17 de febrero de 2025

ENTREVISTA

ENTREVISTA. Volver, con la frente encendida, a la casa del corazón

Sergio Gobi regresó a Bolívar para proyectarse mejor.

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por
Chino Castro

Un adiós y una patada se pusieron de acuerdo y Sergio Gobi está de vuelta, a la casa donde empezó todo, en la que junto a su hijo aspira a "vivir mejor", más "a la escala de nuestros sueños", tras un desesperante 2024 en CABA.

La asunción de Milei produjo "de inmediato" que se pusiera "muy jodido" vivir allá, no sólo por lo económico sino por "el desprecio" del gobierno hacia los artistas, a los que considera "enemigos". Esto representa la patada. Y el adiós es el de su querida tía, que partió en noviembre pero le dejó un ámbito con todo lo que necesita -patio, luz, naturaleza activa- para proyectarse mejor en sus dos oficios y criar a Lucio en paz. Mientras encuentra, recicla, clasifica y guarda tesoros para la familia, Gobi ya pone en marcha su maquinaria creativa.

Regresaste a Bolívar, que de algún modo es tu casa. ¿Por qué volviste, y a qué volviste?
- Qué buena pregunta. La verdad que no lo sé muy bien. Fue una tentación... Ocurrió la desgracia de que falleció mi tía (Julia Billorou), en noviembre. Eso por un lado, la película por ahí fue que nos quedó a mi hermano (Marcelo) y a mí esa casa, vacía, la casa que es la casa de la abuela, la casa de nuestra memoria de la infancia. Por un lado eso, y por otro lo que estaba pasando el capital, en la vida de mi hijo (Lucio, de 16 años) y la mía, que se puso muy muy muy jodido vivir ahí. En lo personal, desde el cambio de gobierno, casi de modo inmediato. Fue un correr la coneja el año pasado. Nosotros alquilábamos un muy lindo departamento en Flores, hacía cinco años que estábamos ahí y a partir del 1 de enero del '25 el dueño de la casa me pedía un aumento delirante, de un 300 por ciento. El contrato se terminaba en diciembre, y mientras sucede lo de mi tía en Bolívar, allá este hombre me estaba pidiendo una cifra delirante en relación a lo que pagaba. Y yo no podía abonar eso.

"Desde el cambio de gobierno, fue un correr la coneja. Nosotros alquilábamos y a partir del 1 de enero del '25 el dueño me pedía un aumento delirante, de un 300 por ciento".

Es decir que viviste durante gran parte del 2024 sabiendo que ibas a tener que irte de la que había sido tu casa por cinco años.
- Yo terminé el año preguntándome qué hacer, qué haríamos. Incluso manejé la posibilidad de volver a Alemania (residió diecisiete años en Berlín, hasta 2018, un año después de enviudar de su mujer alemana), que siempre está abierta, pero no tengo ganas y mi hijo, que es nacido allá, menos que yo. Pero era una posibilidad. Quiero decir: acá pasan estas cosas: por un lado juega lo duro del tema económico, pero por otro lo simbólico de lo que nos pasa a los trabajadores de la cultura a partir del gobierno de esta gente. De lo cual no se habla, porque lo otro es mucho más urgente. La mayoría de la gente que labura en el campo popular, está absolutamente huérfana a partir de esta gente. Primero, porque esta gente desprecia eso, de hecho yo creo que toma a la mayoría de los trabajadores culturales, incluso los más populares, como enemigos. Está bien, están los posicionados en lugares en los que les va bien, que son unos pocos, pero la gran mayoría, te diría que el noventa por ciento de los trabajadores de la cultura del área que sea, estamos completamente desamparados con esta gente.

Tenías que irte de esa casa de Flores, y justo sucede la desgracia familiar del adiós de tu tía. Y esa casa que aparece como la única salida para vos y Lucio, prácticamente.
- Y surge la vieja fantasía de retirarse, de ir a vivir a un lugar más feliz, más sano.

"La mayoría de la gente que labura en el campo popular está absolutamente huérfana ahora. Porque esta gente (el mileísmo) desprecia eso, de hecho creo que toma a la mayoría de los trabajadores culturales, incluso los más populares, como enemigos".

Vos ya lo anhelabas, antes de que te subieran el alquiler el 300 por ciento.
- Seeee, desde que volvimos de Alemania. De hecho, yo hice un intento, justo antes de la pandemia, de buscar otro lugar, en Córdoba, en Traslasierra, y no nos fuimos porque no conseguí techo, alquiler, es muy difícil en la sierra donde todo el mundo alquila por temporada instalarte todo el año. Intentamos después capital desde varios frentes, con la adaptación de mi hijo, varios cambios de escuela, etc. Y llegado al punto que te contaba, primero fue la desesperación de tener que irse a algún lado, pero cuando lo pensé bien, me di cuenta de que era mucho más interesante irnos para Bolívar, que eso tiene otros atractivos: es cambiar completamente de forma de vida, bajar cuatro cambios en el modo de vivir. Es un nuevo intento en el proceso de encontrar, sobre todo pensando también en mi hijo, un lugar más humanamente posible, más a la escala de nuestros sueños. Porque la vida en CABA está empeorando a una velocidad tremenda. Y diría que de la pandemia para acá hay una degradación de la calidad de vida, de lo cotidiano, de lo convivencial, que la verdad que es muy triste.

