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Alaimo y una obra donde puso el corazón

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El también retratista reveló que ya planea “otra escultura, con más interés quizá que cuando hice la mujer con la fuente de agua”.

Tras la necesaria pausa para reajustar el reloj interno que sigue a la culminación de toda faena grande, que esta vez fue de cuatro meses, Alaimo ha vuelto al ruedo con una nueva obsesión: una pieza en la que se fundirán el fondo y la figura, y viceversa, “la carne se fundirá en la piedra, y la piedra se volverá carne”, en la descripción del propio hacedor, que ya tiene el boceto. Será un trabajo cruzado por una carga emotiva especial, referida a “las pérdidas y los vacíos de la vida”, y una suerte de homenaje a su madre, que se fue estos días.

 

Con el subtítulo ‘Un homenaje a sus queridos’, esto escribí en un segmento de la entrevista al escultor Gustavo Alaimo publicada en este diario a fines de julio del corriente.

Hoy esa obra está lista, y Alaimo sonríe satisfecho, aún obsesionado con algún detalle que falta, como el pulido final para que la elaboración de cemento blanco y marmolina comience a tomar brillo.

La pieza descansa en una mesa de su hogar. Es una mujer dormida en posición de relax, que transmite vida a través de sus rasgos gracias al delicado acabado que es sello de este artista, que la par de talento, formación y experiencia, puso en acción una vez más su carga emotiva del momento para la que tal vez sea su escultura más significativa.

Ella está recostada sobre una piedra. “Quise fusionar el fondo con la figura, es decir que la piedra se vuelva carne, y la carne piedra”, describió el hacedor en charla con el diario, rodeado por su hija, su hijo y su compañera, en el living familiar de calle Boer. Uno de los brazos de la mujer, el que debería quedar bajo su cuerpo, se difumina en la roca, lo que le da a la obra un carácter surreal que ayuda a multiplicar las interpretaciones.

Se trata de una pieza hueca, pero que contiene una estructura de hierro. Como en cada faena artística que encara, los conocimientos sobre anatomía que posee el formador graduado en Bellas Artes de Azul juegan un rol clave, al definir las proporciones que también confieren ‘vida’ a la obra.  “El estudio de anatomía debe ser constante: en este caso, por la posición en que está la mujer, es fundamental la anatomía para establecer la ubicación de los omóplatos, los huesos y la columna. Vas estudiando a la vez que modelando”, explicó.

La planta de uno de los pies, el que queda a la luz, posee una singular plasticidad, una frescura que tiene más que ver con la plastilina que con el cemento. “Al modelar primero en arcilla, el barro te da esa posibilidad. Y el yeso que le tirás arriba consolida idéntica la forma del barro, hasta una huella digital es posible replicar”, describió.

La construcción le demandó menos tiempo que otras creaciones, incluso mucho menos en relación a la mujer con el ánfora de agua a la que hago referencia en el primer párrafo de esta nota, que recorta un pasaje de la publicada en julio. Sin embargo la intensidad puesta en juego ha sido mayor, por los íntimos motivos personales arriba señalados, y que constituyeron el motor de una labor de casi tres meses. Acá el también dibujante y pintor entrega más que nunca su corazón.

El destino de esta pieza no ha sido definido aún. Sí que en principio será expuesta en el amplio salón multiuso del Cine Avenida, seguramente en los primeros días de diciembre, junto a unas nueve esculturas más de Alaimo, entre ellas la mentada mujer con el ánfora, que hoy descansa, cubierta por una lona, al lado de la puerta de entrada a su hogar. El artista radicado en Bolívar expondrá junto a su colega y amigo pintor Walter Barbieri, también egresado de Bellas Artes de Azul, para celebrar que hace veintiún años realizaron la primera muestra juntos (fue, además, la primera vez pública para ambos), en el Museo de Arte López Claro, de la mencionada ciudad bonaerense. En ese marco, se sumará con sus dibujos por primera ocasión Cecilia Alaimo, la hija de Gustavo, de 14 años.

Chino Castro

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