29 de noviembre de 2024
Tercer Cuerpo vuelve a presentarse, para ayudar a la Biblioteca.
Como informamos, hoy viernes a las 21 en Falucho 780 (Biblioteca Cabrera) el grupo teatral Vamos de Nuevo, que tiene sede en esa dirección, ofrecerá la función despedida en Bolívar de su obra Tercer Cuerpo (dramaturgia de Claudio Tolcachir), dirigida por Carlos Teijón y protagonizada por Elvira Vaccarezza, María Eugenia Porcaro, Marcos Hernández, Marisol Inda y Juan Manuel Cánepa.
Las entradas tienen un valor de 5 mil pesos, y lo recaudado se destinará a paliar compromisos de la biblioteca, que atraviesa una amarga coyuntura económica. Un día después, el sábado 30, Tercer Cuerpo se presentará, por última vez según han anunciado sus realizadores, en la ciudad de Treinta de Agosto.
Una función especial la del viernes: por ser la última acá y por el motivo que la convoca.
Marisol Inda: - Sí, claro. Habíamos decidido no hacer más funciones en Bolívar, pensábamos que ya el público al que le interesaba había ido, pero apareció este motivo, ayudar a la biblioteca que lo necesita imperiosamente. De no ser así, quizá ya no hubiera habido en la ciudad más presentaciones de Tercer Cuerpo.
Una obra que fue bien recibida, que convocó a una buena cantidad de gente a la sala y motivó también buenas devoluciones. ¿Cuál es tu vínculo, como actriz, con Tercer Cuerpo?
- Muy bien. Me gusta mucho el texto, cómo está planteada la puesta. Hay una dinámica muy de película, va y viene en el tiempo, en un mismo escenario pasan diferentes cosas, simultáneamente. Y tampoco se sabe bien si pasaron una semana o dos meses... Y fundamentalmente, habla de los sentimientos, de las emociones. Me gusta. Está situada en un momento previo a esta modernidad, donde no hay teléfonos celulares, hay uno fijo y que en realidad no suena con su sonido, lo nombramos nosotros. Hasta que deja de funcionar. Se ve el pasaje de la máquina de escribir a la computadora, los personajes medio que se resisten, hay alguien que en un momento no quiere escribir una carta en computadora y termina escribiéndola a mano. Es una obra enclavada en los noventa, incluso a principios de esa década, nos lleva a la época analógica. Y aunque no estriba ahí el conflicto, habla tangencialmente de una oficina pública y del miedo a ser despedido. Los personajes están en un tercer cuerpo de unas oficinas que se están trasladando, y en algún momento aflora esa incertidumbre de si continuarán o serán ser echados. Bueno, en momentos como los actuales tristemente esos temores vuelven a cobrar vigencia, no es como en otros tiempos en los que si trabajabas en una oficina pública estabas seguro de que al menos trabajo tenías. Pero en realidad el conflicto de la obra está en la soledad que sufren esos personajes...
¿Hay ganas de continuar representándola afuera de la ciudad, de ponerla a rodar?
- El deseo está, pero no es una obra fácil de mover. Hay que montar una oficina, con libros, escritorios y estanterías. Es agotador. Hay que cargar todo, arrancar temprano, armar allá, actuar, desarmar, volver a cargar todo y descargar acá, y dejar todo ordenado porque nuestro lugar es una biblioteca, no una sala teatral en la que, si no hay otra cosa, puede quedar todo ahí. Al compartir el espacio con la biblioteca debemos liberar el lugar, que tiene que seguir funcionando. Es todo a pulmón, y en el último viaje, a Saladillo, quedamos todos muy cansados. No es sólo actuar, es trasladar mucho peso, armar y desarmar estructuras...
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