Una foto en una red social de su hija Natalia tomándole la mano días atrás hacía presagiar que la salud del Dr. Juan Carlos Echevarría no pasaba por su mejor momento; pero como siempre, en otras ocasiones, suponíamos que lo iba a superar, que como buen vasco, duro y cabezón, iba a salir adelante de nuevo, para seguir peleándola acá arriba, como la peleó siempre. Lamentablemente esta vez no fue así y hoy toca despedirlo.

Por esas cosas del destino, días atrás el intendente Marcos Pisano anunciaba que se había radicado en Bolívar un urólogo, y que la ciudad volvía a tener un especialista en esa materia de la medicina desde la jubilación de Juan Carlos, ocurrida algunos años atrás, (2018). Pareciera como que hubiera estado esperando su reemplazo para despedirse de este plano. Había nacido en Quilmes hace 75 años y llegó a Bolívar en mayo de 1978 para ejercer la medicina luego de recibirse en la Universidad de Buenos Aires. Con la mayoría de sus colegas tuvo vínculo recién al llegar a la ciudad ya que gran parte de ellos se habían formado en la Universidad de La Plata, según relataron los consultados.

En agosto de 1978 se vino a radicar su esposa, Mónica Tavanti, junto a su hija mayor, Natalia, que a la postre terminó siendo la única no bolivarense de los cuatro que tuvo el matrimonio.

En Bolívar se desempeñó como profesional en el Hospital Municipal "Dr. Miguel L. Capredoni" y en las clínicas San Cayetano, Central y Modelo además de su consultorio particular, primero en los consultorios externos de la avenida Lavalle y luego en distintos consultorios médicos por los que deambuló tras el cierre de la Modelo y hasta su jubilación.

Fue un ferviente defensor de la actividad médica, encabezó los principales reclamos de la Asociación de Profesionales del Hospital de Bolívar (APROHOBO) en tiempos de Juan Carlos Simón intendente y fue un permanente apoyo de las autoridades actuales de la CICOP una vez que se constituyeron como asociación gremial.

Dueño de un carácter particular, supo ganarse el respeto de sus pacientes y hacer varios amigos. En Bolívar pudo desarrollarse y hacer crecer a su familia. De sus cuatro hijos ninguno vive en la ciudad en la actualidad.

Dedicó la vida a su profesión y pareció que a medida que se le acababan las chances de seguir ejerciendo, algo de él se iba apagando. Tuvo su reconocimiento en el Hospital de parte de las autoridades municipales, quienes destacaron su trayectoria en la salud pública en marzo de 2018 cuando le entregaron una plaqueta (foto).

Entre los hobbies que se le conocieron estaba la pesca. Siempre concurría a tirar la caña con algún colega, entre los que se encontraba Hugo Navarro. También tuvo afición por el pedestrismo y participó durante años en las competencias de la Peña Luis Tissoni.

Viajaba seguido a ver a sus hijos, a compartir tiempo con sus nietos. No hace tanto sufrió un accidente en uno de esos viajes y afortunadamente lo pudo contar. Pero en los últimos días algo se complicó, vimos aquella publicación y hoy nos enteramos de la noticia que no queríamos escuchar.

Se fue el Vasco Echevarría, con su risa particular, su manera de acomodarse los lentes con el dedo índice, su voz tan característica e inconfundible. Fue de esa camada de médicos que llegó a Bolívar para agiornar la medicina y desde su profesión de urólogo hizo su aporte con conocimientos y aparatología. Quedan muchas anécdotas, de colegas y pacientes, que forman parte de su recuerdo en este mundo. Desde esta redacción vayan nuestras condolencias a su familia. QEPD