18 de septiembre de 2024

TEATRO

TEATRO. Se despide el campeón, con un Thorsen que gana por demolición

La obra se presentó en la Biblioteca Cabrera.

por
Chino Castro

Un final impactante es la fresa del postre, pero el viaje que propone Se despide el campeón no dejará a nadie indiferente, por el texto pero muy en especial por la descomunal performance de Cristian Eduardo Thorsen, un animal de escenario que en este drama vuelve a desplegar esa batería de recursos por la que sólo cabe admirarlo y agradecerle.

La pieza escrita por el cordobés Fernando Zabala y dirigida por Mariano Dossena, en cartel los martes en el porteño Complejo Teatral Ítaca, se presentó el sábado en la sala de la biblioteca María Alcira Cabrera y el grupo Vamos de Nuevo, bajo producción y organización de Cable a Tierra. Dos conmovedoras funciones con muy buen marco de público (una 'sold out', la otra no), en una sala chica en capacidad de ubicaciones si la comparamos con las otras de la ciudad, pero tan cálida como la que más, lo que produce que todo el mundo vibre en la misma cuerda cuando el encuentro es alrededor de un espectáculo del calibre de Se despide el campeón en términos de sensibilidad poética.

Fue una nueva incursión de Thorsen en su patria chica, medio año después de haber ofrecido Diario de un loco en la sala de El Mangrullo, en la noche del 4 de febrero. Y como aquella vez, aunque naturalmente en un papel diferente, el actor nacido en Bolívar volvió a cautivar a los espectadores en la piel de Lopecito, un entrenador de boxeo que vela en su propia casa a su pupilo, un prometedor púgil muerto trágicamente, y mientras bebe y recuerda va revelando su vida, lo que incluye sus sueños, sus conquistas, su sufrimiento y hasta sordideces que le estrujan el alma.

Y es ahí donde el artista 'atrapa' al público en su derrotero, va llevándolo de su lado sorbo a sorbo, como si, inerme, ese Lopecito tallado por los golpes de la vida estuviera pidiéndote ayuda. Un trayecto en medio del cual aparece un tercer personaje, fuertemente vinculado a los dos protagonistas, hacia un final estremecedor. Pero entendámonos: a quien esto escribe la conjunción de grandiosidades se le hizo más patente en Diario de un loco, pieza escrita por Nikolai Gogol, Se despide el campeón está bien, y quien la lleva tan lejos es su protagonista.

Para emplear la metáfora boxística: acá Thorsen gana por demolición, después de una 'tunda' actoral para el gozo. El recorrido, de casi una hora y media que va creciendo en densidad dramática, abunda en matices, pasando de lo cuasi humorístico y costumbrista (el drama ocurre en Córdoba, aunque eso no significa nada relevante) a lo trágico, y dándole aire, como si fuese un pañuelo siempre ondeando, a una dolorosa ternura que impregna un viaje con mucho de melancolía y de despedida. Ciclópeo, Thorsen puede con todo.

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