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Reflexiones para acompañar el Día Mundial de la Salud Mental

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Por la licenciada Cecilia Luna

Hoy (el sábado pasado) es el Día Mundial de la Salud Mental, fecha oportuna para retoma una vieja, pero vigente pregunta: ¿Qué es la Salud Mental?

Muchas veces se ha asociado la salud a la normalidad. Siempre ha tenido muy buena prensa ser normal. La normalidad es un promedio estadístico. Deriva de la medida de la media y sus desvíos, en la conocida campana de Gauss. Esto tiene toda una serie de consecuencias en el mundo en el que vivimos, en tanto somos fácilmente convertibles en números, a los que aplicar esta medida. Pero es una medida que da cuenta de una mayoría. Habría que ver a quién conviene qué mayoría, y si se trata de un caso que puede pensarse sin más como lo saludable.

Alguien normal es parte de un rebaño. Y un rebaño siempre es dirigido. Habría que ver si lo que concierne a los intereses de cada quién respecto de su salud, o lo que podría pensarse como salud de una población, coincide con las direcciones que se imprimen a ese rebaño.

Y aquí entra en juego otra noción que es la de adaptación, y también se asocia frecuentemente la Salud Mental con la adaptación. Lo que pasa es que esta noción requiere que pensemos no solamente en quien se adapta, sino también a qué situación se adapta. Puede haber una muy buena adaptación a una situación, que difícilmente se pueda considerar saludable, si se pone la lupa sobre ella.

La normalidad, justamente, se relaciona con la adaptación. Hay un escrito de Ricardo Rodulfo , llamado “Consideraciones de lo normal”, que trata el tema de una manera notablemente impecable. Es normal quien se adapta, de manera obediente, a las condiciones que le son impuestas, que no son otras que los requerimientos que una sociedad en determinada época impone como el “deber ser”. Muchas veces, en nuestra práctica como profesionales de la Salud Mental, nos encontramos con que cierta manifestación de sufrimiento psíquico, es un intento de defenderse de una normalidad que se torna agobiante, o que entra en franca contradicción con los propios deseos. Por ello, una madre, agobiada por los deberes de la maternidad naturalizados; un trabajador esclavizado en una situación de exigencia de rendimiento ilimitada; una persona entrampada en un vínculo de dominación y control, puede venir al consultorio con toda una serie de manifestaciones que, además de conllevar una importante cuota de sufrimiento subjetivo, son reactivas a una normalidad, que no podemos ya situarla del lado de la salud. Para ello, es conveniente no encontrarnos desprevenidos, y estar atentos a no dejarnos tentar por los imperativos de la normalidad, que incluso, muy frecuentemente hasta se entrometen en los postulados teóricos.

Con lo que nos encontramos en el consultorio, muchas veces, es con la “solución” que halló alguien para salir de la opresión de la normalidad, pero ocurre que el costo es muy alto, y se cambia quizá un sufrimiento por otro, aunque no deja de ser un movimiento subjetivo importante el de intentar hallar una salida. Quizá en el encuentro con un profesional de la Salud Mental, de lo que se trate es de poder reconocer ese movimiento subjetivo, y habilitarse una solución que lo ayude a lidiar con la culpa y todos los dispositivos creados para favorecer los mecanismos de control y obediencia, y que la salida, entonces, no sea por la vía del sufrimiento, sino por la del disfrute y el valor del propio deseo.

Una huella a seguir para encontrarse con algo del orden de la Salud Mental, desde una mirada psicoanalítica, es justamente, la que deja lo irregular, lo no regular, lo no normal. Lo irregular que hace a lo singular, que está en juego en el encuentro con la puesta en marcha de la creatividad, la libertad de inventar y el deseo, que pueden hacer sello de lo propio, y que eso se extienda en las relaciones con los demás, desde la elección, el reconocimiento mutuo y el placer. Y esto no coincide con el individuo, ni con la totalidad de lo que hace a su situación en la vida. Si no, pensaríamos que es posible la felicidad.

Por último, hay un texto de Iara Bianchi  en el que se pregunta acerca de qué hace un Psicoanalista. Quisiera destacar algunas notas, admirando el modo que encontró para decirlo:

* Agrietadores de certidumbres

* Expertos en huellas de laberintos que fraguan una memoria de salida pisando lo inevitable

* Memoriosos de marcas que engañan al pasado

* Escépticos de lo perfecto o lo doctrinario

* Libres pensadores sin ideologías

* Seleccionadores de utilidades no mercantilistas

* Conocedores de su ignorancia

* Donadores de espacios de escucha atenta y miradas afables o faltantes

* Evaluadores de sus juicios más íntimos

* Acompañantes en dolores indecibles

* Prestadores de sentidos cuando se presenta el sinsentido,

* Desestabilizadores del statu quo de normalidades enajenadas

* Humanos que se hacen cargo de su humanidad. Personas que tratan con personas.

 

1) Rodulfo, R., Consideraciones de lo Normal. http://www.ricardorodulfo.com/consideraciones-de-lo-normal/

2) Bianchi, I., Qué hace un Psicoanalista. Un oficio sutilmente peculiar. https://deinconscientes.com/que-hace-un-psicoanalista-un-oficio-peculiar-por-iara-bianchi/

(La licenciada Luna escribió este texto para su columna radial en el programa Fuga de Tortugas del sábado pasado.)

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