13 de diciembre de 2023
Por Ángel Pesce.
Se cumplen hoy casi 4 décadas del fallecimiento de Anteo Gasparri. Para muchos su nombre refiere con un barrio ubicado en el sector noreste de la ciudad. Para otros fue un gran médico, recordado sobre todo por los más humildes. Para algunos un político que fue electo en 1962 como intendente y no pudo asumir, y luego fue electo diputado provincial en 1973, siempre por el peronismo.
A raíz de una entrevista con Gino Gasparri, su hijo del medio (Aldo es el mayor, Enzo el menor), logramos algunos datos salientes del médico y político que no están tan al detalle en la necrológica que escribió el recordado Oscar C. Cabreros, director de este diario por años, y que se publicó al otro día del fallecimiento.
Anteo Gasparri era italiano, nació en Macerata, provincia de Las Marcas, Italia, el 5 de agosto de 1921. Vino al país con sus padres cuando tenía pocos meses de vida. Los acompañó una hermana mayor, Clarita. Después nacería en el país otra hermana, Amalia. Según recordó su hijo Gino, “se vinieron durante la post guerra, Italia había quedado devastada”.
El padre de Anteo, Gino Gasparri, era ingeniero de la construcción y trabajaba en el ferrocarril; había estudiado en Milán. Anteo estudió algunos años en el Instituto San José de La Plata, y luego la familia se mudó a Trenque Lauquen. Hay algunos puntos imprecisos en la línea de tiempo histórica, porque Amalia Gasparri, la menor de las hermanas de Anteo, nació en 1924 en Bragado, lo que quiere decir que para esa época la familia estaba en esa ciudad bonaerense.
Como en Trenque Lauquen en aquellos tiempos (década de 1940) no había posibilidad de cursar los estudios secundarios, Anteo se mudó a Pehuajó, a la pensión de la familia Polverini. En el Colegio Nacional pehuajense cursó primero y segundo año del secundario, y cuando culminó justo se abrió en el Colegio Nacional de Bolívar la posibilidad de cursar tercero, cuarto y quinto, y se mudó a esta ciudad.
Gino Gasparri, padre de Anteo, consiguió en 1938 el traslado a La Plata con el ferrocarril y allí se volvió a reunir la familia, ya con Anteo inscripto para estudiar medicina. Para 1946 el Dr. Gasparri ya estaba recibido de médico y haciendo la residencia en el hospital escuela, el Hospital Italiano de La Plata.
Por esas cuestiones del destino, Anteo Gasparri, que había vivido en Bragado, La Plata, Trenque Lauquen y Pehuajó, eligió Bolívar para venirse a radicar tras recibirse de médico. “Era compañero con el Dr. Numa Cusimano –recuerda su hijo Gino-, venían en el tren para Bolívar y llegando a la estación tiraron una moneda para ver quién se quedaba en Bolívar y quién seguía hasta Urdampilleta”. Cusimano hizo toda su carrera médica en la también llamada Torrecita.
En julio de 1947 llegó Anteo Gasparri a Bolívar. Sus primeros conocidos en la ciudad, algunos que le habían quedado de su paso por el Nacional esos últimos tres años, eran el Dr. Reinaldo Longobardi, el Dr. Pasotti, Quela Leonetti.
La primera residencia de Anteo Gasparri en Bolívar fue un departamento en la calle Ignacio Rivas, frente al Cuartel de Bomberos, adonde venía seguido a visitarlo su madre.
Anteo se casó en 1949 con Hilda Moisa, ya recibida de farmacéutica. Ella era compañera de secundario de Amalia Gasparri, la hermana menor de Anteo, y por esa relación se conocieron. Se fueron a vivir a la esquina de Pellegrini y Las Heras (hoy LALCEC). Posteriormente se mudaron a una casa en calle Mitre (casi Alvear), que había sido habitada tiempo atrás por el ex intendente Manolo Chatruc (actual vivienda de Gualberto Noseda).
