La doctora Marcela Laborde, intensivista del Hospital ‘Miguel Capredoni’, apela a la responsabilidad ciudadana para evitar los posibles contagios de COVID-19. En los últimos tres meses, por distintos factores, la ocupación de camas en la Terapia fue del 70 al 80 por ciento. Una señal para saber que una escalada del virus sería de gran complejidad para la atención de pacientes graves.

Esta semana, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) publicó una conmovedora carta que invita a la reflexión de la población y denuncia la grave situación que se vive en las unidades de terapia intensiva de todo el país, a medida que aumentan los casos de COVID-19.

"Sentimos que estamos perdiendo la batalla. Sentimos que los recursos para salvar a los pacientes con coronavirus se están agotando", comienzan su expresión pública los profesionales y puntualizan que "la mayoría de las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) del país se encuentran con un altísimo nivel de ocupación".

"Los intensivistas, que ya éramos pocos antes de la pandemia, hoy nos encontramos al límite de nuestras fuerzas, raleados por la enfermedad, exhaustos por el trabajo continuo e intenso, atendiendo cada vez más pacientes. Estas cuestiones deterioran la calidad de atención que habitualmente brindamos", se sinceran.

En las ciudades como la nuestra, en la que no se ha requerido la atención de pacientes graves de COVID-19 en la UTI del Hospital, igual la ocupación de camas en ese servicio ha sido muy alta. Ello debe llevar a la población a ser responsables a la hora de los cuidados para evitar el contagio, y cuidar así también al personal que se desempeña en Salud, que vienen trabajando sin cesar desde el momento 0.

“Como institución, nos adherimos a la situación que está atravesando la Provincia y en país tal como lo expresa la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. Y coincidimos con la SATI en el pedido de responsabilidad social, el cuidarse, el cumplir con el distanciamiento, con el uso del cubre boca, de la higiene, con evitar las reuniones sociales, todo lo que lleva a protegernos”, expresó la doctora Marcela Laborde, co-directora del nosocomio local y médica especialista en Terapia Intensiva. 

“En Bolívar no tenemos pacientes con COVID-19 en terapia intensiva, pero sí está pasando en otros lugares y en ellos los recursos tanto materiales (camas, respiradores) como humanos (médicos, enfermeros, mucamas, kinesiólogos) se van agotando. La situación se va volviendo crítica y nos preocupa”, define.

Marcela rescata que pese a no tener casos positivos de COVID-19 en la ciudad que hayan requerido su internación en la UTI, “ni tanta prevalencia en enfermedades respiratorias, en junio, julio y agosto igualmente tuvimos entre un 70 y un 80 por ciento de ocupación en las camas de Terapia, por eso es que estamos preocupados”.

“Podemos o no estar de acuerdo con las medidas a tomar, pero queremos que la gente entienda que estamos velando por la salud de todos, y como ha pasado y es de público conocimiento en distintas ciudades de un día para otro los casos aumentan extraordinariamente y deja descolocados a todos”, remarca la profesional.

Otra cuestión a tener en cuenta es la permanencia de los pacientes con COVID-19 que ingresan a Terapia. “Tienen lo que se llama ‘cronicidad’ de permanencia en la Terapia Intensiva, no es que en dos días pueden pasar a sala. Estadísticamente, lo hemos visto en todos los casos de las Terapias de las ciudades de alrededor, los pacientes permanecen mucho tiempo y eso equivale a una cama ocupada”, destaca.

Un agravante más de toda esta situación es el número escaso de profesionales y personal de Terapia. “Es así, tenemos poco recambio, y ello sin contar que nos enfermemos. Alguien dijo que los terapistas somos una ‘especie en extinción’, y la verdad es que hay pocos intensivistas en el país. En Bolívar la realidad es la misma, a veces no pueden venir de otros lados porque están más colapsados que nosotros y nos tenemos que cuidar. Por eso, la importancia de recordarle a la población que tenemos que ser responsables”, enuncia Laborde.

De la mano de esta descripción, Marcela pone de relieve la valía de la especialidad y ve en esta situación histórica una oportunidad para que desde las casas de altos estudios formadoras de médicos se estimule a los estudiantes a elegirla. “Soy especialista en Terapia y es una vocación. La verdad es que una especialidad crítica, donde sabemos que hacemos mucha medicina invasiva y con pacientes muy graves, pero tiene cosas muy gratificantes: ver mejorar un paciente es insuperable. Ojalá que esto nos haga pensar y a los estudiantes elegir esta especialidad desde la vocación, y a las autoridades instar a la formación de buenos profesionales”, marca.

Para finalizar, la profesional recuerda a la gente de la necesidad de su compromiso con el cuidado personal y de los demás. “Apelamos a la responsabilidad de todos. Debemos respetar las medidas, es la única manera de cuidarnos. Sabemos que la gente está cansada, pero es nuestro compromiso velar por la salud de todos”, concluye.

V.G.