Inmejorable ha sido, para el pehuajense Fernando Belasteguín y el catamarqueño Agustín Tapia, el cierre de la temporada 2020 del World Padel Tour. El domingo se consagraron campeones del “torneo de los torneos”, el Master final disputado en Mallorca. Y para ello tuvieron que derrotar en el partido decisivo a los españoles Juan Lebrón y Alejandro Galán, los “galácticos” que tuvo este atípico año del mejor padel mundial. En las apuestas previas al choque, “Bela” y Tapia iban abajo; se diría que hasta iban “de punto” teniendo en cuenta que Lebrón y Galán habían ganado la mayoría de los torneos del año desplegando un padel “moderno”. Pero allí los argentinos se le plantaron y liquidaron el pleito en dos sets. Qué decir de Tapia? que es el futuro,  que es una piedra preciosa que aún tiene margen de seguir esculpiéndose, que a poco de presentarse en el Circuito dejó su sello... En definitiva, que está llamado a ser ¿el sucesor? de ese muchacho ya mayor que tuvo a su lado esta temporada. Tarea nada sencilla y mochila pesadita si es así para el pibe de Catamarca. Es que “Bela” es el Diego del padel. Este año, por ejemplo, siendo el jugador de más edad de los que tienen el privilegio de estar en el “top ten” tuvo que sortear hasta una lesión, adecuarse al nuevo compañero que venía con toda la enjundia de la juventud, acostumbrarlo a la presión, aprender a ser su compañero incluso cediendo su puesto de revés en difernetes momentos... Todo esto sin descuidar posiciones en el ranking, sin dejar de estar en la conversación. Fue un circuito raro, extraño, atípico; interrumpido por las medidas sanitarias al comienzo, disputado sin público... Lo que nunca cambió fue el nivel de juego, la espectacularidad de los puntos, la consolidación de varios jugadores, la aparición de otros... Pero sin dudas, lo que este 2020 no ha podido modificar ha sido la permanencia, el temple, el juego, la personalidad, la humildad y el carisma de este verdadero grande llamado Fernando Belasteguín. Ya hace tiempo que ganó todo, incluso sus “pulseadas” han sido consigo mismo, para superar números que sorprenden, datos estadísticos que parecen dibujados pero que marcan lo que ha sido y es este tremendo jugador de padel. Su “auto exigencia” lo ha llevado a ganar nada menos que otro Master, al que todos quieren quedárselo pero al que sólo pueden aspirar los mejores jugadores de la temporada. Entre ellos, otra vez estuvo “Bela” y, entre ellos, el más destacado volvió a ser él.  Nunca deja de emocionarnos.

En este año de tantos sacudones anímicos, de tanta noticia que impactó, conmovió y nos llenó de angustia, las lágrimas de este hombre de Pehuajó, con el que alguna vez compartimos un choripán en la cancha de Independiente y un café en el centro, nos estrujan el pecho, pero de satisfacción.  Nos afloran un montón de adjetivos, un sinfín de frases para felicitarlo. Quizás cerremos el año un poco “flojos”, pero lo que transmitió Bela el fin de semana nos despertó también a nosotros una lágrima. Tal vez fue la que quedó en puerta después de lo de Diego o lo de Sabella; pero esta vez fue de alegría.

Salud, “Boss”.

Y gracias.

S.M.