Escribe: Marcela Esnaola*

Días atrás escuché en una conferencia virtual a nuestra estimada Flavia Terigidecir :“hoy tenemos una educación en la casa comandada por la escuela” y a partir de esto me animo a compartir estas reflexiones en este momento de educación atravesada por la Pandemia.

Los que hemos transitado la Escuela durante tantos años hoy más que nunca podemos revalorizar “su lugar insustituible”. Espacio- tiempo que no es tan solo un edificio físico, es  lo  que organiza y  provoca el encuentro en el que construimos lo común entre todos.

Escuela como suspensión que habilita espacios y preguntas, con un saber experto que me ayuda a aprender mejor. En ella se ejercitan los ojos y los oídos para leer el mundo, compartir ojos y oídos y habilitar voces y encuentros.

Encuentro con las y los otros, en donde nos reconocemos, interactuamos, debatimos y creamos. Espacio de miradas, de voces y de cuerpos que se ponen en diálogo. En el éxodo de ir a la escuela y estar en ella se producen estas y miles de situaciones.

Las y los docentes sabemos que en LA ESCUELA provocamos y generamos el vínculo afectivo y el apego emocional que se da en el encuentro con el otro. La escuela es el espacio en el que mundo se conserva y se renueva, nos encerramos en ella para hablar del mundo.

Hoy transitamos lo que algunos pedagogos llaman la Pedagogía de la excepcionalidad, este momento inédito cuestiona muchas de las cosas que nos suceden, pone entre paréntesis nuestras rutinas y cuestiona muchas de las cosas que antes hacíamos.

En estos días, estamos sumergidos en un proceso de virtualización obligatoria del funcionamiento escolar. Virtualidad o presencialidad parecen ser las dos caras de la moneda. La virtualidad es entendida, en estos casos, como la incorporación de tecnología que permite seguir enseñando a la distancia… solo es un instrumento queridos docentes, no nos olvidemos de esto nunca.

Seremos nosotros quienes le aportemos a lo tecnológico lo que como profesionales aprendimos, será nuestra intencionalidad pedagógica la que oriente el camino y las y los encuentre para reconocer y salvar cada individualidad como única e insustituible.

Cuando escucho decir que migramos a la virtualidad deseo decir: NO ESTAMOS EN LA VIRTUALIDAD; ESTAMOS EN CASA. Y recreamos este vínculo mediados por la pantalla de la mejor manera que aprendimos y pensamos,aunque sabemos que  algunas formas de interacción en estas condiciones particulares no son espejos de las anteriores.

Hoy la escuela atraviesa un devenir existencial, inédito y para registrar en la historia.

Inés Dussel tituló a su última conferencia “La clase en pantuflas” (está en Youtube) ya que hoy se enseña desde la propia casa en un contexto de indiferenciación de los espacios domésticos y de trabajo. Lo personal y lo profesional aparecen como planos mezclados, superpuestos mientras enseñamos y aprendemos se mezclan fácilmente las distancias profesionales con las cercanías personales.

Los invito a pensar en la revisión de los modos de enseñar, en las propuestas de trabajo y en las prácticas sugeridas.

Sabemos del agotamiento de ciertas rutinas que conservamos más por la fuerza del hábito que por su eficacia pedagógica. Reinventar la clase, como nos invita siempre Mariana Maggio, puede ser difícil. Pero lo verdaderamente insoportable, es no hacerlo. Y en contexto Pandemia, si no nos reinventamos, se pueden ahogar nuestras mejores intenciones.

Seleccionemos bien lo que enseñamos, recordemos que no existe la verdadera interacción y el diálogo que descubre la pregunta, la duda, la necesidad. No simplifiquemos el objeto de conocimiento, hay algo de nuestro saber docente que tiene que ponerse en juego y dominar a este entorno que jamás reemplazará a la pedagogía del encuentro.

Agobiar con información en este entorno digital sin sentido no conduce a nada, el cambio por clases virtuales no podemos verla en “espejo”, existe una interrupción y en la mayoría de las veces el proceso de la motivación por aprender no se activa si no hay algo más que un mousse y una conectividad que no siempre y para todos y todas es accesible.

Necesitamos una práctica pedagógica creativa, que indague las relaciones entre docentes y estudiantes (que no las agote en la conectividad o falta de conectividad), que comprenda la necesidad de trazar nuevos territorios, una práctica educativa que conecte, que pueda imaginar e ir más allá de la misma situación.

Sigamos enseñando, sigamos intentando, siempre poniéndonos en nuestros hombros a los y las estudiantes, motor y sentido de nuestro accionar docente.

*Directora de Formación Docente  Inicial

Provincia de Buenos Aires