El 12 de octubre de 1916 el radical Hipólito Yrigoyen llegaba a la presidencia de la nación y esa fecha ha quedado en el recuerdo para muchos, más incLuso que la de su nacimiento o su fallecimiento.

Es cierto que siempre coincide con otra fecha histórica, el anteriormente llamado Día de la Raza, y por ello en Bolívar generalmente se elegía el día de su fallecimiento para los actos, el 3 de julio. Sin ir más lejos, no fue el 3 pero sí el 7 de julio de 1984 cuando retornada la democracia el comité que presidía Isidro Iroz fue el que encargó el busto que hoy está en la plaza y lo colocó en el lugar donde permanece hasta el día de hoy, más atendido, menos atendido, más recordado o menos recordado.

Durante muchos años, para una fecha o para la otra, los radicales asistían a la plaza Yrigoyen a recordarlo y homenajearlo, a colocar ofrendas florales y a decir palabras alusivas a sus dos presidencias, la primera completa y la segunda interrumpida por la primera dictadura militar de la historia argentina.

Lamentablemente este tipo de actos han caído en desuso desde hace ya bastante tiempo, y el radicalismo local opta por realizar sus celebraciones junto al monumento a Raúl Alfonsín de Plaza Alsina, incluso algunos lo hacen en el busto a Illia emplazado en la rambla que se encuentra frente al comité.

Ayer, después de mucho tiempo, un grupo de simpatizantes radicales, encabezados por Pablo López, integrante de la actual Comisión Directiva, llegó en horas de la mañana hasta la mencionada plaza y estuvieron detenidos frente al busto de Yrigoyen unos minutos.

No hay registro de que se haya colocado ofrenda floral alguna; pero sí dejaron testimonio de esta presencia, algo que no ocurría hace mucho, una sana costumbre que como otras los bolivarenses, en este caso los radicales, han dejado de tener. Ojalá que se mantenga en el tiempo.