(La escena a oscuras. Se abren tres haces de luz. En cada uno de ellos aparecen los personajes: El Cerrazón, la Torcaza y el Ñandú)
Cerrazón: Cuando la tarde se inclina, sollozando al occidente
Corre una sombra doliente sobre la pampa argentina.
Torcaza: En un overo rosao, flete nuevo y parejito
caiba al bajo al trotecito, un paisano del Bragao.
Ñandú: Aquí me pongo a cantar al compás de la vihuela
que al hombre que lo desvela una pena extraordinaria…

Así comienza el texto de Duilio Lanzoni de ‘La leyenda del Iluminao’, obra que se estrenó en la sala El Taller de Artecon el 16 de octubre de 2010.
Dirigida por Patricia Galaz, la obra estaba orientada pero no con exclusividad al público infantil, los integrantes del elenco eran egresados de los distintos talleres de Artecon.
“La obra es una gran metáfora de lo que pasó, está pasando y seguirá pasando - Patricia Galaz - La confección del personaje del Iluminao, tan importante y poderoso, que en su conformación física medía más de dos metros, la había realizado el artesano Claudio Serrano, la máscara estaba basada en el rostro del actor, Juan Emilio Seronero. Recuerdo que para la escenografía Salinas Grandes nos había prestado unos lienzos pintados, que los ubicamos en la cámara del fondo. Luis Montoya confeccionó una enorme piedra, detrás de ella estaba escondido el cofre en el que el Iluminao tenía guardado los valores que se había robado.
La obra estaba escrita en rima, fue toda una singularidad, escuchar a los actores en sus personajes hablando de esa manera era algo muy dulce.
Recuerdo que ensayábamos cuando los chicos salían del colegio, la única egresada del secundario era Carolina Castillo, también ensayábamos de noche. Todos habían egresado de distintos talleres de Artecon, y en ese momento tenían la oportunidad de actuar en una obra infantil.
Otra particularidad que tenía la obra era que en el texto había canciones que esas hermosas letras, eran como tener música en vivo. La volvimos a escuchar y nos seguimos maravillando. Los chicos bailaban al ritmo de las canciones, en eso nos dio una gran mano Marisa Peralta que trabajó con nosotros ayudándonos en esa coreografía.
Con esta obra fuimos a un Encuentro de Teatro Adolescente que se realizó en Trenque Lauquen. Nuestros chicos compartieron experiencias con los adolescentes de esa ciudad y de Carlos Casares. Hablamos con Luis Cabrera, el director del elenco de Trenque Lauquen, sobre la intención de continuar realizando estos encuentros pero lamentablemente todo quedó en esas funciones.
Después hicimos muchas funciones para los colegios, que siempre son funciones hermosas porque además de que el teatro está lleno de chicos, una siente como los chicos aplauden, se ríen, gritan; cómo se sienten parte de eso que está pasando arriba del escenario.
He tenido mucha satisfacción con esta obra y con las otras obras infantiles que dirigí, que son seis. Han sido trabajos, trabajos arduos que llevan tiempo, a veces hay que confeccionar mucha escenografía. Hemos trabajado mucho, pero ver a los chicos tan contentos y disfrutando viendo eso que sucede arriba del escenario es muy lindo, muy enriquecedor, placentero y conmovedor.”
La leyenda del Iluminao era una suerte de musical con cinco canciones que funcionaban como disparadores en escena: Rock del Iluminao; Chamamé de la Dudas; Milonga de la Derrota; Chacarera de los Tres y Canción de la Unidad, son los títulos de las canciones originales con letra de Lanzoni y música de Eduardo Real, registradas por Sandra Santos, Eduardo Real, Diego Peris y los músicos de La Trova.
