24 de marzo de 2025

EN EL BOLICHE 6550

EN EL BOLICHE 6550. La gran bestia pop vuelve a abrir sus ojos, treinta y cinco años después

En abril, fiesta del reencuentro de Loft Disco.

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por
Chino Castro

Una juntada de ex laburantes a fines del año pasado produjo una chispa de nostalgia que encendió el fuego del reencuentro, y así es que el 19 de abril (sábado de Semana Santa), Loft Disco, aquella quijotada de Alonso-PabloBarbero, celebrará los treinta y cinco abriles de su lanzamiento con una fiesta que se prevé de alto voltaje emotivo en el boliche 6550, ambientado como una noche de los cercanoslejanos años noventa para recrear el ambiente típico de un lugar que fue emblema vernáculo y regional. Es que, parafraseando a Sabina, o invirtiendo sus términos, 'no hay nostalgia mejor que añorar lo que sí por acá sucedió'.

Las entradas saldrán a la venta estos días, a 10 mil pesos, en Dadone Deportes y Lagash, y también por Passline. Los organizadores estiman que colocarán las aproximadamente mil que se pondrán en circulación, de acuerdo a la capacidad del boliche de Avenida Mariano Unzué. Organizan Horacio Alonso, que estuvo al frente desde la inauguración de la disco el sábado 30 de noviembre de 1990 hasta los días finales de la aventura, y Hernán Domingo Caverlotti, a cargo del sonido y la iluminación. (Aunque 'Caver' no fue nunca parte del staff del viejo Loft, está equipado de primera para hacerse cargo de lo suyo y que la noche brille.) Pasarán música por turnos algunos de los dee-jays que surcaron las noches de los noventa y primeros dos mil al comando de la nave mediante las perillas de la alta cabina; tras la barra volveremos a ver algunos de aquellos rostros que nos despachaban la bebida y tal vez a 'Quico' Aguerrido y Carlos Westdorp en la puerta con su proverbial gesto adusto, y se recrearán postas típicas del boliche, como quizá alguna búsqueda del tesoro (en su hora se hizo una en la que había que encontrar quinientos dólares). ¡Ah!, y habrá un segmento para los lentos. Además, se rendirá homenaje a viejos laburantes que ya no están del ex reducto que gobernara la noche desde donde hoy se halla el shopping La Perla, casos 'Pocho' Curto y Milton, pintoresco encargado de juntar los vasos esparcidos por el piso.



Sin embargo, Horacio apuesta a más, y para eso ya está pergeñando una celebración aún más grande, en un sitio de mayor envergadura en términos de capacidad de albergar gente, para el próximo 30 de noviembre, la fecha exacta del cumpleaños treinta y cinco del boliche abierto en el noventa y que, con sus altas y sus bajas, perduró veinte años.

"Por lo que vemos en las redes, la repercusión desde que anunciamos la fiesta ha sido grande. En menos de cuarenta y ocho horas, nuestra cuenta en Instagram, Loft Disco Inimitable, ya reúne a mil quinientos seguidores", puso de relieve Alonso en rueda de prensa hace unos días en un conocido café de la ciudad, acompañado por 'Caver'.

Rosario, La Plata, Mar del Plata, CABA, Olavarría y Tandil, son sólo algunas de las ciudades donde se hallan diseminados todos y todas los que trabajaron en Loft. Muchos estarán presentes el 19 de abril, y todos (o casi, pongámosle) el 30 de noviembre, si se concreta la 'juntada de oro' a la que Alonso aludió en esta entrevista y que ya empieza a 'quemarle' en la cabeza. Son, en total, casi cien personas.

"No fuimos conscientes de lo que provocamos"

"Con Juan Carlos (Pablo) y con Juan (Barbero), creo que no fuimos conscientes de lo que provocamos en esa generación", dijo Horacio, en respuesta a una pregunta de Angelito y a un tris de estallar en llanto, dominándose apenas. "Fueron veinte años de mi vida de lo mejor, y creo que fue así para todos los que estuvimos ahí", agregó el hombre que otrora peinó bigote. Cuando la década del noventa recién despuntaba y la bestia llamada Loft abría sus ojos por primera vez, H.A. cargaba con poco más de treinta años. Por supuesto que la canción Music, de John Miles, que abrió formalmente cada una de las noches de la disco durante cuatro lustros, al punto que pocos saben de quién es pero a nadie escapa que sonaba en Brown y Sarmiento para descorchar la fiesta, volverá a estallar en el aire -seguramente con humo- de 65-50 el sábado 19 de abril.

