3 de julio de 2022
Causa asombro la cantidad de malos políticos que abundan por el mundo y algunos, que son bastantes, también causan vergüenza. Una vergüenza ajena generalizada. Sin ir más lejos, Sarmiento se rompió los sesos creando escuelas, entre otras cosas, tan importantes o más, y andando el tiempo se las destripa baradel. Y con el aplauso casi unánime del magisterio. Buena parte del alumnado se han convertido en analfabetos funcionales que por otra parte algunos políticos y de otros gremios, también se los ha visto haciendo el ridículo, incluso, el ridículo inclusivo, que se las pintan solos para tal cuestión, incluso cuando vierten exquisiteces malolientes. Y mientras tanto, al ver sus propios analfabetos les acaece un climax especial.Que cohorte de inútiles. Y como si tal cosa. Pero se enojan si les cantas verdades.
Pero andando el tiempo, los unos, no pueden recoger el fruto que no exigecabeza porque no hay gasoil, y de los trabajos que requieren cabeza, y están llegando para quedarse y aumentar su complejidad, no podrán hacerse cargo, porque les han machacado la cabeza. Que no saben, porque los que dicen saber,están hibernando y los otros, ya se sabe de qué las van; y les va bien porque el fruto está maduro. O sea, que aunque parezca mentira, Argentina entre Sarmiento y baradel se queda con el último; porque pareciera desean ser últimos. Y sin embargo, les invitan a Alemania, donde nada tienen para hacer, ni saben hacerlo. Quizás sea en agradecimiento por el buen trabajo realizado en pos del descalabro mundial; de otra manera no se sabe que pinta el presidente en el G7.
Pero como el asunto pasa por los votos, es decir por la democracia o por lo que en definitiva queda de la democracia sostenida por el voto; y entonces son muchos los malosaunque pasan por buenos y atentan desde que se levantan hasta que se duermen contra cada uno de los habitantes; y cuando han pasado uno años, y la mayor parte de ellos se adjudican la cárcel a la que no van o tardan en entrar comienzan los tira y afloja y el verso generalizado y los desaires y los improperios. Pero ellos no han sido, que la culpa es de los otros, que ya lo dijo el famoso francés con aquello de que el infierno son los otros. Y ahí estamos, porque los otros somos todos, pues depende de quién mira, y aunque el infiernoes uno solo, alcanza para todos. Sucedeeste entripado en todas las naciones que ante el miedo surgen los desplantes entre ellos y contra las gentes.
Y acaece también por estas pampas, que nunca se había visto tanto insulto y bajezas entre ellos y como su verso es amplísimo, de largos endecasílabos pues hasta se atreven a despotricar contra el gobierno, es decir, contra el oficialismo, y resulta que son ellos los gobernantes; aunque desgobiernan. O sea el desquicio. Y esto no falla, cuando más cansados están los habitantes de ellos que nunca les han dado nada y a pesar de todo lo que han sacado de las ubres solícitas de la nación, empiezan a pelearse entre ellos con fuerza y a echarle la culpa a la oposición de sus barrabasadas, aunque la culpa que tiene la oposición ha sido, simplemente, no haberse ocupado con fuerza en frenarlos o darles la sombra merecida. Todos ellos aquí y por allí y por acullá han malversado dineros a saco y destrozado con energía y placer las ilusiones de los que trabajan, al punto que algunos han caído varios peldaños en la escalera social de las capas económicas y culturales.
Que curiosamente siempre son los que trabajan; y más curiosamente todavía, siempre están a merced de las capas que no trabajan; y para más inri estos malabaristas del desastre le meten a la gente en la seseraque el trabajo no es lo importante, que aquello de que lo dignifica es una frase que se la lleva el viento; que lo que importa es que me votas y te adorno el bolsillo. Pero sucede, que en esas capas la dignidad no es una prenda de la cual gusten. Les cae ancha por todos partes y es imposible usar la sisa. Ellos manejan las capas sociales con el dinero de todos que tocan unos pocos; pero de ellos, por supuesto. A unos les dan mucho a otros poco y a los que trabajan le quitan el que ganan, gracias a los endémicos desaguisados económicos.
Siempre el que trabaja a merced del que no trabaja. Y eso es lo que hay por aquí y no quieren se vayan esos aires de bonanza, por eso ahora los dineros de las limosnas que dan votos a granel no los van a manejar quienes los manejan que son ellos, pero ahora quieren estar más cerca del pueblo, faltaba más, y como es de suyo por artes mágicas continuarán en las manos de ellos. O sea, que nada cambia salvo el discurso. Tampoco cambia el dolor que es lo que abunda. Sigue presente y ni un paso atrás, y basta que cada argentino que hoy tiene setenta años, por ejemplo, se mire en sus adentros, para tomar conciencia que entre unos y otros, en vez de futuro le ha quedado un poquito de presente, que no le alcanza ni para pagar el geriátrico más barato; y en realidad todo se ha esfumado en el último cuarto de siglo.
Y lo estupefaciente sucede porque siendo un gran país, a pesar de la pequeñez de buena parte de los que mandan, tampoco es un país bananero sino que son ellos los bananeros, pero es además, un país grande aunque despoblado y con las riquezas que pocos tienen deberían darle una renta per cápita por arriba de los veinte mil dólares; aunque curiosamente gracias a sus gracias no tiene dólares. O eso dicen, porque para lo malo siempre aparece algo, pues lo único que faltaba es que el inclusivo pueda quedar excluido.
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