Tras la lluvia del martes, LA MAÑANA recorrió los lugares más complicados cada vez que hay peligro de inundación y a menos de 24 horas del aguacero que en algunos lugares superó los 100 milímetros; pero que tuvo un pico de entre 45 y 60 milímetros en media hora a 45 minutos, el escurrimiento respondió bien, ya sea por absorción o por los canales que sacan el agua del área urbana.

Obviamente que no podíamos dejar de pasar por la zona más afectada en los últimos aguaceros, el sector del Barrio Los Zorzales en calle Balcarce, en su intersección con Jorge Newbery (la familia Cepeda con razón se ha quejado varias veces de que el agua le ingresa a la casa), y también ahora con Benito Lynch, que está del otro lado de Newbery, hacia el Barrio ACUPO y que linda con esa chacra conflictiva que el Concejo Deliberante votó como de utilidad pública, en la que se iba a realizar un canal aliviador que volcara el agua de Balcarce hacia 25 de Mayo, y que parecía el principio de la solución.

El canal no se hizo, hubo mucho tiempo sin llover demasiado y parecía que todo había quedado en el olvido, hasta que ocurren estas tormentas y todos nos preguntamos “¿cómo estará la familia Cepeda?”. Allí, sobre la propia Balcarce, de Lynch en adelante y sobre la chacra polémica (que divide literalmente ACUPO de Los Zorzales Nuevo), se buscó solucionar provisoriamente aquella vez con un canal a cielo abierto que funcionó bastante bien; pero que ante semejante aguacero lógicamente que no dio abasto.

Ese canal, el de la Balcarce, debe tener un mantenimiento más vigilado, porque hoy tiene mucha vegetación e incluso algunas botellas y demás basura que ha evitado su mejor funcionamiento. Es un parche; pero si se lo limpia funciona mejor. Lo mismo pasa en la parte subterránea de ese canal, que llega hasta la avenida Antonio Díaz.

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En los lugares que sirven de registro, hay mucha vetegación, y ya llegando al final, e incluso dentro del canal que separa todo el conglomerado de Los Zorzales (a la vera del ex kartódromo de ABOKA), también hay yuyos y suciedad que dificultan el rápido escurrimiento. Ya en la avenida Antonio Díaz, entre Balcarce y Mariano Unzué, hay un par de lagunones que van a tardar en irse porque es agua que no tiene escape.

Hoy que tanto se hace campaña contra el dengue y asociados, sería bueno que se vaya a “pinchar” esas lagunas para que drenen hacia algún lugar y el agua corra. Es llamativamente diferente lo que pasa del otro lado de la Mariano Unzué, en la Av. Pueyrredón (prolongación de la Antonio Díaz en el deslinde de Barrio Obrero y Barrio Parque), ya que ha tenido algún trabajo de alteo en algún momento que hace que tras pasar la calzada de acceso, uno sienta que está en una calle distinta, y no a escasos 15 metros de un lagunón.

Otro punto normalmente crítico es la calle Palazzolo entre Nicolás Rueda y Santa Cruz, en el corazón de Barrio Vivanco. Fue la única cuadra que quedó sin pavimentar e históricamente ha sido una pileta de natación. Ayer cuando visitamos la zona, estaba muy escurrida. Y en ese sector, la prolongación Rodríguez Peña también presentaba algunas lagunas, menores; pero corregibles con muy poco.

La recorrida continuó por Pedro Vignau hacia el Club Ciudad, donde se observó un normal funcionamiento del Canal A (que corre paralelo a la Av. Coliqueo desde el Club Ciudad en Adelante) y algunas lagunas en la prolongación Av. Centenario, camino al Barrio Pompeya, nada grave. Un lugar que suele ser el termómetro del ingreso de agua a Bolívar es el parque “Las Acollaradas”, al que le ingresa agua desde distintos puntos.

Desde el canal de la calle Sargento Cabral ingresa normalmente, con una altura relativamente baja; aunque la presencia de mucha basura, que puede obstaculizar el paso del agua o no; pero que no está bueno a los ojos de los transeúntes. Ya dentro del principal pulmón verde de la ciudad se observó un tranquilo transcurrir del agua por los canales internos, mucho anegamiento en algunas partes bajas del lugar y sí algunas calles internas totalmente inundadas a las que no se les sale el agua por ningún lado, es decir, una pileta de natación.

Llamativamente la glorieta no tenía agua, más de un metro bajo el nivel de la compuerta, pese a que por el canal que corre delimitando el parque del barrio María del Carmen ingresaba agua, no en gran cantidad, pero sí de manera constante. Llamó la atención, seguramente producto del viento, que una gran planta, a poco de pasar la estatua del león y siempre dentro del círculo imperfecto que recorre la glorieta, hay una panta muy alta, de quizás 20 metros, caída sobre otra.

Habría que retirarla para evitar que otro viento la vuelva a mover del lugar y cause un accidente. Los barrios del norte, más allá de Los Zorzales, también fueron recorridos; pero sin mayores alteraciones en Obrero, Parque, Pompeya y El Recuerdo. Se vio también que han hecho un buen trabajo de alteo en esos nuevos loteos, porque ninguno presentaba anegamiento.

Seguramente que el saldo de la tormenta nunca es bueno, sobre todo para aquellos que sufrieron algún daño; pero a menos de un día de ocurrido el suceso climático, pocos rastros de agua quedaban en buena parte de la ciudad, coincidiendo con el secretario de Obras Públicas que horas después del suceso dijo que “el sistema funcionó muy bien”. Hay que corregir urgente de lo Balcarce, Newbery y Benito Lynch para evitar tener que pensar en la familia Cepeda y sus vecinos cada vez que llueve fuerte.

Angel Pesce