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martes, 23 de abril de 2024
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Nada peor que un tonto motivado

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El martes me comuniqué por teléfono desde California con un querido amigo de Bolívar quien, durante la conversación, comentó apesadumbrado el caso de un productor rural que había habilitado un paso por dentro de su campo para que aquellos que vinieran por la ruta 226 pudieran, a través de un atajo, llegar a la zona delimitada para transitar y situarse en la ¨zona segura¨, previo pago de 500 pesos. En otras palabras, una especie de salvoconducto de su propio diseño que permitía eludir los ingresos habilitados.

Ante mi notoria incredulidad, reafirmó sus comentarios mencionando que el Diario Clarín publicaba ese mismo día un artículo que me invitó a buscar a través de Google, lo que hice al terminar la conversación. Cualquiera que haga lo mismo encontrará la noticia reproducida en numerosos periódicos, dada la singularidad del hecho. Uno de ellos subtitula el titular del artículo con: ¨ …en Bolívar quizás rompieron la marca de la situación más curiosa: el propietariode un campo armó un camino clandestino para evadir controles sanitarios y cobraba peaje para circular…¨. Todo ello, además, en plena expansión de la pandemia de la COVID-19 en las ciudades vecinas a Bolívar.

En ningún caso se menciona el nombre del infractor, lo que me permite con libertad hacer una valoración desprejuiciada sobre esta persona para mí anónima, que creo tiene el conocimiento justo para pasar el día. En palabras de Groucho Marx: ¨hay personas que a pesar de puntuales se les nota el retraso¨.

Me informan que, afortunadamente, Bolívar está libre de contagios de la COVID-19 como resultado de un enorme esfuerzo de la ciudadanía en su aislamiento social preventivo y obligatorio para evitar la propagación del virus y el colapso de los sistemas sanitarios. Asumiendo, además, un coste significativo por la sensible disminución de la actividad económica.

Actitudes irresponsables como la de esta persona y la de todas las que utilizaron el ¨salvoconducto¨ que según explica en su artículo La Mañana ¨este pasaje se utilizó mucho por productores rurales que se ahorraban un buen trecho con sus maquinarias; pero resulta que las fotos al momento de la intervención de la Guardia Urbana del municipio muestran a varios autos, e incluso se comentó que algún remis pasaba también por el lugar¨, debieran ser objeto de una reflexión colectiva para evitar que estos hechos se repitan, además de rigurosamente penalizar al autor de semejante despropósito.

 

Esta podría ser una magnífica ocasión para confirmar la capacidad de los seres humanos de luchar contra situaciones de riesgo colectivo y recuperar la idea de que es posible una sociedad más unida, más eficaz, más solidaria no solo frente a esta pandemia, sino para afrontar otros muchos problemas que afectan a su capacidad de acción. Y en Argentina, desgraciadamente, desde hace años las dificultades son más que abundantes.

En una fase social en la que la regla es que cada uno se ocupa de sus propias cosas, el virus nos envía un mensaje claro: ‘La única salida es la reciprocidad’. La responsabilidad compartida, el sentimiento de que tu destino depende no solo de ti, sino de todos los demás que te rodean. Y que tu dependes de ellos. En el caso de Bolívar, solo juntos y con el compromiso compartido por todos se podrá mantener alejado al virus.

 

Los griegos acuñaron el término idiota para referirse a quien no se ocupaba de los asuntos públicos, sino de su interés privado. El idiota era para los clásicos aquel individuo que estaba tan pendiente de lo suyo que se desentendía del bienestar de la ¨polis¨. Después de asistir a este caso parece oportuno recordarlo.

En la conversación, mi buen amigo argumentaba que este hecho se debía quizás a la ignorancia humana. Pero, la ignorancia no es problema, el problema es usarla, permitir que se use, y no reprimirla adecuadamente para evitar que se reitere. Caso contrario, se haría verdadero el adagio: la hormiga, por odio a la cucaracha, votó al insecticida. Murieron todos, hasta el grillo, que se abstuvo.

Hay ciertas citas del pasado que conviene releer de vez en cuando, como una de Sócrates 350 a. d C.: ¨Nuestra democracia se destruye porque ha abusado del derecho de igualdad y del derecho de libertad, porque ha enseñado al ciudadano a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto a las leyes como libertad, la imprudencia en las palabras como igualdad, y la anarquía como felicidad¨. Parecería que está viendo lo que está sucediendo.

La pandemia del coronavirus es una tragedia mundial con devastadoras consecuencias en la salud y terribles costes económicos. Esta semana se acaba de declarar a Sud América como el centro mundial de la pandemia, al considerar que hay más de 1.500.000 infectados por el virus. Adicionalmente, la OCDE estima que los efectos colaterales dejarán en el continente más de 130 millones de personas en la miseria. La COVID-19 es un tema grave, pero las consecuencias de la desarticulación moral pueden ser aún más devastadoras.

Coloquialmente, este tipo de crisis provoca el surgimiento de las mejores virtudes y de las peores miserias que caracterizan a la especie humana. En esta situación tan compleja se llega fácilmente a la conclusión de que nada es más peligroso que un tonto motivado. Y qué peligroso podría ser tener un país lleno de tontos motivados.

Albert Camus ha escrito que en tiempos de pestilencia aprendemos que en el hombre hay más de lo que admirar que de lo que despreciar. Confiemos en que con una saludable reflexión e inspiración en la abnegación, esfuerzo solidario y profesionalidad del personal sanitario se renueve la esperanza de un futuro mejor. Y que Bolívar siga libre de virus por mucho tiempo, superando a los que hacen el tonto con sospechosa perfección.

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