15 de octubre de 2024

ENTREVISTA

ENTREVISTA. "Este fue un año de salvar el barquito"

Charla con Jorge Candia, uno de los programadores de nuestro festival de cine.

por
Chino Castro

Jorge Candia viene a Bolívar no sólo por el festival de cine, al que es un abonado por haber sido amigo y colaborador de Leonardo Favio y hoy de su hijo Nico y de nuestro Pablo Bucca, creador de la propuesta anual que lleva el nombre del gran director. Además, acá tiene un amigo, que conoció en Buenos Aires en los años setenta: Raúl 'Archy' Peret, con quien sale a pescar por la zona o a hacer turismo bonaerense a bordo de la furgoneta que el bolivarense se armó para eso.

La pampa nuestra es del interés de Candia desde hace años, ya que como productor de un viejo programa de la entonces ATC, al filo de los años noventa, salía de excursión a tomar imágenes pintorescas de los pueblos provinciales y de otros del país. Una especie de Historias de la Argentina secreta, aunque no era ese el programa y Jorge no recuerda el nombre. Gracias a eso, "me di el gusto de conocer el glaciar Perito Moreno", rememora con gratitud café de por medio con este diario, el domingo después de la noche de clausura de nuestro festival y a horas de emprender regreso a CABA, donde vive. El también músico fue, al igual que otros años, uno de los programadores de esta edición, la undécima, del Leonardo Favio, junto a Nadia Marchione, Ana Colato y Enzo Garay.

"Precariedad", pero "menos mal que se pusieron la camiseta" ¿Qué te pareció esta edición?

- Divido en dos la respuesta: por un lado los que participaron con sus películas, y por otro el trabajo de la organización. Porque en realidad este año fue diferente, nada que ver con los anteriores, inclusive con el año pasado, cuando teníamos una camiseta y otros trofeos. Había todavía una diferencia; este año, precariamente, tuvimos que realizarlo a través de la municipalidad, que menos mal que apoyaron, se pusieron la camiseta. Así se pudo llevar a cabo esta edición, si no, nos hubiésemos quedado con diez.

O sea que fue un festival más chico.

- La verdad es que podrían haber echado culpas al gobierno nacional, decir que no hay apoyo para la cultura, y no hacerlo, quizá, con ese pretexto. Y sin embargo lo hicieron. Pablo Bucca, el creador y director, que siempre estuvo, este año delegó la misión a un grupo de gente que ya formaba parte pero que ahora se hizo cargo con entusiasmo: Nadia Marchione, Karen Martínez, Ana Colato, Enzo Garay, seleccionadores como yo. Me convocaron y decidí participar. Intervine en seleccionar largos de ficción y documentales, no en cortometrajes, si bien vi el material. Este año no había hoteles, no había comidas, pero yo tengo dónde estar. Fue un año de salvar el barquito. Por eso separo la parte organización de la parte realización, la de las producciones que nutrieron esta edición. En cuanto a esto, hubo este año menos participación (se enviaron menos películas), y no se puede culpar que por las políticas de este gobierno, ya que cualquier obra terminada dentro del 2023 podía ser partícipe.

"Me cuesta decir que fue excelente"

Menos cantidad, ¿y calidad qué?

- A mí me cuesta un poco decir que fue excelente. Salvo dos o tres producciones, que además ganaron: Alemania, El agrónomo y Un pájaro azul. El agrónomo está muy bien hecha, y Un pájaro azul también, plantea un conflicto lindo muy bien manejado.

Jorge Candia carga por la vida casi 79 frescos años que se le notan poco. Es paraguayo pero físicamente menudo, de porte chico, nada que ver con esos rudos defensores centrales característicos de aquél pueblo hermano y tan habituales en nuestro fútbol, capaces de mover al Himalaya en un córner (bueno, tampoco es para asombrarse, ya que seguramente alguien conocerá a un chino de rulitos y barba espesa). Quizá por eso Jorgito se mueve rápido, y aún le asoma en la mirada y los gestos ese duende de niño que ha de haber usado más de una vez para salir bien parado de alguna. Parece, justamente, de esas personas que saben rebuscárselas en la vida, y quizá el secreto sea su capacidad para vincularse y manejar su talento en las dosis adecuadas a lo que cada proyecto requiera, siempre a gusto en el rol de acompañante y hombre en quien confiar. Acá anda otra vez y es una alegría, porque si está él, quiere decir que tenemos festival.

¡Guiso, guácala!

