El hermano del medio, con lo que eso significa, Justo, el mayor, el Negro, fallecido hace ya algunos años, y Daniel, el menor, el recientemente asumido presidente del comité de la UCR. Precisamente Daniel, ayer entre lágrimas en el cementerio recordaba lo feliz que estaba con su asunción.

Diki Salazar era de esos militantes radicales que siempre estaban para lo que hiciera falta, pintar una pared (su oficio), pintar y colgar un pasacalles, era de esos que gustaba de hacer las tareas que a otros no les gustaban o les costaba más.

Tenía la virtud-defecto de decir las cosas de frente, sin medir muchas veces las consecuencias. A la mayoría los trataba de “usted”, y más de una vez se lo escuchó recriminándole a alguien por cuestiones políticas del pasado. “Usted en tal año estuvo con tal”, solía disparar a modo de reproche hacia algún panqueque.

A pesar de su amor por el radicalismo, contaba con orgullo que allá a fines de los ´90 había logrado un microemprendimiento a través de la Provincia gracias a las gestiones de la Fundación Futuro del entonces diputado Isidoro Laso. Allí surgió “Hidrolavados El Diki”, que expulso un par de veces en la Rural de septiembre junto a otros microempresario de aquella época como Carlos Di Palma, de Cortinas “El Dipi”.

Tenía mil anécdotas, conocía a mucha gente y solía vérselo a paso tranquilo cuando caminaba, o muy despacio en la bicicleta o en la moto. Sabía ir a ver amigos de toda la vida y quedarse charlando horas.

Participó en cuanta interna radical hubo, y mucho más en la última, cuando al fin su hermano Daniel, a ese que ayudó a caminar, a andar en bici y demás, esas cosas de hermano mayor, iba como candidato.

El sábado participó de un Zoom en el que Daniel Salazar fue presentado a los afiliados, dirigentes locales del radicalismo y a los legisladores provinciales de Juntos por el Cambio. El domingo a la noche no se sintió bien y falleció de un paro cardíaco.

Se fue el Diki, para el dolor de su esposa y sus dos hijos, de su hermano Daniel, de su sobrina-ahijada Belén y de tantos otros que lo trataron y conocieron, y aprendieron a quererlo tal cual era. Se fue un “personaje” de esta ciudad a los que con sólo nombrarlos por el sobrenombre alcanza. Se lo va a extrañar. QEPD.

Angel Pesce