él, e incluso ha tenido algún accidente vial menor que no trascendió en los medios.

Con la cantidad de kilómetros que debe recorrer hoy un intendente, el chofer ya no es necesario, es imprescindible; aunque a algunos les cueste más que a otros sentarse en el asiento derecho. Y para los que crean que es un gasto, hay ejemplos como el que lamentablemente hoy lloran nuestros vecinos de Henderson que demuestran que es una gran inversión.

En algún medio nacional trascendió que Cortés fue en su auto particular al encuentro de Avellaneda con Kicillof porque era un acto partidario y quería despegar la campaña de la gestión. Error, el intendente lo es las 24 horas mientras dure su mandato, y por lo tanto se lo debería cuidar todo el tiempo, vaya de vacaciones, en campaña o a gestionar una obra para su ciudad.

Ante esta disyuntiva hay dos cuestiones que se tienen que vencer, primero que los intendentes entiendan que el que maneja en la ruta debe ser otro, y después que la comunidad se convenza de que el chofer del intendente lo conduce seguro al lugar al que va a buscar beneficios para la ciudad. Lamentablemente tienen que ocurrir sucesos como el que sufrió Cortés y sus acompañantes para que dimensionemos la real tragedia que es para una ciudad perder a su intendente.

Nada garantiza que no se pueda sufrir un accidente aún teniendo chofer, por el estado de las rutas en la provincia de Buenos Aires, más allá de que se haga mucha propaganda con que “algunas” están muy bien. Pero que quien conduzca el vehículo en la ruta no sea el que piense en los proyectos para el futuro de la ciudad es algo que tenemos que empezar a entender todos, empezando por los intendentes, diputados, senadores, y siguiendo por la sociedad.

Angel Pesce

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