16 de octubre de 2023

Política

Política. Motosierra a lo importante y que lo urgente siga goleando


Las declaraciones negacionistas del aspirante mejor perfilado para presidir un país donde ocurrieron tragedias que son emblema mundial constituyen uno de los hechos más graves de los últimos años en Argentina, luego viene que ese sujeto se llama Javier Gerardo Milei. Un episodio que debería haber motivado amplias mesas de debate, reflexión y finalmente condena en la tv y las redes, los cafés, las cocinas hogareñas y las aulas escolares, pero que sin embargo fue obturado por cuanta pavada -o cosa seria- anduvo volando por allí. A los indignados por todo esto no les hizo ni la tos, y eso sí que por algo será.





Una cosa es la libertad de expresión y otra la apología de delitos, y legitimar a la última dictadura y aseverar con desdén que nuestros desaparecidos serán a lo sumo ocho mil, equivale a promover las peores atrocidades cometidas en el país junto a la sanguinariamente llamada Conquista del Desierto. Como si no hubiese corrido suficiente sangre por los pozos llenos de cadáveres de nuestra historia reciente, bajo los luminosos puentes de un idealismo que permanece invicto porque no lo dejaron ser. Como si las marcas del horror no escalofriaran aún a cualquiera con un mínimo de dignidad y amor por esta estragada patria que quiere parecerse a Europa y Estados Unidos, el epítome de las manos cubiertas de oro pero manchadas de sangre, olvidándose de San Martín cuando alertaba que “serás lo que debas ser, o no serás nada”.





Es claro que las expresiones de Milei, que no configuran una opinión sino una amenaza de lo que podría ocurrir bajo su presidencia, se apalancan en la brutal deshistorización que como un gusano va comiendo la conciencia de mayúsculas porciones de nuestro pueblo. Y demuestran que a través de estas cuatro décadas el dispositivo formativo falló en lo central: muchos/as de los que han educado en derechos humanos no han de haber creído en ellos, no habrán actuado por convicción sino por obligación, con más resignación que fe en el poder popular y agazapados en pos de exhibir su verdadero rostro. Por más que no salgan abiertamente a coincidir con el cuerdo de la motosierra. Me refiero no sólo a docentes, ya que también educan los artistas, los intelectuales, deportistas, periodistas, líderes religiosos, empresarios y de opinión en general. De otro modo no puede entenderse cómo fue que pasó, cómo resurgió un monstruo que creíamos enterrado en el último confín de nuestras mayores vergüenzas, y que la ‘teoría de los dos demonios’ sea lo más simpático que se esté esgrimiendo estas horas. Luego de tanto asesinato, tortura, desaparición, robo de bebés, infame arrebato bélico ‘on the rocks’, saqueo económico y vejación del futuro perpetrados por el Estado en el marco de un parejo plan de exterminio por el que somos más referencia mundial que por el Diego, es como volver a discutir si la tierra es redonda o llegás a la esquina y te caés, pero allá vamos -o nos llevan-.





Esa deshistorización se refleja también en que las sentencias de Milei no han movido la aguja de la agenda pública que impone a los argentinos de qué hablar y hasta qué y cómo pensar, o si mejor no porque aburre e implica un esfuerzo que habría que usar en seguir produciendo para mantener a los vagos del circuito financiero. La sociedad líquida corroe todo pilar, y sorbo a sorbo liquida tu conciencia. Tras los dichos del candidato de La Libertad Avanza, casi todo el espacio del debate público fue asignado al affaire Insaurralde. Para sorpresa de nadie, medios del país se abalanzaron a caranchear lo que queda de él con un ahínco que jamás pondrían en aportar algún gramito a la masa crítica que intenta frenar la ola negacionista, porque sienten/saben que, si en la Argentina pasara lo peor, a ellos no les pasaría nada. (No será porque están de acuerdo, ¿nocierto?) Un compromiso militante innecesario, frente al mamarracho de funcionarios tan ávidos de marcarse goles solos, como Fernández, el presidente fantasma, aquella fría noche de pandemia dura en que festejaba con amigos y champaña el cumpleaños de su compañera, mientras los argentinos permanecíamos aislados por orden suya para no propagar la cadena del contagio. Claro que si Insaurralde hubiese sido antiperonista, mejor aún antikirchnerista, hasta capaz que saltaban a defenderlo comparándolo con alguno peor, que siempre hay.





Horas después de las expresiones del líder libertario, en Bolívar fue noticia la inflamada solicitada que el radicalismo le clavó al ‘toro’ ‘Bali’, exigiéndole que no mienta más y se prenda fuego avisando que su candidatura es testimonial. De condenar la salvajada de Milei, tanto que aman montar la vara moral del ser argentino en el juicio a las Juntas promovido por el mejor Alfonsín, ni una línea. Silencio, donde habría que volver a gritar el glorioso ¡Nunca más! Una pena, aunque bien que le baten la verdad al ex intendente, que no podrá ser concejal y senador a la vez, vale decir que defraudará a los que lo mandataron cuatro años para legislador provincial si renuncia para asumir como edil, o a los bolivarenses si cumple sólo dos años de un mandato que es de cuatro. Diferente es el caso del también aspirante a concejal por el oficialismo Franco Canepare, quien sólo podrá defraudar a los que lo elijan para ese cargo si decide continuar como Juez de Faltas, un puesto para el que no lo votó nadie.





Alemania es un modelo a seguir, dijo Milei. Sin embargo, en el país teutón iría cinco años preso con prisión efectiva si osara espetar frases que negaran o disculparan el nazismo. En Suiza, Bélgica, Austria, República Checa y otras naciones, hasta Francia, se ha avanzado en el diseño de una legislación progresista, que penaliza el negacionismo, mientras en Argentina, un país modelo en el juicio a genocidas, el aliento no ha dado para tanto y a esta bajura de la soirée el próximo 24 de marzo el propio Estado podría organizar un gran acto de desagravio a Videla y toda su runfla de genocidas. Peor que eso, no se consigue.





Los dramas del día a día nos comen el hígado, pero ya iría siendo tiempo de ocuparse de lo importante, de modo de subir por fin el hundido piso de nuestras urgencias. Es decir que no hablar de los dichos de Milei y de negacionismo en general, es en la hora uno de los principales factores de que haya tanta hambre en la (aún) República Argentina.





Chino Castro.


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