Quienes hace años cubrimos los cierres de listas y esperamos hasta la madrugada para saber quiénes van con quiénes, el sábado/domingo asistimos a un hecho inusual. Nunca había pasado que hubiera que esperar tanto a una lista oficialista, en particular porque esas cuestiones, más tratándose de gente que gobierna, se cierran antes, con tiempo, con charlas de por medio, como debe ser.

El sábado llamativamente a cada uno de los que les consultamos decían  “no sé nada, no tengo info”, aún gente que uno entendía que podía llegar a terminar en la lista. Era mucho, quizás demasiado pedir que se supiera a una hora razonable quién encabezaba, después de todas las idas y vueltas, clamores y no clamores, de que Marcos, de que Bali, y así; pero al menos tener los otros lugares más o menos cerrados para a la hora de conocer la “cabeza” sólo agregarla y largar la noticia.

Eso no pasó, hubo que esperar hasta las 5.58 de la madrugada (obvio que nadie esperó) para saber que la lista del oficialismo la encabezaba Marcos Pisano en su intento de reelección. Hasta ese entonces hubo una serie de idas y vueltas, negociaciones de uno y otro lado, llamados apurados pidiendo documentos ya de madrugada, una serie de cosas que parecía que para un oficialismo deberían haber estado resueltas antes, pero no lo estuvieron. Hay una cuestión muy clara, el operativo clamor por Bali Bucca no era sólo eso, el senador provincial tiene ganas de volver a gobernar su ciudad, lo legislativo lo hemos dicho muchas veces que no es lo suyo; pero hoy es el lugar que le toca. La chance de que Bali volviera a intentar un período más como intendente se iba a dar sólo si a Marcos Pisano le abrían la lista de diputados provinciales en un lugar a entrar, es decir uno o dos.

La boleta seccional venía complicada, si bien se abrían chances porque era casi seguro que la iba a encabezar una mujer, Mercedes Landivar, que no es más ni menos que la esposa del todavía diputado provincial César Valicenti, hombre de Hinojo, Partido de Olavarría. Ahí, con el segundo lugar para un varón, Pisano tenía una chance seccional y Bali la de volver al pago chico.

Pero el tiempo fue avanzando, las chances de colocar al 2 se fueron desvaneciendo, más cuando el massista Ricardo Lissalde, hombre de Saladillo y ex diputado provincial, apareció en ese casillero, que parecía que podía ser para otro; pero el precandidato a presidente también jugó sus fichas en la Séptima (como lo hizo con Luciana Padulo hace cuatro años). Al menos Lissalde, con sus pro y sus contras, es de un distrito de la Sección, no de Tigre como la todavía hoy diputada, que rara vez se la vio por estas latitudes.

Sin chances para un lugar de privilegio en la Séptima (el cuarto es decorativo, más para alguien que viene de ser intendente), todo volvió a fojas cero, barajar y dar de nuevo. No había mucho más para negociar, Pisano debía seguir peleando por su lugar por la reelección como casi única opción, mientras Bali no bajaba sus pretensiones. Sólo ellos saben los momentos de tensión vividos, que ya a esa altura de la madrugada hacía que en varios grupos de Whats App de la Sección se preguntaran “¿Qué pasa con Bolívar?”.

A Marcos Pisano todo lo que ha logrado tener en política siempre le ha costado, al margen de aquella “herencia” de Bali en 2017 cuando el hoy senador provincial se fue de diputado nacional de la mano de Florencio Randazzo. Fue secretario del bloque de concejales allá por 2009, luego le tocó comandar los destinos del Anses (primero en la avenida Almirante Brown y luego la mudanza a la sede actual de calle Alvear), a la par que en 2013 fue electo concejal. En 2015 Bali, previendo que podía buscar en cualquier momento una salida legislativa, lo puso como su primer concejal en la lista con la que buscó la reelección, aún cuando a Pisano le quedaban dos años de mandato como edil.

