29 de abril de 2022
Eduardo O’Brien fundó en 1909 una localidad en el partido de Bragado, que llevó su nombre. Pero en 1935 se decidió homenajear a un militar que luchó junto a San Martín. El pueblo terminó llamándose General O’Brien hasta que una ley de 2017 puso las cosas en su lugar.
John y Edward eran irlandeses. Nacieron a muy poca distancia uno de otro, pero en diferentes siglos. El curso de sus vidas los trajo a Argentina en momentos y circunstancias muy distintas. Durante unos cuantos años convivieron en nuestro país. John partió y murió en Europa. Mucho después, en Buenos Aires, falleció Edward. Jamás llegaron a conocerse, pero un curioso hecho los unió: ambos le dieron nombre a un pueblo del partido de Bragado. Porque los dos se apellidaban O’Brien. Y si Edward fundó el lugar, por un homenaje John terminó “usurpando” la denominación de la localidad durante un largo tiempo, hasta que en 2017 O’Brien, con sus 2.500 habitantes, volvió a ser Eduardo O’Brien.
El pueblo que fue involuntario protagonista de esta historia rocambolesca se fundó el 21 de marzo de 1909 en tierras donadas por Edward / Eduardo O’Brien, a casi 40 kilómetros de la cabecera del distrito. En diciembre de ese año llegó el Ferrocarril del Oeste, que iba y venía con cereales, hacienda y pasajeros por su camino de fierro.
Wexford, 1836
Eduardo, en tanto, había nacido en 1836 en Wexford, en las costas del Muir Éireann o mar de Irlanda. Emigró a Brasil a los 14 años con sus padres Patrick O’Brien y Frances Kavanagh. La familia luego se asentó en Carmen de Areco.
Juan Isidro Quesada y Juan Ramón D’Angelo cuentan en “O’Brien en la historia” que Eduardo “donó los terrenos para la Intendencia, dos escuelas, matadero y cementerio, construyendo la iglesia que sólo recién después de su muerte fue inaugurada, siendo la madrina de la ceremonia de inauguración su viuda, doña Francisca Bohan, con quien se había casado en la Iglesia de San Ignacio en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1875”.
Previo a esto, la región ya era habitada por gauchos que formaron pequeños rodeos de vacas y fueron el núcleo de población en la zona, y el origen de algunas familias cuyos descendientes aún moran en O’Brien.
Wicklow, 1786
Mientras tanto, mucho antes y muy lejos de allí, en 1786, vino al mundo John Thomond O’Brien, en Wicklow, una ciudad también bañada por el mar de Irlanda, a menos de 100 kilómetros de la tierra natal de Eduardo O’Brien. John fue soldado y marinero en su juventud y luchó en España contra Napoleón Bonaparte, al igual que José de San Martín.
No se sabe muy bien por qué llegó al Río de la Plata en 1812. Algunas versiones dicen que tenía la idea de dedicarse al comercio y en otros casos se dice que era nada menos que un auxiliar militar enviado por el Ejército británico para controlar a San Martín y a Carlos María de Alvear.
Como sea, al poco tiempo de su llegada se enroló como oficial en el Regimiento de Granaderos a Caballo. Se unió al Ejército de los Andes y allí fue ayudante de campo del Libertador en las batallas de Chacabuco y Maipú.
En 1820 formó en la Expedición Libertadora del Perú. Acompañó a San Martín en el campamento de Huaura y en la entrada a Lima. Fue uno de los presentes en el acto de la firma de la Independencia del Perú, y enviado con trofeos de guerra a Santiago de Chile y Buenos Aires.
Más tarde se incorporó como general al Ejército de Andrés de Santa Cruz, durante la guerra de la Confederación Peruana Boliviana contra la Confederación Argentina, entre 1837 y 1839. Luego se estableció en Uruguay y fue embajador de Fructuoso Rivera ante Gran Bretaña e Irlanda. Abandonó el Río de la Plata a la caída del dictador Venancio Flores en 1854. Quiso volver a Argentina en 1861 pero falleció en pleno viaje en Lisboa, Portugal.
Sus restos fueron repatriados en 1935 y depositados en el Cementerio de la Recoleta. En 2017 se los trasladó a Mendoza.
General O’Brien, 1935
Precisamente, 1935 es el año en el que empieza la confusión. Porque la comisión irlandesa argentina que planificó los homenajes que se le brindaron al mariscal de San Martín solicitó a la Dirección General de Ferrocarriles “que se dé nombre de General O’Brien a alguna estación en las inmediaciones de la Capital Federal”, tal como se lee en un acta en el museo de la ciudad bragadense. Y si bien la región está a unos respetables 220 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, que el lugar ya tuviera por obra de la casualidad el nombre de O’Brien fue suficiente, y se le agregó el “General”. Eduardo O’Brien, el fundador, no pudo quejarse, ya que había fallecido en 1912, y fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta.
Ocho años después el cambio se oficializó. Según Quesada y D’Angelo, tras ser derrocado Ramón Castillo en 1943 los generales que llegaron al poder “trataron de militarizar todo lo que caía bajo sus ojos”. Así, a principios de 1944, “sin averiguar quién era Eduardo O’Brien, a la estación le agregaron el ‘General’ para honrar a Juan O’Brien, que nada tenía que ver con quien había andado por estas tierras. Pues, ni parentesco tenían”, aseguran.
Más tarde, afirman los historiadores, el pueblo llegó a ser conocido con el inverosímil nombre de General Eduardo O’Brien, y los dos irlandeses que en vida jamás tuvieron relación se fusionaron tras su muerte.
Eduardo O’Brien, 2017
Durante mucho tiempo los lugareños pidieron, con justicia, que se reconociera al fundador del pueblo y se volviera al nombre original. Este reclamo fue tomado por la diputada provincial María del Carmen Pan Rivas (Frente para la Victoria), esposa de Aldo San Pedro, exintendente de Bragado. Pan Rivas presentó en 2015 un proyecto para restituir el nombre al pueblo, luego reintroducido por el legislador Avelino Zurro, también del FpV. El proyecto recibió su sanción como ley con el número 14.894 y se publicó en el Boletín Oficial bonaerense el 1º de febrero de 2017.
La ley 14.894 solo tiene dos artículos, y el más importante apenas reza “Sustitúyase el nombre de la ciudad ‘General O’Brien’ por ‘Eduardo O´Brien’”. Esas breves palabras, sin embargo, fueron todo para la localidad, que pocos días después, el 21 de marzo, celebró su 108º aniversario con su nueva denominación.
Entre los invitados a la fiesta estuvo el historiador Juan Ramón D’Angelo, que pudo declamar con satisfacción: “Ni el general se llamaba Eduardo, ni Eduardo era general. Hoy estamos homenajeando a Eduardo O’Brien”. (DIB) MM
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