En mayo de 1953, cuando Hilda estaba embarazada de Aldo, el primer hijo de Anteo, es que se mudan a Venezuela 200, residencia histórica y hasta la actualidad de la familia Gasparri (que había pertenecido a otro médico, el Dr. Segura, que era cuñado del Dr. Capredoni). Esa casa había sido edificada precisamente para consultorio, ahí empezó a atender Anteo. Anteriormente había tenido consultorio en los primeros metros de la avenida Venezuela, frente a la sede social del Club Independiente (hoy Galería Prada). En ese consultorio atendía junto al Dr. López, un médico muy mayor especialista en piel.
Anteo trabajó en la Asistencia Pública (calle Arenales, donde hoy está Desarrollo Social) y también en el Sanatorio Bolívar. Luego se instaló en su propio lugar, Clínica San Carlos, ubicada en calle Rivadavia 34 (hoy Supermercado MHS). Allí comenzó en 1955, y el primer nacimiento que se atendió fue precisamente el de su hijo Gino. Ahí estuvo hasta 1962, en sociedad con el Dr. Arturo Fuentes.
Entre 1961 y 1962 Anteo Gasparri se mudó a Balcarce 144 (donde funcionó la Fiscalía) con una policlínica, sin cirugía ni maternidad, sólo consultorios externos. Ahí vino como especialista el Dr. Oscar Giaquinto, en 1962. En 1966 Salió a remate la esquina del escribano Francisco Orlando (Av. Lavalle y Sargento Cabral), que Gasparri compró en un remate judicial que llevó adelante D. Jacinto Maineri. La tuvo unos años cerrada hasta que la refaccionó y abrió. Allí funcionó con un sistema de prepaga, un precursor para la época, que le trajo varios dolores de cabeza, la Federación Médica no la quería, lo sancionaron, y el Círculo Médico local trató de aislarlo. En esa época trajo a todo el equipo médico, en el que vino, entre otros, el Dr. José Bucca.
Anteo abrazó la causa peronista en los albores del peronismo, mientras estudiaba en La Plata. En Bolívar, durante la intendencia de Manolo Chatruc fue por dos veces director de la Asistencia Pública. Fue concejal suplente en 1952, en la elección que Chatruc Miguez fue reelecto. Antes no pudo ocupar cargos electivos porque no tenía carta de ciudadanía argentina, seguía figurando como italiano. Recién en 1950, aproximadamente, se nacionalizó argentino.
En 1962 Anteo Gasparri fue electo intendente de Bolívar (le ganó la elección a Lito Santa María, de la UCR del Pueblo); pero esa elección fue anulada y nunca pudo asumir. En 1973 parecía que el candidato natural a intendente era Anteo Gasparri; pero ya había comenzado con sus achaques de salud (padecía de hipertensión artería y había sufrido un ACV en julio de 1971 con 49 años y luego tuvo epeticiones que dañaron mucho su salud). Finalmente en 1973 fue electo diputado por la Séptima Sección Electoral hasta el golpe militar del 24 de marzo de 1976.
Fue reconocido como médico más que como político, porque en su tiempo de esplendor, y siendo peronista, con el peronismo proscripto poco pudo hacer.
En 1977 tuvo la oportunidad de volver a Macerata, el pueblo que lo vio nacer. Concurrió acompañado de su esposa.
Falleció a los 63 años.
Gasparri fue más que un barrio, más que un médico, más que un político. Es bueno que los jóvenes sepan de la existencia de un médico que atendía sin importar si al final de la consulta o de la intervención el paciente le iba a poder pagar, algo que hoy es casi imposible de encontrar en este San Carlos, muy distinto del que partió Anteo, hacen ya 39 años.
Diario La Mañana de Bolívar, viernes 14 de diciembre de 1984.
Honda tristeza cayó de pronto, como una velada lluvia mansa, sobre la ciudad cuando se tuvo la noticia de la muerte del Dr. Anteo Gasparri, hecho doloroso acaecido en la ciudad de La Plata.