2017 fue el año en el que se le abrió la puerta grande de la Municipalidad. Bali eligió buscar nuevos horizontes, y Marcos quedó en el sillón mayor. Lo retuvo en 2019; pero no gratis, le costó ceder al primer concejal, ese que siempre le debería corresponder a una persona del riñón del intendente; pero acuerdos son acuerdos y Laurita Rodríguez se transformó en su primera concejal y su intendenta suplente.

En esta ocasión parecía que la mano venía parecida, que Laurita iba a renovar de 1 con Pisano de intendente, y que Marcos Beorlegui, principal espada del intendente, iba a marchar en segundo lugar. Pero empezaron las trabas, Bali quería “minar” la lista de concejales con gente afín a él, varios de los cuales participaron del “operativo clamor”, y las negociaciones se tensaron.

Pisano buscaba repetir la lista del 2019, aceptaba a Laurita de 1; pero pretendía que el 2 fuera Beorlegui. Bali, por en contrario, a sabiendas de que no podía volver al municipio, decidió poner también al 2, que no era nada más y nada menos que Franco Canepare, el juez de faltas municipal. Con recordar que lo imputó a Pisano por los fuegos artificiales que se lanzaron en el Me Encanta Bolívar de hace algo más de un año alcanza para que cualquiera se dé cuenta que el intendente no estaba de acuerdo con ese lugar. El 3 también lo puso Bali, Magalí Tulio, una de las secretarias privadas de la gestión y también parte del “operativo clamor”.

A regañadientes, muy a regañadientes y ya de madrugada, con más de un bostezo encima Marcos Pisano terminó firmando el 1 en la lista para ir en busca de la reelección. A su lado Marcos Beorlegui firmó en el casillero 4, y emprendieron juntos el regreso a Bolívar, mientras que en otro vehículo, claro, volvían algunos de los del “operativo clamor”.

En un quinto lugar, expectante, quedó Mónica Ochoa, de Kolina, que buscará la reelección. El sexto es para Hernán Mansilla, a quien los sciolistas locales le recomendaron que no firmara tan abajo y no avalaban ese lugar de “privilegio” que les otorgaron.

El otro “terremoto” se dio en la nómina de consejeros escolares. En primer lugar aparece Silvia Ochoa, secundada por Mauro Pérez, actual presidente del Consejo Escolar. Mauro no tomó de la mejor manera ese segundo lugar y ayer tuvo reuniones varias, entre ellas con el intendente Pisano y el senador Bucca en busca de respuestas que lo tranquilizaran, que quizás encontró, o que quizás no. Las localidades están representadas en Micaela Chiminella, de Urdampilleta, como precandidata a concejal titular en séptimo lugar y Luis Rodríguez, cuarto entre los suplentes. Silvana Aguilar, como segunda consejera escolar suplente, va en representación de Pirovano. Fernando Alvarez, de Identidad Bolívar, también logró un lugar casi cayéndose de la lista, como él mismo lo graficó, ubicándose en el tercer lugar de los consejeros escolares suplentes.

Pasó el aluvión, ¿pasó? Después de un sábado rabioso y un domingo de furia, el lunes fue para bajar los ánimos y tratar de tranquilizar a las “fieras”. Todos, Pisano y Bali primero que ninguno, saben que la tensión debe establecerse para lograr una campaña en paz y tirar todos del mismo carro. Fue claramente un error hacer enfrentar a las segundas y terceras líneas con un “operativo clamor” que no terminó dando sus frutos, y recomponer esas relaciones será lo más costoso.

Pisano buscará en agosto un buen plafón de votos que lo posicione de cara a octubre, ante un Juntos por el Cambio muy fragmentado; pero que sacará una buena cantidad de votos si se suman a todos los precandidatos que lleva. Milei es una incógnita y las dos listas de izquierda parecerían no representarle un problema grave en esa contienda que será una encuesta verdadera, la más fiel de todas, y de la que quiere salir lo mejor parado posible.

Ángel Pesce.