12 de septiembre de 2024

Expo Rural 2024

Expo Rural 2024. Carta abierta a doña Clemencia Palavecino

Escribe: Justiniano Fuente

Permítame, señor director, publicar este pedido desesperado en su matutino. Pero ando necesitando localizar a doña Clemencia que, según me han dicho, está más escondida que peludo en la cueva y me he propuesto sacarla de ese incómodo lugar intentando refrescarle momentos de nuestras juventudes ya pasadas.

Aquí va entonces, querida Clemencia. Seguro que alguno le va a leer estas líneas porque sé que ha perdido los anteojos de ver de cerca y le digo desde ya, copiando versos de una hermosa zamba: que no te llegue triste mi cantar, porque le puse una sonrisa a mi guitarra.

Véngase para la expo, Clemencia, se lo suplico. Será un buen momento para recordar buenos tiempos. A la entrada nomás verá usted una cosechadora que le traerá recuerdos. No, la roja no, la otra. La verde, la yondire 1948 que andaba tan lindo. ¿Quiere que le rememore las cosas que nos pasaron arriba de esa máquina? Si habremos cosido bolsas ahí! Eran épocas de 35 bolsas de trigo la hectárea y cuando se trillaba avena otras tantas y de las grandes! ¡Qué habilidad había agarrado usted para la costura, por mencionar una sola de sus virtudes! Recuerdo que también se las ingeniaba para la trabada de la bolsa en la boquilla y eso me gustaba mucho a mi, porque cuando usted giraba y me daba la espalda los astros se detenían a la orilla de la laguna como a tomar agua, el ocaso se demoraba en llegar y todo era aurora, permítame la poesía barata.

Como le digo, bajamos de la yondire y seguimos caminando. Despacito porque el reuma jode bastante, pero nos vamos a arreglar. A la pasada, si quiere, le regalo unos cactus que vende un muchacho muy agradable que vino de Saladillo. ¡Como no hay cactus acá, ahora también los traen de Saladillo! Pero no vaya a creer, hay unos medio azules que nunca vi y que hacen buen juego con sus ojos, que siempre han sido como para ser bueno y merecer ser mirado.

No le recomiendo que pase por el stand del diario. Porque ahí están haciendo cosas raras. Yo ya me temía que alguna cagada grande se iban a mandar, pero ahora está confirmado. Están como queriendo hacer televisión o quizás radio, no sé. Ya no hay máquinas de escribir en ese lugar y las han reemplazado por unos micrófonos pata larga. Andan unos pibes jóvenes hablando raro. Arriba de unos palitos de fierro han clavado unas cajas como de sardinas que dicen que son cámaras de no se qué y con eso trabajan. Para colmo han sumado al grupo a uno que lo llaman "operador" que, (esto lo escuché yo mismo y nadie me lo contó) con toda soltura te manda "ahora te pocho a vos". ¡A tu hermana!, le pegué el grito cuando lo escuché y el pibe me miró y solo dijo "¿quién es este viejo sucio?" Me fui como para no pelear. Si estuviese el viejo Oscar esto no habría pasado, se lo juro.

Si quiere también la invito con un cucurucho de dulce de leche. Ya sé que le hace mal, como tampoco le caen bien las tortas fritas, pero un día de lujuria a veces es mejor remedio que cualquiera de las porquerías que te da el médico y ya que estamos lo encaramos, qué joder!

No me lo tome a mal, pero si capta la indirecta no le voy a hacer asco. Si me sigue el tranco nos llegaremos hasta los corrales de la feria. Hay unas vaquillonas para entorar que según dijo un tal Gourdón son una verdadera belleza. No le puedo regalar una porque no he cobrado todavía la jubilación y ando medio corto de efectivo, pero al menos podemos mirarlas y cada uno pensar lo que quiera.

Ya al caer la tardecita, cuando el frío empiece a castigar los huesos, la llevaré a tomar un café en el stand de la Cooperativa Eléctrica. El café es muy bueno, la gente te trata bien ahí y además es gratis. Al menos eso me pasó a mí. Yo fui y dije que soy amigo de la Luz, que es la iglesia a la que pertenezco allá en Santos Lugares, donde sigo viviendo. Me hicieron pasar y me regalaron el café. Deben pertenecer a la misma iglesia estos muchachos, pero no quise preguntar, por las dudas.

Cuando nos retiremos por el portal principal, le sugiero que me tome de la mano y, si quiere y aún vive sola, la llevo en el 4 L y me invita a pasar. No tengo donde dormir esta noche así que me le puedo quedar en cualquier rincón. Ya le dije más arriba: nos vamos a arreglar.

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