Por primera vez en nuestra ciudad, pero con veinticinco años de recorrido rutero a lo largo y ancho del vasto territorio argentino, Clearwater brindó un sólido recital en tributo a Creedence Clearwater Revival, el sábado en el Teatro Coliseo.

El quinteto fundado en CABA hace veinticinco por el baterista, 'Mingo' Abálsamo, sabe de qué val repertorio de la banda que irrumpió en escena en los años sesenta bajo el comando de los hermanos Fogerty, y lo recrea al pie de la letra -y los arreglos- pero permitiéndose introducir algunas pinceladas propias, esencialmente en lo relativo al vínculo con el público, que va creciendo a lo largo del concierto conforme los artistas dedican canciones a algunos de los presentes, solicitan palmas, cantan un feliz cumpleaños o invitan a bailar.

Todos los recursos del showman, que es justamente lo que quiere la fanaticada que va a verlos. Los veinticinco años en la ruta se advierten en un sonido afiatado, en un 'repertorio' certeramente desplegado y en la soltura con la que los músicos se mueven en escena, con la locomotora de la voz de Andy Dular, el cantante, dueño del poder apropiado para recrear obras que John Fogerty hizo tronar hace tanto tiempo a un volumen que no se ha apagado más de cinco décadas después.

El resto de la banda también cumple con creces su función, con el lucimiento, en segmentos del show, del guitarrista eléctrico, Martín Santiso, y 'Cazu' Rodríguez, el bajista y 'metrónomo man' de la maquinaria. El repertorio va lo clásico, palo y a la bolsa: Suzie Q, I Put A Spell On You, Born On the Bayou, Proud Mary, Down On the Corner, Fortunate Son, Someday Never Comes y, ya sobre el final, Have You Ever Seen The Rain, el caballito de batalla de la autoproclamada 'topadora' del rock. Sólo algunas de las perlas que sonaron en poco menos de dos horas de contundente show, coronado con Travelling Band.

El público -la planta baja lució colmada- fue metiéndose en el 'fuego' de a poco, hasta terminar de pie exigiendo más. Y fueron tres bises, hasta descorchar una fiesta que continuó unos minutos más bajo el escenario, con el abrazo entre los artistas y sus acólitos.

Se dio cita una mayoría de gente de la ciudad pero también fans de la zona, que se costearon el viaje para darse una vuelta por el mejor túnel del tiempo.