23 de octubre de 2023

Política

Política. De la angustia a la felicidad, la marcha del ‘tren Bali’ en una tarde inolvidable


No fue una jornada de elecciones más en el bunker de ‘Bali’ Bucca y Pisano. Porque desde que ascendieron al poder local en 2011, nunca estuvieron tan en peligro, y eso se advirtió en los rostros contritos de las seis de la tarde de ayer, cuando la música del dee-jay Blas Gayol maquillaba a puro clásico del rock argentino el nerviosismo de todos/as los que poco a poco se iban acercando. Aún sin las figuras dirigenciales de Unión por la Patria, que arribarían después, ya consolidada la tendencia de un triunfo de Pisano-Bucca.





En la sala del fondo de la amplia casa de avenida Brown, se refugiaron los propios ‘Bali’, Marcos y gente de su estricta confianza, para procesar los datos que iban recibiendo de sus fiscales apostados en los centros de votación. Informes que Celeste Manghi, jefa de Prensa municipal, entregaba a los trabajadores de los medios locales -gráficos, televisivos y radiales- que aguardaban en el cuarto montado como sala para periodistas, algunos de cuales cubrían en vivo las alternativas del comicio.





Pero poco a poco las caras fueron aflojándose, y hasta algunas sonrisas se atrevieron a asomar. Porque en un marco parejísimo, en algunas mesas Pisano le ganaba a Morán por una buena cantidad de votos, y eso comenzaba a establecer una tendencia.









Para las 20 horas, con más del cincuenta por ciento de las mesas escrutadas (fueron 97 en total), el actual intendente le marcaba a su contendiente una diferencia de más de 300 votos, lo que se amplificaba en la calle, que seguía la transmisión de la radio de Ledesma a puro grito y adrenalina. A esa altura de la intensa jornada fue cuando comenzaron a verse en el bunker algunos rostros históricos del peronismo, como José Bucca y Claudio Carnevale, uno de los que volvió a acercarse al armado oficialista, lo mismo que Mirta Linares, Sergio Sarchioni y hasta Isidoro Laso. En cambio Zulma Albanese y Noemí Caligiuri sí llegaron temprano (no juntas), antes de las 19 ya daban vueltas por allí, ávidas de datos y de buenas noticias. La unidad, una de las claves del triunfo, como destacarían más tarde Pisano y ‘Bali’.





Pasadas las 21, por fin Marcos Emilio Pisano y Eduardo Luján Bucca aparecieron en la sala de Prensa para dirigirse a loas bolivarenses. Con el ochenta y cinco por ciento de las mesas escrutadas y casi quinientos votos de diferencia, la tendencia era ya irreversible. Tras ellos, la efervescencia se lo comió todo: militantes, dirigentes y funcionarios alinearon sus corazones, sus voces y sus cuerpos para bailar, cantar, gozar y descargar su angustia, sin que importara ya nada más que dar rienda suelta a una alegría con un sabor especial, que parecía nuevo, a una celebración con mucho de ritual de gente unida en lo más hondo del anhelo. Con ‘Bali’ y Pisano entraron, flanqueándolos, sus compañeras, sus niños y miembros de la lista que los secundó en esta elección, casos Laurita Rodríguez y Mónica Ochoa, dos concejales que renovaron sus bancas por cuatro años.





Quizá pueda haber sorprendido a algunos/as el tono de Pisano, quien visiblemente tocado por cosas que se dijeron estos meses, no necesariamente en forma oficial, pasó al ataque con una intensidad poco habitual en él. “Volvieron a emplear métodos de la vieja política”; “a cierto dirigente le ponemos hoy el sello de jubilado”; “la comunidad volvió a decirle no a esos métodos, como en 2019, que me toco vivir una situación similar”; “ahora vamos a industrializar Bolívar”, fueron algunos de sus conceptos, que se publican acá en nota aparte. ‘Bali’, en un tono más sereno, agradeció a su familia, a los militantes, a los fiscales, a los integrantes de la lista, a los viejos peronistas que volvieron a casa, como Linares y Laso, y regaló una emotiva frase a su padre, José Antonio, que lo miraba desde la puerta, algo lejos pero bien cerca: “Mi vejo, que con ochenta años caminó seis horas por día”, elogió, apenas conteniendo las lágrimas.





Pisano y Bucca se abrazaron fuerte, se miraron fijo y partieron hacia la vereda con todos los demás, al centro de la fiesta que se desataba por completo, con música, baile, papel picado y hasta espuma, como si todo el año fuera carnaval. Abrazos, emoción, llanto, agradecimiento, amor en estado puro, la vida moviéndose e impregnando felicidad en decenas de bolivarenses que no viajan en tren bala, sino en ‘tren bali’. Y felicidad pura, sana, sin ‘caries’ de revanchismo, y con mucho, sí, de alivio.





Chino Castro.


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