5 de septiembre de 2024
Thorsen ha leído "mucho", pero "pocas cosas tan bellas" como 'Se despide el Campeón'.
por
Chino Castro
"Es una de las mejores obras que leído. Un viaje hacia las tinieblas del
propio ser del personaje, pero a través de la poesía", enfatizó en charla
exclusiva con este diario Cristian Thorsen, que le pone el cuerpo a Lopecito,
entrenador de box velando a su pupilo, en el unipersonal Se despide el campeón,
a presentarse en Bolívar en los próximos días. "La poesía, lejos de tornarla
una pieza literaria, como suele ocurrir en las malas obras de teatro,
profundiza la acción del personaje, entonces el autor mágicamente encuentra la
manera de defender mediante la belleza los tenebrosos rincones de ese
personaje, que esperan ser descubiertos por el espectador", analizó el actor
nacido en Bolívar acerca de un trabajo elaborado junto al director "línea a
línea, palabra a palabra, silencio a silencio". Aquí, Thorsen también habla de
lo que le significa volver.
Me dice la productora local de Se despide el campeón, Daniela López, que
esta obra si no es la mejor que has leído, pega en el palo. Entonces te
pregunto dos cosas: 1: ¿por qué?, 2: ¿al hacerla, llevar el texto a la acción,
se mantiene ese entusiasmo?
-Sí, definitivamente es así. Es una de las mejores obras que leído, de las
más bellas. Tiene un componente poético que va articulando la acción dramática,
que es lo que la hace tan particular. La poesía, lejos de tornarla una pieza
literaria, como suele ocurrir en las malas obras de teatro, profundiza la
acción del personaje, entonces el autor mágicamente encuentra la manera de
defender mediante la belleza los oscuros, tenebrosos rincones de ese personaje,
que esperan ser descubiertos por el espectador. Así que sin dudas es un viaje
hacia las tinieblas del propio ser del personaje, pero a través de la poesía.
Bien podría sugerirte algún poeta maldito pero prefiero no entrar en esas
especificidades.
"Cuando se intenta en el teatro poetizar una situación, generalmente la situación se apelmaza, queda fuera del ápice vertiginoso que impone la realidad. Enseguida se corre el punto cuando la poesía quiere meterse en el terreno teatral. Acá no"
Te respondo lo otro: el director es Mariano Dossena, extraordinario director que me ha tocado por tercera vez. Que no se nos escape todo eso que describí, es una tarea bien complicada. Porque al momento de enunciar la poesía, corrés el riesgo de quedar fuera de la situación teatral. La situación siempre tiene que estar bien conectada con la vida del personaje, entonces acá fueron muchas horas de ensayo, de sentarnos a pensar, de ir excavando dentro del laburo de la actuación, ir profundizando en uno mismo para que todo eso que digo, para que el parlamento del personaje, se ordene en lo poético, se presente como parte de la realidad, de la vida de él, y no se nos pase a la cuestión literaria. Entonces para que todos esos permanentes hallazgos poéticos que va presentando la obra no se nos vayan de largo, no se nos pierdan, hubo que ir trabajando línea a línea, palaba a palabra, silencio a silencio, para que todo eso esté cargado del elemento fisiológico que hace al aquí y ahora, al presente del personaje.
"En esa fundamentación, que tiene mucho alcohol, mucha melancolía, mucha anécdota, mucha situación vivida entre ellos, aparece el verdadero vínculo, y comienza a armarse lo que, con un tercer personaje, resulta una trama de orden humanístico, pero el encuentro de estos personajes nos lleva inexorablemente a la tragedia"
El asunto ha sido ir tejiendo, empleo una palabra que suele no tener buena
prensa.
- Exacto. Exacto. Vos sabés que, de hecho, es una palabra que usa el
personaje en la obra, que me parece que está ubicada en un lugar maravilloso.
Sí, es ir tejiendo. Ir tejiendo el presente del personaje a través del medio de
la poesía. Cosa que no es común, ya que cuando se intenta en el teatro poetizar
una situación, generalmente la situación se apelmaza, se aplasta, queda fuera
de la realidad, del ápice vertiginoso que impone la realidad. Enseguida se
corre el punto cuando la poesía quiere meterse en el terreno teatral. Bueno,
acá no pasa. Por eso yo digo: he leído mucho, desde muy chico, y he leído pocas
cosas como esta. Por ello es que marco que me tiraron un centro a la cabeza, y
después fue todo un trabajo que la pelota entre al arco y podamos cantar el
gol, todo un trabajo. Pero a juzgar por la repercusión a niveles público y
medios, me parece que la pelota ingresó, y bien pegadita al palo.
