16 de agosto de 2021
Llego a San Sebastián huyendo de la ola de calor que azota a España.
Recostada sobre el Cantábrico, con sus cielos nublados y su clima fresco fue durante décadas el lugar predilecto de veraneo de la aristocracia española. A partir de 1886 la viuda de Alfonso XII, la Reina Regente doña María Cristina lo puso de moda construyendo el Palacio de Miramar, de estilo " old english" , rodeado de hortensias desde donde se tiene una magnífica vista de la ciudad donostiarra.
Fue por entonces cuando un grupo de vascos inmigrantes se radicaron en Bolívar y así también designaron Miramar al paraje donde vivirían... Hospedado en el Hotel Ma. Cristina, es como vivir aquellos años de la Belle Epoque. La Playa de la Concha, con un magnifico paseo marítimo al que miran esplendidas residencias y la playa de la Zurriola siguen siendo el destino del turismo más exclusivo.
En la Concha esta el Balneario La Perla, construido en 1912, y de pronto encuentro la razón del nombre que Jaureguízar, otro vasco radicado en Bolívar, eligió para su gran almacén hoy convertido en Centro Comercial recuperando su nombre original.
Tomar una copa desde la terraza de La Perla mirando ponerse el sol sobre el mar es un espectáculo maravilloso. Por la noche, el casco antiguo se llena de bullicio y de "Cuadrillas" de amigos que beben y gustan la exquisita comida vasca. El bacalao al pil pil o el marmitako regados por el txacoli, un vino blanco que pega fuerte es solo una muestra de ello. A pocos kilómetros, pasando Zarauz, está Guetaria, un pueblecito pescador. Allí, en lo que fue la antigua Villa de Veraneo de la Marquesa de Casa Torres, se levanta el Museo Balenciaga, impresionante construcción de hierro y cristal que alberga la colección de modelos del gran modista que hizo de la pureza de las líneas un estilo. Nacido en Guetaria, la Marquesa de Casa Torres lo descubrió convirtiéndose en su mecenas. Su última obra fue el vestido de novia de la Reina Fabiola de Bélgica, nieta de la Marquesa. Un lugar para no perderse. Verde, húmedo y fresco, afrancesado y distinguido podría definirlo como el Biarritz español. Un lugar de buenos amigos, de paseos tranquilos y de una excepcional cocina. Y con Miramar y La Perla, dos nombres que en Bolívar nos hablan de la nostalgia por esta tierra Donostiarra.
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