Quizá nunca le prestemos la suficiente atención, pero la escenografía es un elemento vital en una obra de teatro, parte de un armado que contribuye en el proceso de estilización del espectáculo o resulta una ‘piedra’ en el zapato, que entorpece la marcha de lo artístico tanto como una actuación floja o fuera de tono.

En el caso de Amor de Bernarda, la lucida obra que la compañía La Barraca sigue ofreciendo en la sala “Adela López” de El Mangrullo, ese menester estuvo en manos de Agostina Sosa. Y en cabeza, porque primero tuvo que pensar qué hacer, con qué, y cómo. Agos ya trabajó junto al grupo en La Casa de Bernarda Alba, pieza que la compañía que se referencia en el experimentado José María ‘Mono’ Alabart llevó a escena hace unos años, en ese caso como estudiante del taller de Escenografía que Mariana Ron dictaba en el CePeAC. En aquella ocasión realizó la labor junto a sus compañeras de curso, entre ellas Claudia Ron, y la propia Mariana Ron. Quedó ese vínculo, y cuando La Barraca decidió encarar la historia previa de lo narrado en aquella obra, cuyo texto pertenece al célebre García Lorca y es hace añares tan célebre como él, volvieron a pensar en ella.

“Como Amor de Bernarda es una precuela de La Casa de Bernarda Alba, la escenografía es de algún modo lo previo, como empezar a tejer lo que fue el otro armado. Aquella vez usamos bolsa termofusionadas, que delineaban una especie de garganta, vamos a decir, si bien esto es muy subjetivo y cada uno ve lo que quiere o puede. Y en esta es como si aquello se estuviera empezando a tejer”, dijo Agos, que es artista visual, en entrevista con el diario.

Bernarda entre dos velos ¿Cómo fue la realización? ¿Te dieron pautas, o recién te pusiste a trabajar después de ver un ensayo?
- Ellos ya tenían pensada la obra cuando me convocan. El ‘Mono’ me pasa el guión con sus agregados, y después yo voy a ver los ensayos. Vos leés y tenés una idea, pero ellos actúan y le dan una personalidad a todo eso.

Recién ahí pusiste manos a la obra.
- Claro. Y de ese primer ensayo me quedó muy presente la idea de Bernarda siempre entre el duelo y el matrimonio, esos dos velos o mantos. Ella en un momento dice que la casa está llena de mantos de luto, y entonces la idea sobre la que trabajé es una especie de mezcla de ambas cosas, el velo de la novia y el velo del duelo, del luto. Toda la escenografía gira en torno a ese concepto de los dos velos que acompañan a Bernarda toda su vida.

La idea del mobiliario está vinculada con el personaje del Moro, compuesto por Santiago Santos. “Entonces tiene mucha importancia el color: todos los muebles son rojos, y el Moro es el único personaje de la obra que lleva ese color. Tiene mucho que ver con esa cosa de que, aunque él se haya ido, ella lo tiene muy presente siempre, en todo”, explicó la artista.

Spolieo, y que disculpen o me vengan a buscar: es el gran amor de su vida, Benavídez en esa competencia pierde por goleada.
- Claro. Toda la escenografía es una suerte de concepto visual referido a Bernarda, a lo que es y a lo que siente. Algo muy conceptual que acompaña su historia.

¿Qué materiales utilizaste?
- La escenografía está hecha con friselina, un rollo de cuarenta metros que fui cortando. Después recortás la forma que vos querés y convertís eso es una telaraña, en este caso, pero eran todas telas. Los muebles fueron hechos en el penal de Urdampilleta, en el taller de Carpintería. Para las sillas les pasé los diseños y las medidas y las armaron con palets. A los materiales los conseguimos acá y los llevamos. En cuanto a las mesas, a una nos la donó Emanuel Cestona, de Pizza Roots. La tenía en su casa. Es la mesa donde comen. Y la otra, la chiquita, la que acompaña a Bernarda vieja, donde están el cuaderno, la radio, fue construida por mí con lo que fue quedando, los restos de todo. 

"me encanta lo que quedó, en lo teatral, lo visual y lo musical"

Vamos a emplear una palabra de la gastronomía: ¿Ves un maridaje entre lo que diseñaste y el trabajo de actores y actrices, junto al sonido, la iluminación, vale decir ‘lo que quedó’ a la vista y la consideración del público?
- Sí, a mí me encantó. La realidad es que, hasta que no estuvimos en El Mangrullo, no pudimos ver la mezcla o combinación de todos los elementos que constituyen la obra. Hasta ahí, habíamos trabajado por separado: por un lado preparábamos la música, yo hacía por otro la escenografía, el elenco ensayaba lo suyo. Y cuando pudimos tener todo faltaban las luces, que fue lo último. Todos accedimos al trabajo armado al mismo tiempo, fue medio a las corridas el proceso. Pero cuando vimos lo que quedó… A mí me encantó visualmente, cómo quedó lo que hicieron ellos.

Cómo usaron lo que creaste.
- Sí, se potencia un montón. Desde la música, desde la actuación, desde lo visual, me gusta mucho cómo resultó el trabajo. Cuando se juntó todo encajó bien, quedó algo muy bueno. Una obra muy conceptual se definió, lo que incluye lo teatral, lo visual y lo musical.

Y te dieron la libertad de hacer lo que quisieras, a partir de ver lo que ellos hacían.
- Claro, ellos no me dieron ninguna directiva vamos a decir, sino que me entregaron el guión, me invitaron a un ensayo y me pidieron que llevara una idea. Que esa idea no se entendió hasta que no se vio, todos teníamos un concepto de la obra pero nadie se imaginó que íbamos a plasmar algo así, porque cada cual laburaba en lo suyo pero cuando todo eso se unió, fue más de lo que individualmente imaginábamos. A mí en lo particular me encantó cómo quedó la obra, desde todas las áreas.

Amor de Bernarda volverá a escena para dos funciones más hoy y mañana desde las 21.30, con entrada general a 2000 pesos. Dirige Alabart, actúan Ana Laura Maringer, Jazmín Woycik Lamarque, Luna Silva, Anneris Escalada, Santiago Santos y Pablo Toulouse.