En una situación insólita, el intendente de Olavarría, Ezequiel Galli, le pidió mediante nota al gobernador Axel Kicillof para que interceda ante municipios que no le permiten el ingreso a olavarrienses. Entre las comunas sindicadas por el alcalde de la ciudad serrana está Bolívar; pero también Daireaux, Laprida y Tapalqué. 

Con solo repasar la historia local, y ver que hace 70 años teníamos en el Partido la misma o más población que hoy, no es difícil afirmar que buena parte de la gente que migró lo hizo hacia Olavarría, y también hacia  Mar del Plata, como los destinos principales por afuera de Buenos Aires o La Plata.

Olavarría ha sido para Bolívar el hermano mayor, el espejo en el que mirarse en un montón de cuestiones, el bastón en el que apoyarse cuando falta algo que tiene que ver con salud u otras cosas. No hay en la región otra ciudad con la que Bolívar tenga más vínculo que Olavarría, no lo tenemos con Pehuajó, Daireaux, Saladillo o 9 de Julio, siempre que tenemos que mirar para dónde salir, a lo que sea, miramos la ruta 226 hacia el sureste.

Por eso más allá de lo que pueda decir el intendente Ezequiel Galli, sobre que en Bolívar no se permite el ingreso de olavarrienses, el vínculo no debe afectarse entre las personas, hermanadas durante años. Hay familias, parentescos, amigos, de todo, no debe haber un solo bolivarense que no tenga algo vinculado con Olavarría. Decir que la cuestión se da en viceversa es difícil, Olavarría creció mirando a Azul, ciudad a la que tiene mucho más cerca (unos 50 kilómetros aproximadamente), a la que superó en población en el siglo XX y a la que le “robó” nada más y nada menos que a los Fortabat.

Las declaraciones del intendente Galli suenan más a una cuestión política que otra cosa. Es obvio que no se puede comparar la situación sanitaria de ambas ciudades, porque Olavarría ayer superó los 100 casos de Covid-19 y Bolívar sigue en cero pese a que muchos sospechan que algún asintomático puede haber y aún no fue detectado o no contagió a nadie que tenga síntomas todavía.

Bolívar no tiene casos, entre otras cosas, porque priorizó la salud desde el minuto cero y fue precursor de varios sistemas de prevención que luego replicaron otros municipios. Olavarría, por el contrario, tuvo controles mucho menos estrictos y paradójicamente el intendente Galli hace unos 10 días reclamaba una mañana en su cuenta de Twitter por la liberación de más actividades, que le debía aprobar el gobierno provincial, y por la noche le aparecieron varios casos que hicieron que al rato tuviera que volver a fase 1.

Olavarría es hoy la ciudad con mayor circulación viral de la provincia de Buenos Aires por afuera del AMBA (Area Metropolitana de Buenos Aires), aún superior a Bahía Blanca, que lo cuadriplica en población y además tiene la circulación de carga y descarga por el puerto allí radicado.

Tomar las medidas preventivas del caso con personas que vienen de Olavarría no es discriminarlas, simplemente es tener los recaudos necesarios para con alguien que viene de un lugar donde el virus ya circula comunitariamente. Lo mismo ocurre con quien viene del AMBA, por ejemplo, y en los últimos días se ha sido también muy estricto en el control de quienes vienen de otras ciudades.

Al menos cuatro camiones de Olavarría ingresaron a cargar o descargar cereal ayer a la localidad de Pirovano, algo que alarmó a toda la población de la localidad del sur del Partido. Pero pudieron entrar y trabajar. Y en Bolívar todos los camiones de carga que vienen de Olavarría ingresan acompañados por un vehículo de guardia urbana, el chofer no puede bajar, se le descarga lo que trae y vuelve a la ruta escoltado. No es cierto que no pueden entrar, no en la gran mayoría de los casos.

Galli también hizo referencia a las cuestione parentales, a parejas separadas que tienen hijos en común, que uno vive en Bolívar y el otro en Olavarría, y que los niños no podrían ver a los padres. Decir eso es no conocer cómo funciona o ha funcionado en esta cuarentena la cuestión del ingreso de gente a la ciudad. Cualquiera que conoce Bolívar puede ingresar o hacer ingresar a alguien a la ciudad caminando por los muchos terraplenes que hay a la vera de la 226, sin tener que pasar por los controles sanitarios. Las cosas como son.

No crean los olavarrienses que los vemos como leprosos por este difícil trance que les toca pasar y del que esperemos puedan salir con las menores consecuencias posibles. Sepan que después de esto queremos seguir interactuando como lo hicimos hasta antes del 19 de marzo. Sepan también que si hoy se toman más controles para quienes vienen de esa ciudad es por la circulación viral que tienen, no por otra cosa.

Seguramente lo mismo ocurre en Laprida, Daireaux y Tapalqué, las otras ciudades apuntadas por Galli en su nota a Kicillof. El intendente de Olavarría ha tenido dos o tres reuniones por Zoom en los últimos días con el intendente Pisano. ¿No es más fácil levantar el teléfono y tratar de hablar los temas antes de sacarlos en los medios? Cuando preguntamos sobre esta cuestión, la respuesta fue: “Es Galli”.

Olavarría ha sido, es y seguirá siendo nuestro hermano mayor y referente. No por las declaraciones exageradas hasta en algún punto por el intendente Galli, los vínculos tienen que romperse entre las ciudades o la gente que vive en ellas. Los intendentes pasan, las comunidades quedan, y los vínculos forjados durante años, también.

Angel Pesce