Bolívar es "cambiar completamente de vida. Es un nuevo intento en el proceso de encontrar, sobre todo pensando en mi hijo, un lugar más humanamente posible. Porque la vida en CABA está empeorando a una velocidad tremenda. Y diría que desde la pandemia hay una degradación que es muy triste".

El collage de la depredación humana, dice Spinetta en Jardín de gente, una canción de 1997. Eso es hoy CABA.
- Sí. Yo te diría que sí.

La otra parte de la pregunta inicial es a qué volviste. Hasta ahora nos centramos en el por qué.
- Uno más que nada lo sospecha, porque no lo sabemos.

Se va construyendo ese 'a qué'.
- Tal cual. Vivir de otra manera es lo principal, vivir más a escala de lo que te decía, vivir mejor. Y en cuanto a mi laburo, yo trabajo con la música pero también con las artes visuales. De hecho quise dedicarme a una sola cosa, porque todo el mundo te aconseja eso, y no pude. El 'el que mucho abarca poco aprieta', conmigo no funcionó. Mi cabeza labura así, picando de acá y de allá, me gusta eso pero es muy difícil. Si ya dedicándote a una sola cosa cultural es difícil, si tenés las energías repartidas, lo es más. Que la posibilidad de vivir acá, en una casa de abuela, con patio, y luz, y pajaritos, yo creo que hace más posible la idea de concentrarse en la música un rato, y otro en la pintura. Esto incluye en mis planes dar clases. De hecho, después de miles de años me estoy anotando en el sistema para dictar clases en colegios.

"Yo no puedo dar clases de música. Me preguntarían '¿profe, qué acorde es este que estamos tocando?', y tendría que decirles que ni la más puta idea".

¿Clases de música?
- No, no, de artes visuales. (Le interesaría en colegios secundarios y terciarios, y también dejó su currículum en el CePEAC, donde podría dictar un taller. "Ahí me atendieron maravillosamente", destacó.) Yo no puedo dar clases de música, podría dar talleres de canciones.

Se me ocurre que si intentaras impartir clases de música, terminarías averiguando cómo hacés lo que hacés, y quizá lo interesante es que sigas así, que nunca termines de saberlo.
- (Risas). No, no, no podría porque además me preguntarían '¿profe, qué acorde es este que estamos tocando?', y yo tendría que decirles que ni la más puta idea (se ríe). En cambio el taller de canciones sí es algo que me parece copado, porque ya no es dar música, sino un taller, lo que incluye la poesía, la armonía.

Claro, ya la palabra taller remite a herramientas, elementos para trabajar, a un amasado de algo.
- Es eso, alude a cómo construir una canción.

Añadió que otro ítem de su plan de trabajo incluye dar clases particulares de arte. Lo activaría una vez que termine de "poner en condiciones" su nuevo hogar: "Todavía estoy en un proceso de reciclado de la historia familiar", puntualizó Sergio, que es González Billorou y de ahí proviene el Gobi que usa artísticamente. "Cuando logre liberar espacio en la casa, me gustaría tener un taller de alumnos, el típico taller de arte, donde cada uno pueda venir a elaborar su obra, a hacer curaduría de obra, todo eso me encanta", completó.

No diría que la 'estación Bolívar' es un punto de llegada, eso no se sabe nunca, pero sí que es diferente de la 'estación Baires', a la que tal vez siempre viste como un lugar transitorio. En realidad te lo estoy preguntando.
- Yo también me lo estoy preguntando. Bolívar tiene una carga simbólica para mi muy fuerte, es como volver al punto de partida. Yo viví acá un año entero, a los cinco, cuando hice el jardín de infantes. (Sergio nació en Urdampilleta. Su madre llegó embarazada de él a la localidad bolivarense, a estar con su madre, "y se fue quedando, se fue quedando", hasta dar a luz aquí. Pero enseguida, a los dos o tres meses, se volvieron a Buenos Aires.) Pero pasé toda mi infancia y mi adolescencia viniendo acá, todos los veranos, todas las vacaciones de invierno, todas las Semanas Santas. Y era una casa llena de gente. Era la vida paralela, opuesta a la vida de capital, y para mí y mis hermanos significó lo mismo. Fue tener una vida diferente, era una pata acá y otra allá. Y ahora con 61 años, es muy loco volver a ese lugar, por eso te hablaba de que es muy intensa la revisión de ese material. Es como volver al origen. Yo creo que fue fundacional de algo que está en mi personalidad, que de alguna manera nos nombra, al ser parte de nuestra educación sentimental.

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