2 de octubre de 2023
En el marco de las múltiples actividades que, sin sinocronía aparente pero con el mismo propósito, vienen llevándose a cabo en Argentina en vísperas de un nuevo aniversario, nada menos que el cuadragésimo, de la recuperación de nuestra democracia, el viernes al tren se sumó el CePEAC Nº 1, que organizó un conversatorio o mesa redonda acerca de la música y los/as músicos/as en el entramado de la democracia. El facilitador fue Mario ‘Chiqui’ Cuevas, quizá el máximo investigador musical vernáculo, y estuvo dirigido a alumnos de ese centro de estudios que funciona en la Fundación Futuro y a interesados en general.
Valiéndose de clips con canciones y artistas emblemáticos que contribuyeron a denunciar los abusos de los militares y a la vez fomentar el retorno de la democracia, Cuevas recorrió los avatares por los que atravesó la música desde el arco temporal que va desde 1973, año del controvertido regreso de Perón que abrió un fugaz interregno democrático, a 1983, cuando asumió Alfonsín investido del poder popular que había decidido decir basta tras el horror de la dictadura más sanguinaria de todas. El conductor, productor y creador de Sin Fronteras se basó en el rock, pero también incluyó al folclore, quizá el estilo más castigado por los asesinos. Un período de prohibiciones, censura, razzias, persecuciones, noches en calabozos y artistas que se las ingeniaban para colar su denuncia bajo una gruesa capa de metáforas que no pudieran ser desarticuladas por los dictadores. Por ejemplo Charly García apañándoselas en Canción de Alicia en el país, y como el suyo, otros casos de músicos que aportaron su alimento ‘no perecedero’ para aliviar al pueblo, y en los mejores casos alumbrarlo, en un siniestro tiempo en que el asesinato, la tortura, la desaparición y el robo de bebés pasarían a ser ‘política’ de Estado en la Argentina. A su modo, también nuestra juventud maravillosa, pibes de menos de treinta años que, sin saberlo, iban encaminados a convertirse en héroes de nuestra cultura popular de masas desde la plataforma de una época en que el rock aún era parte de la contracultura.
Fuera de lo estrictamente musical pero en relación directa, durante el conversatorio se vieron imágenes de Paulino Tato, el tristemente célebre censor al frente del viejo COMFER, que medía el éxito de su gestión por cantidad de películas prohibidas o intervenidas.
Para ilustrar la charla, se emitieron fragmentos de piezas emblemáticas de la música argentina, en particular del rock, a cargo de bandas y solistas que se instituirían parte del adn argentino, como Virus, Serú, Spinetta, de cuando el rock no era meramente entretener sino sacudir, incluso con la banda de los hermanos Moura, el primer grupo ‘bailable’ por antonomasia que irrumpió en la contracturada escena. También del folclore, en el que un ejemplo particular es el de Jorge Cafrune, muerto en circunstancias nunca del todo aclaradas, que no descartan un atentado de esbirros a las órdenes de la Junta militar.
La Guerra de Malvinas fue un capítulo especial de ese período, y el devenir musical del ’82 a su modo lo reflejó, como una suerte de banda de sonido del colectivo cada vez más amplio que terminaría por derribar a la dictadura y traernos otra vez a la ansiada democracia.
Ch.C.
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