14 de octubre de 2024
Omar Lobos, autor de un libro sobre cartas del cacique mapuche.
Omar Lobos, autor del
libro Juan Calfucurá correspondencia: 1854- 1873, dice que tras un arduo
trabajo de investigación para la que terminó siendo la obra de su vida,
advirtió que a lo largo de esas dos décadas de cartas se escucha "la misma
voz", vale decir la de un líder americano, "impuro", como todo líder, un hombre
"con responsabilidades y muy inteligente". El volumen, de casi seiscientas
páginas publicado por Colihue en 2016, se sustenta en "documentos, papeles, no
hay una postura mía", remarcó el autor en charla con este diario.
Lobos presentó su obra hace dos viernes en La Cultural, para una jornada encuadrada en el Mes de la Diversidad Cultural que llevaron adelante la entidad anfitriona y el colectivo Mujer Originaria, con el auspicio de la municipalidad y apertura musical de Franco Campo.
Antes de su charla, el autor habló con este diario acerca de lo
que descubrió luego de muchos años tras la huella de Calfucurá, alguien que no
lo defraudó "nunca", según subrayó.
¿Qué vamos a encontrar en
Juan Calfucurá correspondencia: 1854- 1873?
-Ojalá que encuentren la voz de Calfucurá.
¿Y cómo era esa voz?
-Mmm, bueno, era la voz de un jefe. Era la voz de un padre, en un sentido más
amplio. Sí, era la voz de un americano. Era el líder de su pueblo. Por
supuesto, como me observó atinadamente alguien alguna vez, me preguntó qué
tanto había de él en esas cartas, de su vida familiar, pero alguien que también
estaba ahí observó que no había que olvidar que son cartas al enemigo. No son
cartas familiares. Se cuelan muchas cuestiones, de todos modos, que se
desprenden, de la relación con los hijos, de los casamientos. Eso también está,
pero es una voz enfocada en una relación diplomática, es la voz de la
Cancillería. ¿Eso quiere decir que hay que tomar relativamente esa voz? No, no
no, es la voz del jefe que escribe a otros jefes. Que escribe a veces más
duramente, a veces amistosamente. Hay muchos matices en esa voz. Si bien es una
voz doblemente mediada, porque él lo dice a lo largo de las cartas, más de una
vez, 'bueno, usted sabe que el lenguaraz y el escribiente, o sea el que traduce
lo que yo digo y el que escribe, son personas muy ligadas a mí, son hombres que
trabajan a la par mía...'. De manera que a pesar de esas mediaciones, del paso
del mapudungún al castellano, y después, vamos a suponer, de la oralidad a la
escritura, y a las formas propias de la escritura, uno puede incluso a lo largo
de todos los escribientes -algunos más eficaces que otros-, escuchar la misma
voz. La sensación es que a lo largo de esos veinte años se escucha la misma
voz.
¿Qué descubriste vos de
Calfucurá al elaborar este libro, juntando durante años todo este material?
- Estuve dieciocho años juntando papelitos. Con algunas intermitencias, pero no
es que dejé cinco años de trabajar.
¿Y qué descubriste, en
relación a la imagen que tenías de Calfucurá?
- Puedo decirte que Calfucurá no me defraudó. No me defraudó nunca.
¿Qué esperabas y qué
encontraste?
- Esperaba las cartas de un hombre. Cuando yo encaro esta investigación, fue
porque tenía que escribir una breve noticia de la llanura pampeana y no me
gustaba la bibliografía que encontraba, pensaba que no podía ser así, eso del
malón sanguinario que venía. Una sospecha de base, porque ellos también estaban
defendiendo sus tierras y había intereses, era la época de la configuración
económica del país. Empiezo a buscar, aunque por supuesto que a priori conocía
fragmentos de cartas que están en libros. Pero yo pensé que si buscaba, iba a
poder restablecer una voz, más ampliamente, incluso una manera de pensar, si a
través de la voz podemos llegar al pensamiento real. A pesar de que son cartas
de una Cancillería y entonces hay cosas que se ocultan porque estamos
negociando, porque estamos en un tironeo y porque incluso se está engañando un
poquito, ya que la diplomacia es así. Pero yo siento que encontré la voz de un
hombre. Un hombre con responsabilidades, y un hombre
muy inteligente.
