Por Mariano Hernández, Médico Veterinario (Doctor en Ciencia Animal MP 7372).

La parasitosis gastrointestinal de los bovinos es una enfermedad que usualmente afecta con más frecuenciaa los animales jóvenes y está producida por una variedad de nematodos (lombrices) que se alojan en el tracto digestivo, afectando seriamente la ganancia de peso y el desarrollo de los animales.

Es en el comienzo del otoño, como ahora, donde los terneros recién destetados enfrentan una de las peores situaciones ante esta enfermedad. Los parásitos gastrointestinales se relacionan directamente con el consumo de pasto, ya que parte de su ciclo de vida ocurre en ese medio y les permite infectar a los animales. La velocidad con la cual los huevos pasan a ser larvas infectantes dentro de la bosta depende de la temperatura y humedad del ambiente. Estas lombrices pasan a ser parásitos en el momento que son ingeridos con el pasto y comienzan a desarrollarse en distintas partes del aparato digestivo, empezando por el cuajo hasta el intestino grueso.

Posteriormente los parásitos se desarrollan hasta constituirse en adultos, se reproducen y ponen huevos que los animales excretan con la materia fecal. La cantidad de lombrices en el pasto comienza a aumentar a principio del otoño hasta finales del invierno y comienza descender en la primavera, llegando a reducirse hasta un nivel mínimo en el verano.

La liberación de las larvas, desde los huevos en la bosta hacia el pasto, es más frecuente con las lluvias; en tal sentido, en años lluviosos, como este, se facilita la enfermedad, y en años con otoños e inviernos secos son menos probables las actividades de los parásitos.

El conocimiento de la biología de las lombrices en el ambiente, y el riesgo de las pasturas para cada categoría animal, es fundamental para lograr un control adecuado. Los terneros destetados entre fin de verano y principio de otoño enfrentan el período de mayor capacidad infectiva de las pasturas, el cual se prolonga hasta la primavera. A esto hay que sumarle las bajas temperaturas y la humedad relativa que los somete a estrés, con la consecuente disminución de las defensas. Este cuadro resulta en pérdidas subclínicas de peso, pudiéndose observar también diarreas y edema submandibular.

Las pérdidas de peso por parasitosis acumuladas durante el otoño-invierno no se compensan durante el pastoreo de la primavera. Se produce una disminución de la masa muscular que afecta a los cortes de mayor valor comercial y de la calidad, influyendo directamente en el rendimiento al gancho.

En la recría las hembras tienen secuelas irreversibles con falta de desarrollo, incapacidad funcional del aparato reproductor, observándose un desarrollo precario del esqueleto que se ve en una contextura débil de los animales, con consecuencias tales como dificultad de parto,por ejemplo, por tener una reducción del área pélvica.

El diagnóstico de laboratorio y el uso de antiparasitarios son las herramientas que se utilizan desde hace tiempo como parte de las medidas de control. Las características propias de la enfermedad no permiten su erradicación. El uso inadecuado de los antiparasitarios ha llevado a la aparición de resistencia a los mismos, complicando la producción de carne.

La dirección y criterio de un profesional veterinario, acompañado de buenas prácticas ganaderas, es indispensable. Un uso adecuado debe basarse en el conocimiento epidemiológico y las distintas alternativas de pastoreo, en relación con el riesgo parasitario. Además, se debe evitar el uso excesivo, indiscriminado y oportunista de los antiparasitarios. Las perspectivas de una ganadería adecuada en el futuro, dependen, en buena medida, de estas prácticas.