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viernes, 29 de marzo de 2024
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El pensamiento complejo – un todo, que se teje en conjunto- versus el binarismo

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Escribe: Adriana Macchia

Vivimos en un país donde predomina el pensamiento binario o dicotómico, esto es, la tendencia a evaluar las situaciones o cualidades personales en categorías extremas y absolutas, analizándolas desde una perspectiva de “blanco o negro”, “bueno o malo”, “aliado o enemigo”, etc. Este tipo de pensamientos, imposibilita la capacidad de análisis y como consecuencia, aporta  una pobre percepción de la realidad dado que nos impide ver las diferentes opciones de las que podríamos disponer con una mente más abierta.

El pensamiento racionalizador y dicotómico es excluyente, limitante y cerrado,  sus dos opciones son demasiado poco para albergar la compleja realidad globalizada, se basa en  creer  que si  un determinado sistema es coherente, por lo tanto es perfecto y por eso no necesita ser verificado. El imperio de ideas racionalizadoras,  no consiguen darse cuenta de lo que sucede y privilegian los sistemas cerrados, coherentes y consistentes. Esto da como resultado fanatismos y simplificaciones, binarismos que oscilan de un extremo al otro, llevando a que los individuos Y/o países   discutan sólo por poseer la razón a la fuerza, con gravísimas consecuencias.

En todos los ámbitos de la sociedad, este pensamiento cierra todo tipo de espacios de construcción colectiva. El enriquecimiento siempre está en los grises, hablamos de ver el mundo desde un paradigma o el otro, pero lo importante es la reflexión que existe en los puntos medios de los dos extremos, es la posibilidad de tener un pensamiento que une, que teje, que es constructivo y creativo, que partiendo de un problema no destruye ni separa ni reduce, integra ideas, disciplinas o nociones provenientes de diferentes fuentes teóricas, buscando un pensamiento nuevo.

 El pensamiento complejo es creativo, colaborativo entre teorías,  no separa los  contextos de la realidad debido a que  esta siempre tiene antecedentes y es puro devenir, considera  que las partes en observación pueden ser antagónicas pero así mismo,  complementarias.

Oponerse a la racionalización cerrada es ejercitar una  racionalidad abierta y ser menos esclavo de la tiranía de una razón que violenta  todas las lógicas, y que coloca equivalencias del lado que le conviene, sin buscar una comprensión reflexiva entre los sistemas en juego.

El paradigma bajo el cual vive nuestra especie es el de la disyunción (desunión) y la reducción, ello fomenta la ceguera, una actitud  suicida en tiempos de globalidad, de mundialización. Las guerras, el racismo, el odio son los excesos que produce un tipo de pensamiento binario y excluyente que se desplaza desde la racionalización caprichosa a la acción, de la certeza a la ficción del delirio, -las guerras preventivas son un ejemplo de ello-.

Edgar Morín, el padre del pensamiento complejo, es uno de los pensadores cruciales para dar respuestas generacionales a la acechante certidumbre de  que “todo está perdido,”. Dice… “Los hombres siguen destruyendo uno a uno los sistemas de defensa del organismo planetario”… “El conocimiento que une es el conocimiento complejo. La ética que une es la ética de la fraternidad. La política que une es la política que sabe que la solidaridad, la cual es vital para el desarrollo de la complejidad social”, su obra aboga por el principio de la retroalimentación entre sistemas, que se vuelve virtuoso  y eco-organizador  buscando un todo entre los sistemas,- del   sujeto y  del entorno-.

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