La cantante habló con este diario desde Rosario, a horas de su recital del sábado. Puntualizó que su disco con piezas de Fito es “una celebración de la amistad”, no “un homenaje”, contó cómo fue el arduo proceso de escoger el material dentro de una obra “tan entrañable” para ella, y explicó que, como siempre ha hecho, se metió en el corazón de las canciones en busca de “una voz propia”.

Conocés mucho a Fito, incluso su historia familiar, todo su recorrido de vida. ¿Este disco es especial?

-Sí, en ese sentido es la celebración de una amistad. Pero todos los discos son especiales, uno los piensa mucho tiempo, dedica mucho tiempo a hacerlos. Este sí tiene la particularidad de estar recostado sobre la obra de un amigo de muchísimos años. Allí estaremos brindando nuestro concierto junto a Ariel Naón (en contrabajo) y Pedro Rossi (en guitarra), presentando ese disco. Trataremos de hacer todos los temas más algunos que agreguemos, que yo tenga ganas de cantar ese día. Eso depende del momento también, no me gusta repetir las listas, para no hacer una cosa tan rutinaria.

¿Cómo elegiste las canciones, dentro de una obra tan rica y vasta como la de Páez?

-Me lleva mucho tiempo hacer los discos, en general. La verdad es que tomé un arco temporal muy determinado, de 1984, año de su primer disco, hasta el ’99, hasta Abre inclusive (disco de julio de ese año). Me llevó mucho tiempo elegir y decidir, no es fácil esa tarea, y más con una obra tan entrañable para mí. Así que decidí optar por ese arco temporal que me pareció más cercano a lo que yo sé de Fito, a lo que conozco de él, de su obra, de su vida familiar y personal, y amistosa. Sentí que tenía ganas de cantar ese tipo de canciones. Giros fue muy importante, Abre es muy importante. Hay muchos discos de Fito en los que yo he estado muy involucrada, y en los posteriores que hizo también, pero no cantando, participando siempre del proceso creativo.

Horas después, en entrevista con el ciclo radial Fuga de Tortugas (puede escucharse completa en el sitio web de Radio Federal Bolívar), la artista señaló que hubo temas que le hubiese encantado incluir, pero que finalmente quedaron fuera de la lista de once. Un caso fue Tumbas de la gloria, icónico ‘himnocanción’ de Páez de su disco más taquillero y a la vez consagratorio artísticamente, El amor después del amor (1992). “No se me ocurrió nada, entonces decidí dejarla”, admitió, lo mismo que le sucedió con otras piezas de Fito, que quizá quedarán en su mesa de trabajo para un futuro álbum.

¿Es un disco que celebra los lazos entre las personas, esa fue la idea?

-Sí, en este caso absolutamente sí. Por eso no es un homenaje ni un tributo, es una celebración de los lazos posibles, los vínculos posibles, llamados amistosos o familiares, como les quieras llamar.

En lo relativo a la música, la palabra lealtad no te gusta, porque remite a literalidad. Vos preferís buscar el entresijo de la canción y meterte por ahí…

-No, claro, yo nunca he hecho eso. Yo creo que un intérprete se mete en el corazón de la canción e intenta encontrar otra voz. Eso es lo que intento hacer, siempre ha sido así. Sea Fito Páez o el Cuchi Leguizamón, Atahualpa o Juan Falú. Me parece que cuando uno se mete con una obra tiene que intentar encontrar una voz propia. Lo cual no quiere decir que sea mejor que la original, quiere decir simplemente que esa obra está abierta a producir otras sonoridades, lo que es una virtud del autor, más que del intérprete.

“FITO ESTABA GRATAMENTE SORPRENDIDO, Y AGRADECIDO”

¿Cómo recibió Fito al disco, qué le pareció?

-Muy bueno, le gustó mucho. Estaba esperándolo con mucha ansiedad. Yo se lo di ya terminado, y después nos reunimos todos en su casa, lo escuchamos y fue una noche muy hermosa, estaba gratamente sorprendido, agradecido también, y celebrando que yo hubiera podido mirar su obra desde estas diferentes perspectivas. Estaba muy contento, por suerte.

Leí que a la primera escucha él te convocó pero vos preferiste no ir, sino que lo escuchara solo y después se juntaran.

-Sí, fue así. No quise, no. Me pareció que lo tenía que escuchar él solo. Yo tenía la certeza de que me iba a decir francamente lo que pensaba. De modo que fue muy linda la experiencia, precioso su llamado posterior, su alegría, y después planificar una reunión para tomar unos vinos, comer unas empanadas y unas pizzas y escucharlo con todos los compañeros que participaron en el disco, con mucha tranquilidad y felicidad. Fue muy lindo, muy hermoso.

Liliana Herrero se presentará en la sala El Taller, en Avellaneda 730, este sábado. La acompañarán los mencionados Naón y Rossi. Antes, puntualmente desde las 21.30 horas, tocará el trío de Ivana Blandamuro en voz, Santiago Epele en bajo y Lorenzo Blandamuro en percusión. Las entradas anticipadas tienen un costo de 350 pesos, y se consiguen en City Cell, en avenida Brown 156 (quedan muy pocas). En puerta el valor será de 500 pesos. Organiza Dani López junto a la productora Cable a tierra, con el aporte económico de comercios de la ciudad.

Chino Castro

Preocupación y mucha esperanza

¿Cómo te atraviesa la realidad política nacional?

-Bueno, me parece que es complejísima, pero que se vienen momentos esperanzadores. Eso creo. Momentos muy esperanzadores para que demos vuelta esta página oscura de estos cuatro años. Un período de mucho dolor, de mucho castigo a este país. Eso me parece. Es decir que veo la realidad argentina con preocupación, pero también con mucha esperanza.

La rutina que arruina

Herrero precisó que cantará el sábado en El Taller todos o casi todos los temas de Canción sobre Canción, integrado por once piezas de Fito Páez del periodo 1984-2000. Giros, Mariposa tecknicolor, Carabelas nada, Abre y Ámbar violeta, entre varias más. “Más que son varios conciertos los que haremos en la provincia de Buenos Aires. De modo que siempre voy pensado qué otra cosa puedo hacer, qué se me ocurre. Así que el recital en Bolívar irá acompañado de otro tipo de canciones, que ya he grabado, o que estoy pensando. Siempre tratando de salir de la rutina, que me parece que arruina todo el arte posible”.