Escribe: Adriana Macchia
Hay alianzas que son constituyentes en el vínculo entre los seres humanos, en particular cuando se establecen dentro del marco de la ley de prohibición del incesto, esta ley permite el paso de la naturaleza a la civilización y a la cultura; Kaës en su artículo Los vínculos y las alianzas inconscientes, dice acerca de la alianza …que es un acto por el cual dos o más personas se unen para realizar un fin preciso, un interés común y un compromiso mutuo a fin de mantener y ajustar el vínculo, fijando los términos y las apuestas con prolongación en el tiempo.
Estas alianzas son las que nos organizan todas nuestras configuraciones,- que están presentes tanto en una pareja, una familia o una institución-,Se dan en dos tipos de contratos narcisistas, uno, que es el originario entre el niño y el grupo familiar, que incluye a los que están junto a él por procesos de filiación, y el otro, que es el que se crea cuando el sujeto se desenvuelve en distintos grupos referenciales como la escuela, el trabajo o los amigos.
Cuando el sujeto queda excluido de un ámbito público, puede optar por otro grupo si se le hace lugar, teniendo nuevamente la posibilidad de hacer un nuevo lazo social que restaure el equilibrio de la relación con el otro, dándose en esa historicidad del sujeto, una herencia identitaria, que a lo largo del tiempo, es la que se explica a través del “imaginario social”; o sea de lo indeterminado en el sujeto, del orden de lo inconsciente, que va construyendo e instaurando una manera de pensar la sociedad desde sus propias producciones , su significados y todo lo que se moviliza a través de éstos.
Las transgresiones a estas alianzas narcisistas es cuando el sujeto sobrepasa un límite de una verdad,- que se le ha planteado como ley- que le ayudará a
dominar su mundo, entonces la pregunta que le surge a P. Aulagnier es, si este
Sujeto ha pasado del deseo de conocer, al deseo de hacerse conocer, y luego al de querer resolver sus enigmas y empezar a andar un camino que no ha andado hasta ahora, aunque lo lleve a la desorganización psíquica que lo acercará a la debacle de su ser social, es un héroe.
La cualidad heroica puede ser creada, dice H. Arent, justamente por la desproporción existente entre las fuerzas de la que disponen respectivamente el héroe y aquellos con quien se libra batalla; El joven que osa desafiar y vencer a esos Goliats -que se llaman la Sociedad, el Saber, la Institución,- ha sido caratulado como “el esquizo”, pero es el que pudo ver en los hilos del titiritero las cadenas que le imponen a su libertad de expresión, ellos son los que se arrogan como “bien pensantes”, detrás de un disfraz, -camuflaje de una hipocresía razonante- la necesidad de encerrar, excluir y castigar al que piensa diferente, porque siente de otra manera su “identidad”.
Si las opiniones de los sujetos, no se pueden enriquecer en el contexto público
de argumentación y discusión, los grupos sociales se quedaran vulnerables a expensas de grupos que les seducen con fetiches al precio de acallar sus voces , en una obediencia inconsciente, sus necesidades como sujetos, y ellos, aceptarán, porque finalmente serán mirados, escuchados en sus demandas de necesidad y serán provistos de argumentos que calmarán la angustia que les provocan sus carencias.