Expo Rural 2024. Maricel Mangas abrazó a los adolescentes con su palabra

La principal actividad de este martes tuvo lugar desde horas muy tempranas de la mañana con escenario en el Salón El Fogón de la Sociedad Rural. Allí, la licenciada en Psicopedagogía, Capacitadora Psicopedagógica y Asesora Pedagógica y de Gestión Maricel Mangas desarrolló una charla motivacional especialmente dirigida a alumnos de los colegios secundarios de Bolívar. Casi un millar de adolescentes abarrotaron las instalaciones del restaurante ruralista, en un encuentro al que también asistieron algunos padres y docentes.

La especialista radicada en General Villegas, quien ejerce la docencia en la Universidad Católica de Buenos Aires, en colegios secundarios de su ciudad y ejerce su profesión en clínica brindando asistencia en orientación vocacional en jóvenes y reorientación en jóvenes adultos, afirmó a este medio que la invitación de la Sociedad Rural reafirmó de alguna manera su propia vocación de interactuar con jóvenes y adolescentes. “Disfruto mucho de estar con ellos, de habilitarlos, respetar sus silencios, mirarnos a los ojos, instalar preguntas y que ellos se sientan animados a dar respuestas sabiendo que nadie los va a censurar. Hoy disfruté mucho de ello. Hoy los chicos estuvieron muy activos, sentía sus miradas”…

¿Cuál es tu propósito cuando te juntás con tantos chicos?

“Animarlos a que sean la mejor versión de sí mismos. Que sepan que tienen un propósito en esta vida, que tienen sus propios talentos, que felizmente todos tenemos nuestros talentos y son diferentes. Si podemos conectar con ellos vamos a poder, con esmero, disciplina y trabajo, alcanzar nuestra misión en la vida. Pero es desde el conocimiento de uno mismo, no desde la expresión ´yo no sirvo para nada, no sé si tengo algún talento, no sé si voy a poder´. Desde este punto es muy difícil que pueda”.

Pusiste mucho énfasis en el mérito, esa palabrita tan cuestionada últimamente…

“Así es. Pero es que tiene que ver con esto, con el reconocimiento, sentirse merecedor después de un trabajo realizado. En educación a eso lo llamamos justicia pedagógica. Es justo que después del esfuerzo haya resultados tangibles y quien tal vez no se dedicó tanto,  no puso tanto esfuerzo tenga otros resultados sabiendo que puede mejorarlos”.

¿Tu desafío es mayor en estos tiempos en que la educación ha caído a niveles unánimemente reconocidos como más bajos?

“Ciertamente. Pero uno debe preguntarse qué es lo que contribuyó a eso. Una de las partes de mi trabajo es la formación de maestros. Ese es el punto de partida, los insitutos terciarios o universitarios donde se forman como educadores. Ese es el primer eslabón de la cadena y hay que formarlos dentro de este concepto. Que sepan que es una noble tarea y una profesión. Si ellos no sienten eso y no se forman de la mejor manera, con calidad, van a entrar al aula desprestigiando la profesión. Como docente debo estar convencida de que puedo transformar la vida de quien llega a mí, preparando mejores contenidos y cuidando las formas. Hoy trabajamos mucho eso: la importancia de los contenidos y también de las formas, la actitud, las emociones o habilidades blandas. Allí haremos la diferencia”.

Escuché muy de pasada que, como parte de estas formas de las que hablás, pusiste el acento en los gracias, los por favor, etc…

“Si. La charla tuvo diferentes momentos y en uno de ellos nos detuvimos en cuestiones que necesitan los adolescentes. Una de esas cosas es recuperar valores olvidados, entre ellos éstos, que quizás no es que no los aprendimos pero les cambiamos el orden de prioridades. Se trata del respeto, hacia los mayores, los niños y hacia ellos mismos. La cuestión requiere firmeza: digo que no cuando algo me hace daño y digo que sí cuando algo coincide con mis valores y es lo que quiero para mi vida. Hay que volver al sentido de los límites, en realidad y este es un tema que trabajo mucho especialmente con los padres”.

¿Te toca enfrentarte habitualmente a problemas severos?

“Sí, claro. A veces los padres o los propios adolescentes llegan con un problema aparente de consulta y luego, trabajando y generando confianza, aparecen otros pedidos de ayuda. Puede tratarse de duelos, de sentimientos malos y cada uno lo expresa como puede. Hay quienes pueden poner en palabras sus problemas y quienes tienen dificultades para ello. Las emociones siempre buscan una forma de expresarse. Hay muchos trastornos psico emocionales, somáticos, que tienen su origen en las emociones”.

LA PANDEMIA Y EL VALOR DE LA VIDA

En el extenso diálogo mantenido con Maricel quedaron definiciones muy jugosas de la especialista. Se detuvo en el impacto que la pandemia de COVID dejó el la humanidad y especialmente en los jóvenes macándolos como un verdadero quiebre emocional. Sin embargo, “si algo nos enseñó a todos es el valor de la vida”, enfatizó, “el valor de la conciencia presente”, insistió. “La mente humana a veces se va muy hacia adelante y nos hacemos problemas por cosas que creemos que van a pasar y que quizás ni siquiera sucedan o va hacia atrás y nos genera cuestionamientos sobre nuestra actitudes. Lo importante es conectarnos con el presente, que es el único tiempo en el que podemos hacer algo”.

TIENE AUTORIDAD QUIEN AYUDA A CRECER

Rescata Maricel Mangas el elevado valor del ejemplo, de los docentes y de las familias en un mundo complejo y plagado de problemas a vencer. “No es maltratando o humillando como se logra autoridad, sino ayudando a obtener la mejor versión, quien habilita las condiciones para lograr esa mejor versión”.

LA PALABRA NO DICHA, LAS ADICCIONES

“Habilitemos los espacios para decir lo que sentimos, porque sino las emociones se alojan en el cuerpo y generan malestar. Los jóvenes necesitan palabras. La adicción es la falta de palabra. Es la ausencia de espacios para poder decir lo que pasa”.