Es que la personalidad del Dr. Gasparri, su vida, su obra, sus sentimientos rebasan el marco natural de una vida común. El estaba asignado a trascender, por virtud de sus innatas condiciones de idoneidad en el trabajo, por su perseverancia para vencer dificultades, por su temperamento. Y trascendió de la mejor manera. Junto al dolor de los humildes, junto a su pueblo, en una tarea altruista, desinteresada.
Llegó a Bolívar hace más de treinta años. Espontáneo, vital. No estaba apegado a formalismo alguno, ni en el decir ni el vestir. Traía muchos sueños. Había bebido en las fuentes del trabajo rudo. Conocía de frente la vida sacrificada del obrero. Sus necesidades. No extrañó entonces que a poco andar ejerciera un paternalismo amplio sobre un sector social que lo hizo su médico de confianza.
Ganó en popularidad. Su clínica se movía a un ritmo excepcional.
Creció su nombre. Su fama. Pero no le resultó fácil convivir. Tuvo problemas. Fue combatido. Atacado. Tampoco tuvo contemplaciones en su lucha. Por vocación se sintió político y el imán de su figura tan particular y humana, lo convirtió en caudillo de masas. En conductor. Militó con fervor, diríamos con pasión en el peronismo y le dio lo mejor de sus energías. En 1962, presidencia del Dr. Arturo Frondizi, cuando la provincia de Buenos Aires era ganada por la fórmula Framini-Anglada, el Dr. Gasparri imponía su candidatura a intendente municipal.
Con sus amigos cruzó la Plaza Mitre y simbólicamente llegó a las puertas de la Municipalidad, que nunca se le abrieron para el cargo.
Fue, eso sí, diputado provincial y allí desarrolló una tarea eficaz de apoyo a todas las iniciativas que tuvieran como destinatario el hombre de labor, verdadero centro de sus preocupaciones y afanes. Su estrella, que brillará tan alto en el firmamento bolivarense, se fue apagando lentamente. Una enfermedad comenzó a minar sus fuerzas primero, a entorpecer luego sus movimientos y pensar. Debió aislarse en el hogar bajo la atenta vigilancia de su mujer y amiga Hilda Moisa, de invalorables dotes espirituales. Alguna vez se le vio de cerca en la vecindad y dolía entonces, esa fragilidad de su cuerpo, otrora lleno de vitalidad, de pujanza.
Fue un triunfador a carta cabal. Sin tapujos, sin medias tintas. Se jugó por sus ideales y por sus amigos. Le acompañó una tremenda fe en sí mismo y muchos hogares bolivarenses –sin distinción de banderías políticas- lo hicieron su médico de consulta.
Estaba retirado de todo quehacer desde hace largo tiempo. Pero su imagen, su figura seguía vigente en el pueblo que aprendió un día a quererlo y que no lo olvidará nunca.
Su muerte, un trance que lo libera de un inútil dolor, lo reactualiza para siempre y el tiempo –máximo juez- dirá la verdad sobre su existencia.
Acallarán alguna vez, en este bendito suelo, los odios, las revanchas, los falsos antagonismos que tanto mal nos hacen, y habrá para los hombres justicia.
Anteo Gasparri tendrá la suya, y en ese balance inevitable de un vivir agitado, a veces tormentoso, pero siempre sanamente inspirado en el bien común, su saldo será favorable.
Son muchos los agradecidos vecinos que hoy se sienten conmovidos por la noticia. Y muchos sus correligionarios y amigos que le lloran con sentimiento profundo.
Sus restos son velados en la ciudad de La Plata y serán sepultados hoy en el cementerio de ese lugar. Tal vez este no sea el destino final de su cuerpo inanimado. Se nos ocurre pensar que Anteo Gasparri merece estar aquí, pues es patrimonio moral de su pueblo.
Oscar C. Cabreros.
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