6 de agosto de 2023
Si Gobierno Pisani piensa seguir entregando casas, inaugurar la de 132 y completar la instalación de nuevas cañerías para la distribución del agua potable, cualquier iniciativa opositora va a palidecer. Salvo que alguien anuncie un nuevo hospital.
Aunque flote la idea algo nauseabunda de que ‘tenían pisadas’ esas iniciativas. Dos cosas, a propósito: A) Si tanto ruido hace que lo hagan ahora, en principio habrá que reconocer que se trata de acciones grossas, no de la construcción de un siempre necesario pelotero. Y nuestra sociedad lo que quiere son justamente acciones grossas, atenta a que Gobierno Pisani no podrá desactivar la inflación ni evitar, con su enjundiosa Guardia Urbana, que asesinen a alguien de cutis claro en una esquina del conurbano. B) Está muy bien que un gobierno mueva para ganar las elecciones, y nadie va activarse una bomba motu proprio. Después, la promesa sobre el bidet, la estafa y el clientelismo son otro ‘estofado’, tan pútrido como histórico pero que no debería empujarnos a la no menos rancia retahíla del ‘son todos iguales, todos chorros’, que embrutece al que la pronuncia todos los días otro poco.
También importa nada si este racimo de retumbantes medidas obedece a que reapareció Eduardo ‘Salvador’ Bucca con un botín de obras posta bajo el jopo. Le imputan que, como no tendría nada más entretenido que hacer y parece que presidente de la República ya no va a ser, vuelve a mirar abajo. Pero mi vieja y el ñato de acá a la vuelta lo que quieren es no tener que hidratarse, otra vez, con disculpas bajo un inútil ventilador cuando haga 44. Lo mismo que el tipo más rico de Bolívar, al que la refrigeración del Hyatt sólo le serviría para tomarse una selfie y refrescarse con los me encanta en Face (después, cuando pueda subir la foto).
Claro que ha de haber cosas que corregir del mecanismo de asignación de casas, y también injusticias y algún abuso. Es inevitable, al pullover más delicado se le escapa un punto. Pero de ahí a arrojar sobre el programa volcadores de tierra, intentando vaciarlo de sentido… Mirá que salir con la motosierra porque a Pacho se le pegaron dos papeles… ¡Urgente! Acá me dicen que en Miró están aguardando que se le peguen los ‘naranjas’ al pagar el café, pero por ahora nada, je.
En los últimos treinta años de democracia local, ha habido algunos saltos cualitativos frente a los que oponerse atrasa tanto como no ser feminista. Salvo que uno quiera transformarse en dinosaurio y salir a morder todo lo que huela a progreso. Gobierno Simón trajo la Universidad. Antes, y de la mano de Jorge Ravassi, la figura más interesante del Bolívar contemporáneo, instauró un dispositivo de CAPS del que deberíamos estar orgullosos, aún cuando a Bucca padre le tiraron al tacho su notable Plan Preventivo y anduvo añares prendido fuego. Si se sospecha que Simón consiguió la Facultad porque quería ser reelecto, resiste menos que Spence frente a Crawford ante la chance de que alguien pueda graduarse de contador en casa. Luego, sí, hay que definir un diseño de ciudad y elegir carreras apropiadas, pero siempre celebrando que tenemos facu. Bien a contramano de una exgobernadora que propugnaba no abrir más facultades si total los negros no llegan. De igual modo ahora habría que festejar que pronto dispondremos de una grossa fuente energética y que, aunque sean analgésicos para una enfermedad que nadie ataca, al menos algunos postergados consigan acceder a una casa, su derecho y no su sueño. Macanudo, hablamos de obras de gobiernos nacionales y/o provinciales, pero coincidiremos en que alguien gestiona acá.
Del funcionamiento de los CAPS podrá imputarse bocha, siempre hay gente que sabe de medicina más que los propios médicos y que hasta se largaría a operar, pero sería necio negar que con ellos nuestro sistema de salud es mejor. Aún con el hospital como único efector. Habría que preguntar en los barrios, donde hay gente tan valiosa como la del centro, aunque nos perturbe cruzar en recorridos que sentimos propios, y, please, que ni se le ocurra un auto más o menos cool o comprar lomo en la misma carnicería que vos, un negro siempre en Gordini destartalado y con picada gris. Quizá por lo mismo que irrita que se entreguen casas: son para la misma franja de gente, esa que no puede atenderse la salud afuera así como jamás pudo pensar en una reforma en su hogar, ya que de otro modo no accedería a tenerlo en medio de un cóctel de inflación-precarización laboral que no repercute sobre los ‘cráneos’ que en los medios analizan lo que no padecen. Es sencillo: para pensar si agregar unos chinchus chuchis o unas morcis dulces necesitás parrilla, y convengamos que hasta el más acérrimo vegane tenemos derecho a un buen asade, así sea de verduros. Y es curioso: que den casas sulfura a los que poseen una o más, no a los que ni una.
Hay políticas de gobierno que todes deberíamos abrazar, no importa quién gobierne. Si no somos capaces es que hay grieta, corta la bocha.
Por eso, escuchar hablar de limpiar calles y plazas, ordenar el tránsito y pasar la Champion, y que se pretenda atribuirle entidad de plataforma política, casi que da ternura. Más vale que con esas elementalidades todo gobierno debe cumplir, pero lo mínimo travestido de lo máximo es un ‘caramelo’ que no hay por qué tragarse, y que se parece a esos lamentables intentos de transformar la excepción en regla a conveniencia propia.
Habiendo señores balurdos que nadie enfrenta, para no hablar acá de una agenda progresista real: justamente uno estriba en el tópico vivienda: ¿hasta cuándo sostener un modelo que invita a que una minoría acumule parvas de casas y una mayoría no tenga donde caerse viva? ¿Eso no es inseguridad? ¿Esa es la calidad de la democracia que tenemos; ser impotente es su sino, una paloma que intenta volar con las alas enyesadas? Qué es lo que quieren decir con eso de la libertad, diría Zitarrosa.
Bueno, aunque quizá el próximo verano tengamos luz, y ojalá que algo para ver.
Chino Castro
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