“En 2010, cuando tocamos y grabamos la música de la obra ya contábamos con otra tecnología con respecto a obras anteriores que habíamos grabado con caseteras, muchas cintas, en vivo; esta vez pude grabar casi toda la obra con mi teclado Roland XP60 en cuatro canales en la Tascam con la que podíamos separar las voces - recuerda Eduardo Real - Creo que quedó un producto muy bueno, con recuerdos hermosos, estábamos en ese momento con Sandra Santos y la Trova presentando en todo el país nuestro primer disco, con muchas giras y shows y en los ratos que podíamos comenzamos a hacer la música de esta obra. Yo le dije a Sandra si se animaba y le encantó la idea y colaboró sobre todo con el chamamé porque se lleva muy bien con la música del Litoral. Diego Peris aportó sus arreglos y grabó unos bajos. Sandra estuvo muy bien sobre todo con letras que eran complicadas. Para nosotros fue una experiencia muy enriquecedora.”
El elenco de La Leyenda del Iluminao estaba integrado por Juan Emilio Seronero (Iluminao), Ana Clara Córdoba (Cerrazona), Marina Hernández (Torcaza), Federico Zárate (Ñandú), Milagros Croce (Doña Solidaridad), con algunos reemplazos a cargo de Marco Lanzoni. Completaban el equipo, en Iluminación: Patricia Galaz; Sonido: Horacio Zárate; Escenografía: Luis Montoya y Horacio Zárate; Vestuario: Marta Marrese; Coreografía: Marisa Peralta; Máscara: Claudio Serrano; Asistente de dirección: Horacio Zárate.
Después de más de diez años, Federico Zárate recuerda y reflexiona sobre la obra y cómo fue crecer y aprender en un ambiente de familia y amigos: “De la Leyenda del Iluminao’ tengo mis mejores recuerdos, fue una experiencia maravillosa, fue una obra muy gratificante, muy sensible por varias cuestiones. Mi mamá, Patricia Galaz, estuvo a cargo de la dirección, la asistía mi papá, después, un incontable equipo de trabajo que quiero y admiro mucho, y que me ayudaron a crecer tanto personal como profesionalmente. El texto, el vestuario, la música, teníamos una coreógrafa que nos ayudaba con los pasos de las canciones, un equipo muy grande y muy lindo que hizo que la obra funcionara muy bien.
Rememorando, volviendo un poco para atrás, pienso que el texto decía cosas muy lindas, muy interesantes que estaban muy bien contadas.
En pocas palabras la obra decía que había un Iluminao, un ser oscuro, grande, nefasto que iba arrasando de pueblo en pueblo las cosas materiales. Le pegaba a los perros, pisaba los gatos, pateaba los sapos, y además metía en un cofre los valores: la dignidad, la esperanza, la memoria. Los personajes trataban de vencer al Iluminao, de recuperar ese cofre para devolverle al pueblo los valores que habían perdido. Andaban tristes los personajes durante toda la obra tratando de recuperar esos valores hasta el final de la obra que lo recuperaban.
Siempre estamos rodeados de Iluminaos que tratan que andemos tristes, tratan de derrotarnos, pero Artecon me dejó eso: si uno trabaja en conjunto, en colectivo, pensado en el otro no hay nadie que pueda venir a arrebatar los valores más importantes que tenemos.
Haber crecido en un ámbito tan familiar, con personas tan profesionales en el teatro independiente dónde cada uno tenía su trabajo y luego agarraba el auto o la bici e iba a ensayar a las diez de la noche. Lo cuento por experiencia propia de mis padres que trabajaban todo el día, después iban a ensayar a la noche, o salir de la escuela e ir a ensayar, Se le ponía y se le pone mucha garra, mucha pasión, mucho compromiso, sin réditos económicos, por el solo hecho de compartir, de crear, de pensar en el otro y de poner en escena cosas cotidianas que nos rodean, que no se pueden poner en palabras entonces nos subimos arriba del escenario y se lo contamos a la gente. Pasamos ese mensaje para que les fuste, o no, que se queden pensando, o no, pero es una forma de expresar, un lenguaje.
Debo agradecer a toda la familia de Artecon que me permitió seguir creciendo profesionalmente después en Tandil porque me la hicieron muy fácil con todos estos valores que estoy contando.”