Varios han sido los integrantes o ex integrantes de esta casa periodística que quisieron referirse a Roberto “Tuco” Galaz, quien nos dejara ayer tras batallar con una enfermedad que finalmente le ganó la batalla cuando todavía era joven para la expectativa de vida de estos tiempos.

Pablo Pequi hizo un raconto de la carrera de Tuco, enfocándose más que nada en lo deportivo.

Aquí esa reproducción:

“A los 66 años y tras darle batalla a una dura enfermedad nos dejó la “voz” de Bolívar. Su tono grave e inconfundible vistió durante mucho tiempo los diferentes eventos, tanto sociales como deportivos en la ciudad y participó también en radio y televisión.

“Un apasionado del deporte y de su Empleados de Comercio querido, donde fue presentador de las noches inolvidables del Monumental “Albirrojo”.

“Escribió las páginas iniciales de la radiofonía en Bolívar, siendo la voz comercial en Radio del Libertador. También participó en otras emisoras y terminó su carrera como locutor en FM Signos.

“Desde el inicio del proyecto del vóley en la ciudad estuvo como presentador y aportó su inconfundible sello a cada noche en el Complejo República de Venezuela; también integró la primera comisión del club y sobre el final de su vida inició un emprendimiento gastronómico en el Complejo José Domeño.

“Recorrió el país como presentador de Arano Box, en Azul Televisión. Arbitro de básquet y fútbol, jugador de ajedrez y casín, su vida siempre tuvo asociación con el deporte y la pasión. Hoy nos dejó un pedazo grande de la historia de la ciudad, que descanse en paz”.

Por su parte nuestra ex jefa de redacción, Alejandra Córdoba, también lo recordó, enfocándose mucho en los momentos compartidos:

“La grisura invernal fue anticipada por una bruma que se metió por todos los rincones, llevando humedades y esa tristeza de atardeceres que se extiende a la noche y perdura en la mañana. Lunes, Día del Amigo, Bolívar de las nieblas. Una frase rompió la mañana, la partió en mil astillas finitas, como si fuera de vidrio. Murió Tuco. Dos palabras. Simplemente dos palabras y se hizo añicos el lunes porque un pedazo de este pueblo se fue.

“Se llamaba Roberto pero los que conocemos de la vida dudamos un minuto, porque él es Tuco. Su pelo colorado, sus pecas, fundamentaron el apodo que lo acompañó desde siempre y que fue parte de su sello, de su estilo único e inconfundible.

“Tuco Galaz es parte de nuestra historia, de la de Bolívar por haber sido el locutor de los actos más importantes de la historia reciente, desde el Centenario hasta las maratones internacionales.  Es una pieza inescindible de la historia de los que somos, o hemos sido, parte del periodismo bolivarense. Su voz, única, de esas que podés reconocer entre cientos, salió al aire por la AM de Azul, cuando hacer radio era algo menos frecuente que lo que fue luego, con el avance de las FM.

“Integró los equipos de periodistas que se ocuparon del deporte local y regional. Fue una de las voces inolvidables del viejo canal de este pueblo, de la radio embrionaria, de las FM después, de los actos inaugurales de la Exposición de la Sociedad Rural, de las celebraciones patrias, del Cantapueblo y sus versiones nuevas con distinto nombre y la misma idea: celebrar Bolívar.

“De andar tranquilo, y de un carácter que condecía con ello, Tuco tenía una sonrisa lista para regalarte en cualquier momento y lugar. Mientras sin excusa, jugando, pero como parte de sí, comenzaba a locutar algo, tu nombre, por ejemplo, mientras te veía llegar.

“Parte de una familia reconocida en Bolívar, Tuco Galaz era la voz del nosotros, de todos, de los bolivarenses. Ese decir inconfundible, el oficio que había adquirido en años de transitar la locución y de aprender para mejorar algo que era un don de la naturaleza: su voz.

“Cuando hacíamos La Gran Colmena, una vez lo entrevisté y fue una de las charlas más complicadas, porque conocedor de la preguntas lograba escapar de las respuestas a las que buscábamos llegar con la producción, para él era un juego, un desafío, era ganar la pulseada a la emoción y ´no dejarnos pasar´ a ese lugar interior donde se busca llegar con las entrevistas de perfil.