Un líder.
- Un líder. Un líder americano. Impuro, porque los líderes no son puros nunca.
Bueno, justamente:
hallaste la voz de un hombre con todas sus impurezas e imperfecciones, incluso
quizá con alguna defección.
- Sí, sí sí, por supuesto. Tenés que pensar en el contexto epocal, a eso hay
que incluirlo. Y era una persona... a ver: a eso lo dicen hasta los jefes cuando
muere: "¿Y ahora? Porque por lo menos con Calfucurá hablábamos". Era además
alguien que, si arreglabas con él, si él te decía esto es así, estabas
arreglando con todos. Porque tenía ese poder y esa representatividad. Entonces
eso te puedo decir: encontré lo que buscaba, al cabo de toda la compilación del
libro. Un libro no se termina, el libro decide llegar hasta un lugar. Uno ya
tiene un corpus, por buscar puede seguir buscando, revolviendo, pero un día le
das un corte, se te impone. Yo decía barbaridades tales como que cuando
terminara esta obra, me podía morir tranquilo.
Terminó siendo una suerte
de misión para vos.
- Sí, sí. Y era como la obra de mi vida, o una cosa muy importante para mí.
Y ahora esa misión
continúa difundiéndolo, como estás haciendo el La Cultural de Bolívar.
-Bueno, después los libros se independizan y trazan su camino...
Claro, pero algún empujón
hay que darles también.
- Sí, sí.
"Yo no me voy a poner a justificar a Calfucurá, que se justifique él, y si alguno quiere 'leer' que "ve, acá está diciendo que hay que matar a todos", bueno, querés leer eso, leelo"
Convengamos que este es
un libro que a muchos va a molestar, a cierta versión 'oficial' de la historia.
Como dice la canción de Mignona y Nebbia, a la historia la escriben los que ganan,
y eso quiere decir que hay otra historia. Hay quienes no estarán felices con la
aparición de este libro ni harán nada para 'moverlo'.
- No, pero a ver: lo que
pasa es que este libro son documentos, no hay una postura mía. Son papeles. Sí,
por supuesto, en toda selección, en el pegoteo, hay intervención. Fui armando
un collage yo, com lo que fui encontrando. Tengo un testimonio de alguien que
escribió mucho sobre los pueblos originarios, una mirada desde la oligarquía,
porque él era hijo de la oligarquía, Jorge Rojas Lagarde, que ha escrito muchos
libros sobre el comercio de ganado a Chile. Nos hicimos amigos, él presentó mi
obra en la Feria del Libro en su momento. Y me apuraba, me decir "Omar, tengo
88 años, metele, lo quiero leer". Lo presentó, y bueno, a Jorge lo perdimos
hace dos años. Y cuando le paso el borrador completo, me dice "Omar, los
malones, si los contás, fueron cinco. Te alcanza una mano. Ese imaginario de
que salía la luna y los indios quemaban los pueblos. Y además estaba recontra anunciado".
Claro, le digo, no era que a un malón una noche se le ocurría y salía a robar
mujeres y asaltar los pueblos. Si sucedía eso, estaba recontra anunciado, era
el límite de una negociación frustrada. Cuatro indios que salieran a robar unas
vacas es otra historia, que querían salir a afanar sin ser sentidos, llevarse
las vacas, que no los escucharan, y volverse a sus tierras. Las incursiones
sangrientas eran en un contexto de guerra. Otra cuestión que yo defiendo mucho
está en el prólogo: yo decidí poner cuatro paginitas de contexto historiando,
cuáles eran los criterios, etcétera. Porque tampoco
quiero avasallar la voz.
Que se defienda sola.
- Que se defiende sola, yo no me voy a poner a justificar a Calfucurá, que se
justifique él, y si alguno quiere 'leer' que "ve, acá está diciendo que hay que
matar a todo el mundo", bueno, querés leer eso leelo.
Sos un escritor, no un
justiciero.
-No, no no. Y además, ¿quién soy yo?
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