Loft abrió a fines de noviembre de 1990 tras reciclar y poner en órbita sus inquilinos una esquina clásica que estaba desde hacía tiempo casi en ruinas. Había sido sede de Gómez Tello y cuando Alonso y compañía se interesaron en el lugar, funcionaba la Obra San José, emprendimiento caritativo que se referenciaba en Walter Raúl D'Aloia. Le propusieron el negocio a su padre, el recordado 'Choclo', y contra lo que pensaban dio el sí para alquilar el local. "Walter, el hijo de Pablo, también terció para plasmar el acuerdo", recordó Horacio.

En agosto comenzaron las labores de albañilería, en noviembre todo estuvo listo para inaugurar uno de los boliches más grandes de la zona, una auténtica nave, y lo demás es historia conocida (y disfrutada). "Abrimos con el pub arriba, el montacargas, muchas cosas que llamaron la atención y produjeron un gran impacto que sigue resonando -resaltó Horacio- , porque mucha gente nos habla de la magia y la mística que había en ese lugar, acá y afuera", de donde los sábados era habitual que llegaran micros a una discoteca gigante, de ochocientos metros cuadrados y con capacidad para albergar a unas dos mil quinientas personas, redondeando. "Un fin de año llegamos a cortar dos mil trescientas entradas", puntualizó el ex dueño, que tras la partida de Pablo para fundar Fuego Bailable y más tarde de Juan Barbero, se quedó solo al frente del Concorde unos años más.

De campeón a canillita, y de nuevo al ruedo

Esa cifra récord de dos mil trescientos tickets cortados (las tarjetas de Loft fueron otro sello que miles han de atesorar en su memoria, e incluso en algún cajón de cosas queridas) ocurrió durante la 'época de oro' del boliche, o al menos en el primer lapso de pleno éxito. La 'primavera alonsista'. Hasta 1994, todo fue besos, rosas y champagne, pero ese año y cuatro más tarde, Loft 'se comió' sin mayonesa el barquinazo de las crisis económicas mundiales, que solían denominarse con nombres de bebidas (efecto Tequila) y golpeaban en el pecho de un país de menemismo en franco proceso de descascararse. (En ese primer período, puntualmente en el '95, Loft fue objeto de un grave sabotaje: alguien que según se dijo tenía intereses comerciales en la noche pretendió incendiar el boliche. "No ardió porque todo era material, hierro y cemento", puntualizó Alonso. Hoy podríamos decir que 'la gran bestia pop' de la noche vernácula y zonal estuvo a un tris de su prematura extinción).

Ya más acá en la línea de tiempo, "en el 2000 Prats y La Vizcaína se hicieron bailables y no cobraban entrada, entonces la gente dejó de venir a Loft. El fin de año del 2000, el 31 de diciembre, cortamos cien entradas. La gente iba de Prats a La Vizcaína y nosotros la veíamos pasar", recordó Horacio, hoy ya con humor y ternura, como quien rememora algo que en su hora fue tremendo pero en la larga 'hoja de ruta' de su vida resultó una simpática anécdota más.

A esa altura -o bajura-, "con Juan Barbero nos replanteamos el futuro del boliche. Así fue que cerramos todo ese año, y ya llegando a diciembre, con 'Chuli' (Alessandroni, quizá el dee-jay que más años tuvo su puesto en la cabina) y Carlitos Dotta empezamos a hacer algunas fiestas parties, que me acuerdo que trajimos un láser gigante que montamos debajo de la cabina, solo de color verde pero que provocaba un efecto impresionante".

Otra era, directamente, no había ni teléfonos celulares ni redes sociales, ni plataformas para ver distopías que después se cumplen en la realidad y que reviente el que viene atrás.

Así fue que probaron el dulce, les gustó y decidieron relanzarse a la ruta. Loft de nuevo abría todos los fines de semana, como en sus años de gloria. Fue una apuesta que no duró demasiado, pero que también dejó su estela, su impronta y su recuerdo.

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