12 de junio de 2023

Espectáculos

Espectáculos. Escenario Abierto, ¿una carta para el rock local?


Escenario Abierto, ciclo puesto en vigor hace tres sábados por Vamos de Nuevo para cobijar a expresiones artísticas de acá y allá, podría ser una carta para el rock local en una temporada de máxima sequía de sitios donde tocar.





Tras un verano que también fue pobre en opciones para exponer sus productos, las bandas afrontan los meses fríos en un panorama de caquexia, peor aún porque el invierno es ‘temporada baja’ para el rock vernáculo. Sin patios, no asoman en el horizonte tablados donde mostrarse, como no sea algún restorán en el que la norma siempre será animar la juntada de gente que come en vez de un recital hecho y derecho con todo su ritual, sepa usted que ganan más con un trifle de coso que con un sudado cover de Humo sobre el agua. Con el ‘agravante’ de que los poquitos restoranes que en la hora incursionan en la materia, vale decir Puesto Viejo y Camarón Bubba, parecen más interesados en propuestas de otros estilos, más cercanos al folclore, el tango o quizá algún amable ‘bossanovismo-popt’ póptimo para ambientar una cena sin invadir a gente que no requiere para su noche más emoción que la de hincarle los incisivos, si aún conservare ese valioso capital, a una buena tapa con fritas, sin otro condimento que un ‘chimi’. O a los exponentes de la cumbia, si el plan es poner a la clientela a bailar y hacer la digestión y que no salten los reclamos.





Si paneamos los bares, vemos que La Tranquera pervive como el único reducto dispuesto a abrirle al rock. La Vizcaína atraviesa una etapa de reformas estructurales de la que es muy probable que no salga incólume ni el viejo escenario, el extinto Sambuca es apenas un recuerdo de ribetes cuasi pintorescos y mucho más no hay, salvo Dublin, cada vez que ‘BetoBriasco, delantero de Boca, incurre en el “error” de marcar un gol. Para no tener que remontarnos a los pretéritos tiempos de El Barco, con Captain Grismado y su fiel e impertérrita tripulación.





El auditorio de la Rivadavia, uno de los espacios más activos en la producción de cultura y espectáculos, no ofrece en el rock local más interés que Patricia Bullrich en resolver conflictos dialogando.





Tampoco corren noticias de que el auditorio de Cultura vaya a abrirse para alguna cosa que no sea teatro, pero no habría que descartarlo y menos en un año electoral, en el que nunca falta algune que salta a arrancarse la chomba con lo que menos cabría esperar. El área también dispone de un bonito patio, que curiosa y groseramente no fue abierto ni para baldearlo en el verano más tórrido de nuestra historia, no se les irá a ocurrir ahora.





Mientras la pertinaz productora Dani López no tiene previsto organizar fechas con grupos de acá, abocada como está a la realización de conciertos masivos con figuras top del firmamento nacional. Aunque podría hacer alguna excepción y tirarse un ‘pelopinchazo’…





Así, la lógica de esta foto de tintes sepias podría ser rota por Escenario Abierto, el ciclo de VdN en la casa que comparte con la Biblioteca Cabrera. Nadie ha dicho un, dos, tres, cuá, y, si querés, el núcleo de este artículo destila el perfume de un ‘antojo’, pero varias cosas parecen encajar para que nuestro rock ‘haga ranchada’ en Falucho 780 en un invierno que se insinúa filoso.





Básicamente, porque los hacedores de la serie se muestran interesados en montar funciones a todo tren (y se sobreentiende que no sólo de teatro, ni de grupos foráneos), siguiendo aquella máxima/ lógica/práctica de la prepotencia de trabajo de la que hablaba Arlt, justo cuando las bandas necesitan que su actividad no quede reducida a la mística de un bien regado garaje. Mejor aún, su capacidad de unas sesenta butacas quedaría como traje entallado en función de la cantidad de acólitos que moviliza nuestro rock, una minoría social, más vale, como tantas otras a las que se les da pelota.





Acaso nadie se forre pero todes sobrevivan, una suerte de ‘siga participando’ pero con una digna melodía, hoy apagada y sin dar de comer a nadie tampoco: aquellos para los que el arte jamás será pan, en lo único que han sido eficaces es en multiplicar el hambre y la frustración general, en poner a la esperanza de moto delivery de pizza. Toneladas de gobiernos que no invierten en arte sino en otras cosas, siempre hay una urgencia más urgente, y mirá qué lindo que nos va.





Fuera de que transitamos un período en el que, en mancuerna con la peladera de escenarios, la escena afofa musculatura en relación a unos pocos años, a partir de la ¿inesperada? disolución de un par de combos pulenta, un tipo de mala noticia que jamás se da a conocer, “Hola, qué tal, gracias a los medios por venir, es para anunciar que nuestra querida banda ha rrrrevennnntado por los aires y chau, ¡andá a pedirle un ‘estribo’ al trío de tu tía, taráu!”. Aún con algunas juntadas en ciernes, que todavía no trasponen el bombazo de un redoblante. Quizá ya tengamos más grupos de teatro y gente filmando pelis como si empezara el mundo -o se terminara y hubiese que dejar registro- que banditas, lo que desconozco si está mal, buenísimo o ninguna de esas dos siempre arbitrarias categorías, pero sí sé que es otro tema. Amén de que, a diferencia del teatro (ponele fe), se juntan cuatro ñatos y en ocho ensayos salen afiladitos, sea para fundar una banda o refundarla (para refundirla siempre hay tiempo).





Algunos poptimistas pensaban/elegían creer que, tras el apagón de la pandemia, se produciría una explosión de bandas. Sonrisales, hasta se permitían proyectar que, mínimamente, los viejos escenarios reabrirían deseosos.





Pero nadie se aventura y estamos asistiendo a algo más parecido a una implosión, una tendencia que quién sabe la hoy lejana primavera comenzará a revertir, cuando entre los jazmines abriéndose al sol vuelva Fede y nazca algún patio más. (Rubro patios, atenti: también ha sufrido una reducción en los últimos veranos, en los que el bueno de Fede quedó casi como el último y por eso imprescindible bastión de la mano de la pareja Familia Acosta, ya sin Lomada, junto a alguna fugaz experiencia que no superó la empalizada de las buenas intenciones y el asado rico y no revolcado, cual fue el patio Las Rosetas, de Angie Mandrini y Enzo Miramón, con una sola edición en febrero 2021, y el fiel Tres Acordes, de Gabo Apestegui, cuya política parece ser abrir (muy) cada tanto. Escenario Abierto asoma entonces como una costa posible. Una carta alcanzable para el rock vernáculo, con la que seguir en el juego, haciendo el aguante, evitando el ablande. ¿La única/última de este inminente invierno?





Porque sería una barbaridad tener que aguardar al Me Encanta, terrible. Descontando que al vetusto Encuentro de Rock ya no lo rescatará ni el siempre peinado Aquaman. O por ahí este año sí.





Por supuesto, esta canción continuará.





Chino Castro.


COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO

Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

POLÍTICA

POLÍTICA

Kicillof anunció la reactivación de las obras de la "Ruta del Cereal"

El Gobernador también dio inicio a las obras de construcción de la Estación Transformadora (ET) local e inauguró una sucursal del Banco Provincia.

POLÍTICA

Subscribite para recibir todas nuestras novedades

data fiscal  © 2024 | Diario La Mañana | Av. Venezuela 159 | Bolívar (CP 6550