Pasó todo enero, antes de ello un diciembre caluroso y hay que decir, en homenaje a la verdad, que salvadas algunas excepciones muy entendibles, como lo fue la caída de un rayo el lunes que pasó, parecen haberse terminado los cortes de luz en Bolívar.

La situación contrasta, y mucho, con lo que sucede en ciudades vecinas, que están sufriendo lo que los bolivarenses conocemos bien, con cortes reiterados de la energía eléctrica como consecuencia de los intensos calores que se abaten en la provincia. Sin ir más lejos, en la vecina Pehuajó, se han establecido grillas de cortes programados porque allí el suministro que llega a su estación de rebaje es, sencillamente, insuficiente. Como lo era en nuestros pagos hasta hace muy poco.

Olavarría tampoco escapa a tal situación y no son estas dos localidades cercanas las únicas excepciones. Siendo así, hay que entrar en el terreno de los reconocimientos. Y el primero de ellos es para la Línea 132 Kw, que fue pensada como una solución a larguísimo plazo, ya que tiene la capacidad de cuadruplicar la capacidad instalada de Bolívar y que, efectivamente, en el corto plazo está demostrando su eficacia.

Por supuesto que esta magnífica realización local tiene aristas que la hacen permeable a la crítica. La dilación en los tiempos de finalización, las sucesivas adendas presupuestarias que debieron aceptarse, dan tela para el análisis pero de ninguna manera le quitan esa calificación a la que hacemos alusión.

Es verdaderamente una realización trascendente para nuestra comunidad, a la altura de lo que fue la electrificación rural, las cloacas o los desagües pluviales, por ejemplo. Habrá que darle la razón al actual concejal Bali Bucca quien, cuando ejerció la intendencia de Bolívar y pergeñó la idea de “la 132”, afirmaba que la ciudad de Bolívar no tenía destino si no se hacía algo importante, superador, para dotar a estas tierras de la energía eléctrica suficientes no sólo para el consumo doméstico, sino especialmente para soñar con la demorada industrialización.

El segundo reconocimiento es para la Cooperativa Eléctrica con su actual conducción al frente. Porque se puso a la altura de la circunstancias y fue capaz de generar, con recursos y personal popios, las condiciones necesarias para que esta Línea de 132 Kw se conecte a la red domiciliaria sin problemas.

Quienes hemos estado cerca de las obras que fue menester llevar a cabo podemos dar fe de su magnitud, complejidad técnica y elevado costo. Basta solamente poner el foco en el pasaje subterráneo que debió hacerse por debajo de la ruta 226 para llevar el tendido de cables desde la nueva sub estación hasta la línea troncal que corre paralela a esa misma ruta pero del otro lado, es decir, inmediatamente por detrás del límite de la planta urbana.

Hubo allí un trabajo organizado, impecablemente diseñado por los ingenieros y ejecutado a la perfección por los mismos empleados de la Cooperativa a los que cualquier vecino puede ver efectuando reparaciones en las calles de la ciudad. Y no todo terminó allí, porque fue necesario el recambio de varios transformadores que aún podían funcionar con el sistema antiguo pero que difícilmente estuviesen en condiciones de soportar nuevas y más potentes tensiones.

Y se nos ocurre pensar que, si todas las fuerzas positivas que confluyeron para que inauguremos una etapa sin cortes de energía en Bolívar, pudieron lograrlo en un clima de tirantez y de malos entendidos, ¿de qué seríamos capaces los bolivarenses si de una buena vez depusiéramos las malas formas y sobre todo las malas prácticas? No tenemos respuesta para ello ni es el motivo de este comentario.

Por el momento nos basta con celebrar este verano sin cortes, algo que no sucedía desde hace muchos años.

Víctor A. Cabreros