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viernes, 26 de abril de 2024
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Con el pie cambiado

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Este mundo machirulo que aniquila el amor, como dice Spinetta en Tonta luz, capitalista hasta lo asesino, donde lo sensible quedó confinado al intersticio, nos enseña que hay que prevalecer sin mirar sobre quién. Tengo, soy; acumulo bienes (¿o serán males?), luego existo. Sólo se existe en el éxito, funesta perspectiva desde la cual el otro, así se trate de nuestro hermano, siempre será un enemigo o alguien de quien aprovecharse. En ese molde nos meten. Uno en el que mandan la imagen, la cobertura de los objetos y también de los seres, el packaging. Libramos durante toda nuestra vida una “guerra” absurda contra el tiempo por ser lind@s, segur@s, jóvenes, san@s, y tener miedo es lo anti cool.

Enfrentamos la pandemia con el telón de fondo de que temer equivale a viejo, débil, cobarde, chiquito. A feo y fracasado. Le ponemos el pecho al covid con el pie cambiado, y ahora ya es muy difícil retroceder y todo se parece a una distopía que nadie imaginó, con Terapias colapsadas, escalada de contagios y muertes y la vacuna titilando cerca pero lejos, detrás de un infame terraplén de carne y huesos de nuestra costilla que iremos levantando hasta fin de año. Ya con un caso, en Río Negro, en que hubo que elegir entre dos pacientes, porque sólo quedaba un respirador. Alcanzamos al Primer Mundo, ya no somos el ejemplo, igual que ellos hoy somos el grito sangrado. Con Bolívar en una burbuja, que ojalá no reviente como la de Boca. Quizá da en la tecla el investigador del CONICET Daniel Feierstein, cuando dice que el coronacrac es un asunto más de la sociología, relativo a cómo somos, que de la medicina. 

Los notables anti cuarentena que se contagiaron han ido recuperándose, y vuelven a la “guerra” energizados a seguir haciendo siniestra docencia en beneficio no necesariamente propio. Su voz es replicada a izquierda y derecha por el golpista TN y el albertista C5N, y el mensaje que baja a la sociedad es que se trata de una gripe (Bolsonaro, que tildó al covid de gripecinha, también se recuperó.) Pero alrededor mueren cada día cientos de viejos, médicos, laburantes esenciales, cualquiera aunque en general los más débiles en lo económico y lo físico, mientras se acusa de cultivar un estado policíaco a todo gobernante que intente tomar medidas severas para contener a una sociedad abrumada y empobrecida. Las aperturas en cuarentena son como la tecnología, que sólo avanza. Llegó (o la Humanidad llegó a) septiembre, y las ganas generales de salir se incrementarán, aturdidos como estamos por el retintín del hartazgo, que desciende del cielo pútrido de la massmedia y se torna clamor. En Bolívar el tapabocas parece que ahora es optativo, ya que lo usa cada vez menos gente, y yo mismo he ido al café sin necesidad de. ¿Volver? Ni a palos; somos argentinos, ¿quién nos va a parar, Codesal? Andá a retroceder ahora, si hasta l@s que sólo miran al prójimo para que ver qué pueden sacarle tienen a mano ejemplos de comercios o industrias que se fundieron o fundirán (en general se refieren a empleadores, de los empleados bien que hablan poquito). Han vivido comprando afuera y de repente les angustia el parate local, mirá vos.

Los meses pasan y el miedo cede, y si en el rincón más íntimo del cuore nos convencemos de que “este bichito a mí no me voltea”, poco nos importa contagiar.

La libertad se calzó tacones, un buen escote y se fue con la derecha, que se ríe de lxs que aún siguen adentro brindando con espumante en las veredas porteñas, o saliendo a trotar como quien da la vuelta olímpica tras ganar un campeonato. (Ella elije, y la derecha en un principio siempre parece más atractiva, es más espectacular.) Un adentro que, subrayarlo es menester, poco y nada tiene que ver con el de fines de marzo, aunque es clásico que cuando le das la mano a alguien dispuesto a tomarte el codo, pronto no le bastará ni con tu cabeza. Dolorosamente, a la misma mesa se ha sentado la valentía, que choca copas con los contertulios equivocados.

Los números y la estadística se apoderaron de la escena, reduciendo la pandemia a un asiento contable que enfría los corazones. Apareció el cuerpo de Facundo Castro, todo indica que asesinado por la maldita policía bonaerense, y en Bolívar el tema fue que Pisano pretende cobrar 250 mil pesos a quien se reúna en casa con amigos. ¿De qué hablaste más el miércoles? ¿Te estrujó el corazón la tragedia de Facundo, o fue más fuerte la hinchazón de venas que te produjeron las nuevas medidas del “milico” Pisano? ¿Conocés a algún pro cuidados rabioso contra los 250 mil, o indignado frente a la posibilidad de quedar filmado en infracción por las cámaras callejeras que deberían destinarse a escrachar a negros con gorrita? ¿No es tirar la pelota afuera acusar al voleo de que en quintas se celebran pantagruélicas fiestas con el elenco municipal emulando el programa de Tinelli, con sunga y todos los chiches? ¿Dedicaste más tiempo a buscar contradicciones, disparates y acaso abusos en el paquete de medidas contra el covid lanzado por el gobierno municipal, o a informarte sobre la desgracia de Facundo y reflexionar acerca de la violencia institucional y la cruz que cargan en el mundo de hoy los pibes como él? ¿En qué ‘pelo’ ocupás tu ‘peine fino’?

Los médicos del país hace días gritan que no dan más, frente a una sociedad que los mira con ternura pero poca disposición a colaborar, allende un inútil aplauso que cada vez suena menos. Total, es su trabajo.

¿Imaginás quiénes ‘ganan’ en un escenario secuestrado otra vez por la economía, lo cuantitativo, lo ‘grueso’ de las cosas? Y algunos vaticinaban que el capitalismo tambaleaba, como un boxeador gastado al que un novato podría noquear… Los medios nacionales no muestran el dolor en carne viva, ni se asoman en un geriátrico o Terapia de hospital, Larreta es hoy su esperanza blanca y Buenos Aires jamás será la ciudad de la furia salvo que gobierne un peronista. (Ya sabemos que Dios atiende en CABA, y la massmedia tmb.). El gobierno tampoco marcha por ese andarivel -con la dignísima excepción del gobernador Kicillof, siempre el más quijote de todos-, las malas noticias son piantavotos y la alarma social históricamente es cooptada por la peor derecha. Igual que acá, su religión son los (buenos) anuncios, no alterar a los leones e intentar quitarles la comida con una dudosa astucia que rara vez arroja frutos.

En general, se instaló que le tocará a otre, porque la muerte es cosa de tristes. Hasta que, como en el poema de Brecht, quién sabe y ojalá que no, nuestra puerta suene.

Chino Castro

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