Hemos estado hablando este rato de cómo se cuenta lo que se cuenta en Se
despide el campeón, del cómo pero no del qué. ¿Qué narra esta pieza?
- Es la historia de un amor salvaje, en donde el personaje
protagonista paga el precio por trasgredir ciertos límites, ciertas normas, que
la sociedad se impone a sí misma en un intento de autopreservación. Es, mi
personaje, un entrenador de un boxeador que acaba de morir. Un boxeador joven promesa,
es mi pupilo, y yo lo estoy velando en el living comedor de mi casa. Entonces
básicamente se trata de por qué este boxeador está siendo preparado allí para
ser llevado a un velatorio, no se termina de definir en la obra. Se empiezan a
fundamentar los por qué de eso. Y en esa fundamentación, que tiene mucho
alcohol, mucha melancolía, mucha anécdota, mucha situación vivida entre ellos,
surge el verdadero vínculo de ellos dos, y comienza a armarse lo que, con un tercer
personaje que aparece, resulta una trama de orden humanístico si querés, pero
el encuentro de estos personajes nos lleva inexorablemente a la tragedia.
A la tragedia no sólo del boxeador joven que acaba de morir sino de
Lopecito también. Es como un viaje de esta gente del mundo del box hacia el
hondo bajofondo donde se comienza a construir el problema entre ellos dos.
Conceptualmente, si te lo tuviera que sintetizar en una frase, te diría que se
trata de cómo los esquemas de funcionamiento social nos dejan afuera de
nuestros propios deseos. Si querés, desde un punto de vista más sociológico.
Pero básicamente es eso: la confesión de un tipo que va emborrachándose y se
pone a contar. Y en ese contar se empiezan también a develar sus deseos, una
personalidad oculta que tiene este personaje, oculta por el miedo que impone la
mirada de los otros.
Se ofrecerán dos funciones, el viernes 13 y sábado 14 de septiembre a las 21 en la sala de la biblioteca María Alcira Cabrera y el grupo teatral Vamos de Nuevo, en Falucho 780. Las entradas tienen un valor general de 7 mil pesos, y siguen disponibles por pago efectivo o transferencia bancaria a través del 11-30356234. Se reciben contactos mediante las redes sociales de Cable a Tierra, la productora del espectáculo. Cabe acotar que los organizadores solicitan puntualidad al público, porque la función comenzará estrictamente a las 21.05, y se requiere que los espectadores ya estén ubicados en su butaca. Se despide el campeón, que se presenta los martes en una sala porteña, llega a nuestra ciudad precedida de excelentes críticas, de público y de notorios especialistas del mundo de la comunicación a nivel nacional.
"Volver a mí, ir a cerrar el mandala"
¿Qué significa para vos volver a Bolívar, un sitio que, más que uno en el
que te va bien, diría que es uno en el que te va cada vez mejor?
- Volver a Bolívar para mí es volver a mí. Eso. Porque actuar, y hacer
teatro, a veces representa un doble viaje: uno se va lejos de su casa para
buscar mejor suerte en estos quehaceres del teatro, pero a la vez, vivir metido
en la vida de estos personajes, en la construcción de otras psiquis, en la
representación de emociones que no son del todo tuyas, o que son parcialmente
tuyas, hace que también se transforme en un viaje la vida de uno, el actor, en
un periplo onírico. Y a veces nos vamos muy lejos en esa abstracción... Entonces
volver a la avenida San Martín, volver a hablar con vos, volver a ver a mi
hermano Pablito Pequi, a estar con mi familia, es abrazar si querés a esa parte
neurálgica que también le corresponde al actor y le "Volver a mí, ir a cerrar
el mandala" hace mucho bien, al actor y fundamentalmente a la persona. Así que
Bolívar para mí representa nada más y nada menos que eso: ir a cerrar el
mandala, de forma recurrente.
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