Estamos hablando de que el municipio se jugó una suerte de patriada política lanzándose a organizar este festival sin el respaldo del estado nacional (sí hubo aportes del provincial), casi precariamente como dijiste vos, pero resultó un esfuerzo para pocos. Muy poco público acompañó esta edición. ¿Por qué? Como si finalmente no fuera importante que se hiciera.

- Yo ya noté esto en el 2022 y el 2023, una merma progresiva de la cantidad de gente que asiste. Primero pensé que era por falta de difusión, sin embargo ahora sé que no es ese el motivo.

Todo el mundo sabe que está el festival, no sería ese el factor. Me parece que es más desinterés que desconocimiento.

- Claro. Me inclino por ese factor. Me parece que en lo atinente a la cultura, la gente tiene cada vez menos ganas de ver. Y acá el nivel no es malo, algunas de estas películas están en plataformas o en cines como el Gaumont.

¿Será que estamos atorados de la cultura del cine norteamericano llamado tanque, las gran des superproducciones pletóricas en excitación visual y espectacularidad, y ya no sabemos relacionarnos con el tipo de películas de un festival como el nuestro, más minimalistas, artesanales, naturalistas y -en los mejores casossutiles?

- Atorados del cine 'tanque' estamos. Creo que influyen las plataformas, el tipo de películas que hay ahí. Entonces la gente para ir al cine parece que tiene que ser convocada por algo ultra publicitado, como Guasón. Está pasando en todo lo artístico eso, en el teatro también.

Cuando se dice que al público se lo educa, me parece que se da en el clavo. Y si te tienen todo el año comiendo hamburguesas y espectaculares sándwiches cargados de coloridos condimentos, luego no vas a querer ni probar un simple guiso casero de tu madre...

- Exacto. Te olvidaste el sabor del guiso de hogar. Ya no más bodegones, prácticamente, con guisados y locros. Es cultural, las tradiciones se están perdiendo, lo artesanal, la comida de la abuela. Un gran cambio cultural estamos viviendo.

De ATC a Canal (á), los avatares de un hombre de la tele

Jorge Candia Cappello se incorporó a la tele pública, que nació como Argentina Televisora Color (ATC), en 1980. Su primera incursión fue dentro del equipo de producción del programa Adelante, juventud, en un contexto de dictadura militar. Permaneció trece años seguidos, siempre detrás de cámara, haciendo todo para que se luciera otro.

Fue productor y creador de cortinas musicales de recordados y entrañables ciclos como La barra de Dolina (iba los martes a las 21; en el último bloque invitados y conductores se sacaban los sacos, los ponían de arcos y armaban un picado en pleno estudio, hablame de surrealismo casero), Reina en colores (ciclo infantil conducido por la también despampanante vedette Reina Reech), Cristina y sus amigos (con Cristina Lemercier) y Noti Dormi, el programa de Raúl Portal de 1988 que 'inventó' el horario de la medianoche cuando aún Tinelli tomaba la leche con vainillas (es un decir, a esa altura ya relataba fútbol y formaba parte de los equipos periodísticos de su mentor Juan Alberto Badía, pero nadie lo imaginaba como la locomotora que terminaría siendo).

"Pero como era el canal del estado no pagaban tanto, si todo eso hubiese sido en Canal 13 o el 11, hoy estaría millonario", se ríe el 'paraguayito', como cariñosamente le decía su cumpa Leonardo Favio. Después, pasaron cosas: en 1993 asumió Gerardo Andrés Sofovich como interventor, en un contexto de menemismo desbocado, caníbal, con la misión privatizar la televisión pública. ¿Te suena? Pasaron cosas, digo, y Candia siguió su camino. Hasta hoy, que continúa formando parte de la tele, en un contexto de redes sociales y auge de plataformas que han ido minando el poder hogareño de la alguna vez llamada 'caja boba' que nos educó por generaciones con sus entretenimientos, sus transmisiones deportivas (es lo que único que dentro de su perímetro todavía respira lozano, pero también puede verse por plataformas y otros dispositivos), sus ficciones, sus programa humorísticos que hoy serían cancelados por antediluvianos, sus informativos, sus ciclos culturales/artísticos (siempre gotitas de agua en un mar ajeno), sus envíos (casi nunca amplios) de análisis político.

Candia entonces sigue ahí, persiste, podría decirse, como autor de cortinas para varios de los actuales programas del aún prestigioso Canal (á) Estos son, a grandes trazos, los avatares de un hombre de la tele, en medio de los avatares de un país siempre inmerso en cambiantes fases sociales que portan el peligroso perfume de la ciclotimia, o, dicho más crudamente, de la desmemoria.

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