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jueves, 28 de marzo de 2024
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Amar a Amado

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Para Fito Páez Rosario siempre estuvo cerca; para Ana Gracia Jaureguiberry, la que está cerca es Bolívar. O dentro suyo, ya que la poetisa nacida acá y radicada en La Plata hace veinte años sigue pensando en clave bolivarense, si es que esto existe. La escritora acaba de publicar su primer libro, Diario poético. Cien poemas a los cien años de la inmortalidad de Amado Nervo, y tras la presentación el 12 de diciembre en La Plata anhela ofrecerlo en su pueblo natal, adonde regresará de visita a fines de enero.

El volumen habla sobre la energía femenina, la madre y la luna, entre otros tópicos. A cada luna llena del año dedica una poesía. La del 12 de diciembre fue la última del 2019, por eso la autora eligió esa fecha para la presentación. Además, el 12-12 se conmemora el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de México (allí nació Nervo). “Era el día, indudablemente”, afirmó Ana Gracia en charla telefónica con este diario.

La presentación ocurrió en la biblioteca Carlos Gardel de La casa del tango. Jaureguiberry analizó hacerla en un bar, ya que posee con ese ámbito un vínculo entrañable: su padre, Justo Marino Jaureguiberry, o el ‘Vasco’ Marino como se lo conocía en Bolívar, era el titular del bar ubicado en la esquina de Edison y General Paz, donde la escritora creció entre mesas, pocillos y botellas, parroquianos que recitaban versos gauchescos, dudosas hazañas de bohemios, juegos de barajas y el imperecedero vaho que decora aunque no lo veamos este tipo de comercios.”Pero el universo me fue llevando a La casa del tango, que es muy linda, tiene su zaguán de entrada, su corredor, las piezas que dan a ese corredor, como en las viviendas antiguas, y al fondo ese salón muy lindo e íntimo. Ahí me di cuenta de que tenía que ser en una casa, y lo dije en la presentación: la casa de Bolívar era de mi madre. El bar me remitía a papá, pero la casa a mamá, Luz Ignacia Juárez, a quien le dedico el libro”, explicó la poetisa, que hasta ahora sólo había publicado en antologías.

En un alto porcentaje, Diario poético fue escrito en Bolívar durante enero y febrero del año pasado.  En la obra aparecen reflejadas las calles de nuestra ciudad que Ana Gracia ha transitado y transita en cada visita, el paisaje urbano, el hogar de su infancia y juventud, con toda su carga emotiva, sus aromas y sus rincones, y algunas vivencias de esa época y posteriores. Aquí conserva muchos amigos y amigas, ex compañeros del secundario, del teatro Artecon, de la carrera de docente y de su etapa como profesora en el Colegio Cervantes.

Algunos de los cien textos incluidos en el volumen fueron tejidos en el marco del diálogo de Ana Gracia con el poeta uruguayo Alberto Richieri Strecchia, de quien se hizo amiga a través de las redes sociales. “En las charlas hacíamos poesía; es importante el diálogo entre poetas. Nervo era mexicano pero murió en Uruguay, y lo que estábamos recordando era el centenario de su muerte. Me empezaron a aparecer entonces muchas poesías relacionadas con Uruguay, y en toda esta creación tuvo mucho que ver Alberto, leyó mis cien poemas e incluso me ayudó con las correcciones”, contó la bolivarense. Richieri Strecchia escribe, pero no había publicado un libro. El vínculo con Jaureguiberry lo impulsó a hacerlo, y así fue que el mismo día en que ella presentaba lo suyo en La Plata, él hacía lo propio con su primer trabajo, Respiración, en un bar de Montevideo. Por otro lado, en lo que también constituye un símbolo que alimenta esta historia de coincidencias y encuentros que florecieron en un volumen poético, “él me trajo un libro de Amado Nervo muy viejo que encontró en una librería montevideana, y que no es cualquier libro: es Serenidad, escrito en 1919, un libro que justo tiene cien años, y que fue editado en el año y el lugar en el que murió”, precisó la poetisa, que cree en la numerología y considera que 2019 fue especial para ella, ya que involucra “muchos números redondos”, además de lo ya mencionado: por ejemplo, que se cumplieron veinte años de su radicación en La Plata, después de treinta de vivir en San Carlos de Bolívar.

Diario poético contiene noventa y cuatro páginas, fue publicado por editorial Vuelta a casa y la ilustración de tapa es de Paola Davico, amiga y compañera de la autora en el Plan provincial de Lectura. Vio la luz bajo el sistema de preventa, es decir que los interesados abonaron un precio (con descuento) por un ejemplar, antes de su publicación. Quienes deseen adquirir uno, deben contactarse con Ana Gracia Jaureguiberry a través del Facebook. “Entre todos logramos sacar el libro. Eso me gratifica mucho, porque en una época en la que se dice que no compramos poesía, yo me encontré con gente que la compró, aún sin haberla visto”, resaltó.

¿Por qué cien poemas a Amado Nervo?

-En la primavera del 2018, mi mamá empezó a necesitar compañía en la casa, de a poco (Luz Ignacia tiene 85 años y vive en Bolívar, en el histórico hogar familiar de calle Edison, al lado del viejo bar del ‘Vasco’ Marino). Padecía algunos olvidos que comenzaron a acentuarse. Necesitaba alguien que la acompañara, entonces yo la llamaba por teléfono en las mañanas para entretenerla. Ella es una narradora oral natural, siempre nos ha contado historias de su familia con once hermanos, y además leyó a los grandes clásicos y también a los poetas. Recitaba poesía de memoria, así como mi viejo recitaba poesía gauchesca. Entonces en esas mañanas decidí ir a algo que ama mi madre, que es la poesía. Pero siempre caía en la misma, porque no me sabía otras de memoria. Es una de Nervo que comienza con un “si tú me dices ven, lo dejo todo”. Ella la continuaba, de memoria. Así una mañana, y otra, y otra. Y ocurrió que cuando finalizábamos el año en el Plan de Lectura (el 2018), en un momento le pedí a mi compañera, Paola, quien después ilustrará la tapa del libro, que se fijara qué efemérides literarias habría al año siguiente. Y justo se cumplía un siglo de la muerte de Amado Nervo. Yo la miré, porque hacía tres meses que todas las mañanas recitaba poemas de él… Parecía que quería que lo recordáramos. Y así empezó esto, como un juego, como siempre ocurre en el arte, que es un juego. 

Chino Castro

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