AGRO. Un otoño-invierno de sequías y una primavera con excesos de lluvias complican el escenario local

La transición de la temporada de invierno a primavera en Bolívar se vio marcada por una prolongada sequía, que afectó tanto al crecimiento de los cultivos sembrados en invierno como a la disponibilidad de agua para los cultivos primaverales. Según datos del Servicio Meteorológico Nacional, las precipitaciones de los últimos meses fueron muy por debajo de los niveles históricos, lo que dejó a la región con una falta de humedad en los suelos que dificulta la siembra de cultivos clave como el maíz y la soja. Estos cultivos, que dependen en gran medida de una buena cantidad de agua en primavera para lograr un buen rendimiento, han sufrido el impacto de la escasez de lluvias, lo que se traduce en una germinación irregular y una probable disminución de los rendimientos.

La falta de agua también afectó a los campos sembrados de trigo y cebada, que, aunque se cosechan en esta época, tuvieron un rendimiento menor al esperado por los efectos del estrés hídrico.

Impacto en la ganadería

El clima irregular de la primavera también está teniendo consecuencias sobre la ganadería, una de las actividades más relevantes de Bolívar. La sequía inicial afectó la calidad y cantidad de los pastos naturales, esenciales para la alimentación del ganado. En consecuencia, muchos productores se vieron obligados a suplementar la dieta de sus animales con alimento balanceado, lo que ha generado un aumento de costos. El precio del silo de maíz y otros insumos necesarios para alimentar al ganado también conspiran contra las rentabilidades esperables.

Las lluvias intensas de la primavera, especialmente registradas en noviembre, han sido beneficiosas en términos de pasto pero trajeron consigo su propio conjunto de problemas. Los campos encharcados y las condiciones de humedad excesiva restan superficie y obligan a recaudos especiales en términos de salud animal.

Impacto climático en la alimentación del ganado lechero

Una de las consecuencias más directas de la sequía inicial que caracterizó la primavera fue la falta de pasto. Los animales, especialmente las vacas lecheras, dependen de una buena calidad de pasto para obtener los nutrientes que les permitan mantener una alta producción de leche. En Bolívar, la escasez de lluvias en los primeros meses de la primavera redujo la cantidad y la calidad de los pastos en los campos, lo que obligó a los productores a recurrir a suplementos alimenticios adicionales, como silo de maíz, heno o concentrados, para garantizar una alimentación adecuada a las vacas.

El costo de estos insumos adicionales aumentó considerablemente debido a la alta demanda de forrajes en la región, lo que recortó los márgenes de rentabilidad de los productores lecheros. Al mismo tiempo, la dependencia de estos suplementos tiene un impacto en los costos operativos, que en un contexto de precios fluctuantes de la leche, puede resultar muy complicado de absorber.

Precipitaciones registradas

Durante octubre, las precipitaciones fueron irregulares, con apenas 35 mm. , lo que está un 50 % por debajo del promedio histórico para ese mes.

Sin embargo, el panorama dio un giro en noviembre, cuando las lluvias se concentraron en el último tercio del mes, acumulando 120 mm de promedio en apenas unos días con picos excepcionales que llegaron a los 200 milímetros. La cantidad de lluvia acumulada en noviembre provocó inundaciones localizadas.

Adaptación a los cambios climáticos: un reto para los productores

El clima de primavera en Bolívar es un claro ejemplo de cómo las condiciones climáticas extremas pueden afectar gravemente a la actividad agropecuaria. Sin embargo, los productores locales se enfrentan a la necesidad de adaptarse a un contexto climático cada vez más impredecible. Para ello, deben implementar estrategias innovadoras.

Perspectivas

Aunque la situación climática de la primavera de 2024 ha sido desafiante para Bolívar, con sequías prolongadas seguidas de lluvias intensas, las perspectivas futuras dependen en gran medida de cómo se distribuyan las precipitaciones en los próximos meses y de las estrategias que los productores adopten para mitigar los efectos. En ese sentido, el Servicio Meteorológico Nacional pronostica un inicio de verano con precipitaciones normales para la época del año y temperaturas superiores a esas marcas promedio.