“Hablar con Tuco era conocer detalles, anécdotas, personajes, situaciones que había vivido a lo largo de tantos años de andar frente a los micrófonos. Tuco Galaz es parte de nosotros, y lo seguirá siendo porque su voz nos queda en la historia colectiva, en la audiovisual y por fortuna de la vida, en mi caso en la  persona.

“Tuco fue, por sobre todas las cosas, una gran persona, un hombre honesto, de buenos sentimientos, un compañero generoso, un par que daba la seguridad para encarar lo que fuera. El estaba allí, era una certeza que nos daba la confianza necesaria para los que estábamos aprendiendo. Estaba y lo hacía sin estridencias, sin vanidad, con disfrute, con la sencillez de las cosas que se hacen porque se sienten, se llevan en las venas; con el goce de hablar y que su voz inundara La Rural, el Parque, los escenarios, anunciara la presencia de presidentes de la Nación, de autoridades gubernamentales, de personas del espectáculo, el paso de una reina de belleza o simplemente la lúdica cuestión de relatar el ingreso de uno al lugar de trabajo como si estuviera anunciado a una personalidad.

“Estaba dedicado a la gastronomía como parte de su actividad comercial, aunque siempre tenía tiempo y ganas de locutar. “Nos vimos el año pasado, en una fiesta, estaba junto a Cristina, nos dimos un abrazo y me dijo algo que siempre quisimos hacer: ´Hagamos televisión. Un programa de entrevistas, sin demasiado decorado, perfiles´. Mi respuesta fue la de siempre: ´Ay, sí! Hagamos Tuco!´, que no por repetida dejaba de ser sincera. ´Tenemos que despuntar el vicio´, me dijo entre risas, y sí, había que despuntar el vicio pero nunca hay tiempo para el hobbie, porque la urgencia está en otro lado y así pasa el día, el mes, la vida.

“Tuco de mi corazón, siempre serás parte de este pueblo y su historia, porque tu historia es también la de esta ciudad, por eso uso el verbo en presente cuando empiezo a escribirte. Duele mucho que te hayas ido, a mi y a muchos otros. Tu partida astilló esta mañana de lunes y suprimió las sonrisas.

“Abrazo a tu familia, sostenidamente, te despido en palabras y en mi interior te veo andar tranquilo, saludando, hablando, como hacías siempre y me sonreís en la calma del recuerdo y te vuelvo a abrazar como tantas veces, con el respeto y cariño que generan los seres como vos. Gracias por todo lo que nos diste, por lo que nos enseñaste y lo que me enseñaste. Que tu viaje sea con la paz que merecés”.

Dicho lo anterior, debemos agregar que Roberto también tuvo la oportunidad de conducir su propio programa de televisión, que no pudo llamarse de otra forma que “Mucho Tuco”, que se emitió por la señal local hace ya más de una década.

El Gallego César Pérez, alguien a quien no se puede dejar de consultar en estas cuestiones, por su amistad de años con Tuco, nos recordó algunas de las muchísimas anécdotas que Tuco contaba en alguna charla, algún café, algún asado, y la celebraba frotándose las manos rapidito a la altura de la nariz y acompañando con una sonrisa.

El mismo Gallego fue quien recordó los tiempos en que Tuco transmitía el corso en vivo por radio y contó la anécdota del Oso Blanco que al escuchar que Roberto lo había identificado y lo había nombrado, no esperó a dar la vuelta al recorrido del corsódromo sino que pasó una y otra vez dando la vuelta al escenario, para que Tuco lo nombrara. “Y pasa un oso blanco, y otro oso blanco, y otro más”, recordaba Galaz entre risas.

Las primeras experiencias en radio y en televisión le dejaron millones de anécdotas que siempre compartía.

Optimista por naturaleza, el Gallego recordó que cada vez que le dijo “voy a emprender algo”, Tuco le contestó “yo te acompaño”, aunque fuera al principio del emprendimiento; pero Roberto estaba ahí.

César Pérez también contó que Yanina Galaz, hija de Tuco, tuvo la suerte de despedirlo pese a que no vive en la ciudad (está radicada en La Plata).

Seguramente estará por estas horas compartiendo un café con su amigo Hugo Mosca, que se le adelantó en la partida, o un escenario con José Luis Piro, que se fue un tiempo antes. Donde esté, seguramente hará notar la presencia de su voz y su amistad, como lo hizo en su paso por la tierra.

Angel Pesce