13 de septiembre de 2024
Hubo comida, baile y guitarreada.
Ya habíamos marcado al patio gastronómico como uno de los grandes aciertos de esta exposición número 95 de la Sociedad Rural. Sin embargo, le faltaba lo que sucedió anoche cuando ya casi nadie quedaba en los pabellones interiores y la gente comenzó a congregarse allí, convocados por otra muy buena idea como lo fue la de preparar todo como para que, quienes se animaran, dieran lugar a una guitarreada que no quedó allí, porque se extendió con baile y mucha alegría al menos hasta el cierre de esta edición del diario.
Unos cuantos cantores, muchos de ellos avezados y otros tantos con la misma pasión aunque quizás con menos recursos musicales, pasaron por el escenario montado en un rincón, justo a la derecha del portal de acceso al patio y todos fueron celebrados y respetados de la misma manera.
Es lo que tienen de lindo las guitarreadas cuando se las toma como tales, una expresión que nace del alma de quien se presta para ello y comparte sin ocultamientos lo que lleva adentro, porque esas cosas salen a la luz en estos eventos. Por eso el aplauso es un regalo que llega sincero y agradecido. Al fin de cuentas quien canta en público por un instante desnuda su alma y la muestra generosamente para quien escucha con igual predisposición.
Así nació la noche ruralista, cuando el frío empezaba a enseñorearse en el predio e invitaba a refugiarse en el calor de una buena comida y encontraba herramientas poderosas en el baile, que vaya si quita el frío y calienta corazones. Las luces, los food tracks locales trabajando a full, el sonido de guitarras y de algún bombo, nos hicieron recordar por un momento lo que sucede cada año en la propia Exposición Rural de Palermo cuando con un poco más de glamour, posiblemente, la juventud se nuclea cada noche en una de las calles interiores, pegadito al pabellón de bovinos, para desenfundar guitarras y celebrar el campo en la ciudad.
También para el diálogo y el conocimiento, que viene detrás de ello y alimentado por alguna cerveza, que bien vale la pena empinar si es conducente a la sana alegría. Fue una noche diferente a todas y seguramente una iniciativa que llegó para quedarse y hasta para crecer.
Fue ideada y organizada por Alejandro Tamborenea, a quien ya destacamos en estas páginas, secundado por gente de las subcomisiones de la Rural. Pero la cosa no terminará con los recuerdos de la noche del jueves porque el sábado, el mismo patio invita a la juventud a "hacer la previa" allí. Y esto significa que, quizás por primera vez en su larga historia, la exposición rural se cierra cuando la última persona se vaya, permitiéndose el ingreso hasta bien tarde y siempre con entrada gratuita.
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